Control de rendimiento
Desde mi sofá ·
El incremento en el número de funcionarios debe llegar con una mayor fiscalización de la eficacia y el rendimientoParece que cada vez está más cerca de cumplirse el deseo tan esperado por trabajadores, sindicatos y algunos políticos que consiste en que la Administración abrirá las puertas para la llegada de muchos nuevos funcionarios. Alegan que, desde hace mucho, incluso antes de la crisis económica de 2008, no se cubren las vacantes y así no se puede hacer frente a las necesidades existentes. Si ellos lo dicen, habrá que creerlos. No vayamos a caer en el recurso facilón de que los fucionarios son unos vagos. Los hay y los habrá, por supuesto, como en todas las profesiones, incluido el sector privado.
Pero para que la situación mejore realmente, sería conveniente que el maná en forma de nuevos funcionarios no caiga solo del cielo. Que venga con algo bajo el brazo que se denomina nuevos controles de rendimiento. No se asusten. No se trata de esclavizar ni de convertir los puestos de trabajo en un tormento. Tampoco se trata de adelantar trabajo como sea y hacer las cosas de cualquier manera. Pero sí se trata de aumentar la exigencia y fortalecer los controles sobre el rendimiento individual. Así, con suerte, no volveremos a presenciar situaciones como las que viví hace unos días en una institución pública. Hacía cola en la puerta, al igual que otras diez personas, ya que por la pandemia se entraba de uno en uno. Una de las trabajadoras se acercó a la puerta. Allí se topó con un señor de avanzada edad, que iba con muletas. Le preguntó por la familia y éste le respondió que todos bien, incluidos sus nietos y biznietos. Le preguntó que a dónde iba: «A fumar, es mi hora del desayuno». Y tan pancha que se fue...