Dos apuntes para abrir la semana

Del director ·

Lunes, 9 de agosto 2021, 06:47

Se acabaron los Juegos. Iban a ser unos Juegos Olímpicos imposibles de celebrar, como también se dijo que las competiciones tendrían que interrumpirse ante el aluvión de contagios. Ni lo uno ni lo otro ocurrió. Japón y el conjunto de delegaciones han demostrado que, si se cumplen las medidas, es posible llevar una vida más o menos 'normal'. Por supuesto que a todos nos habría gustado ver las gradas llenas de público, un deseo que tenía a los propios deportistas como los primeros en exponerlo, pero es evidente que había que pagar ciertos peajes para primar la salud. Y no se puede decir que esa ausencia de espectadores haya supuesto una merma en la competitividad. Ahí están los resultados, con varios récords batidos, y ahí está la pugna entre los deportistas por conseguir una medalla. Los que tengan alguna duda, que rebobinen por ejemplo la prueba del maratón en la madrugada del domingo (horario canario). En cuanto a España, estamos como siempre ante el debate de si 17 medallas son muchas o pocas. Claro que es muy fácil opinar sentado en el sillón. No creo que haya un solo miembro de la delegación que no haya dado lo mejor de sí mismo. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero si lo nuestro nos parece poco, preguntemos cómo han valorado en Estados Unidos sus resultados en atletismo, sobre todo en categoría masculina.Lágrimas de futbolista. Lionel Messi se despidió rodeado de una expectación que parecía más propia de un presidente del Gobierno. El futbolista compareció y dio su versión de lo ocurrido. Queda la sensación de que todavía hay partes de la novela que no se han leído y que puede haber sorpresas. No se trata de poner en cuestión la versión de Messi, sino de reclamar otras explicaciones complementarias. Pero sobre todo queda la certeza de que un astro, por muy bueno que sea, no garantiza la estabilidad de un equipo si los números no cuadran. Ycon el salario del argentino, era imposible que cuadrasen. Toca, por tanto, mirar hacia las anteriores directivas, que dejaron que el problema fuera a mayores y adquiriese la condición de una gangrena institucional. Después la pandemia, con la paralización de la economía y la ausencia de público de las grades, se encargó de hacer el resto. Messi se va llorando pero todos intuimos que en breve lo veremos sonriendo con la camiseta de otro equipo. Es lo que tienen los profesionales del deporte: la procesión irá por dentro pero hay que relativizar tanto las lágrimas de dolor como las de alegría que vendrán.

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