Poemas y Benito Gómez lo bordan en una cena de nivel superlativo
El chef invitado del restaurante Bardal se luce junto a los hermanos Padrón en el 'Inspirational Chef Program' de Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel
No era una cita cualquiera, ni mucho menos. Uno de los cocineros más interesantes del panorama nacional, Benito Gómez (Bardal, dos estrellas Michelin y dos soles Repsol) unió su inagotable talento al de los hermanos Padrón en una cena que quedará mucho tiempo en el recuerdo.
En la siempre impecable sala del restaurante Poemas se respiraba ese ambiente de las noches grandes. Una agradable tarde acompañaba a los primeros comensales que se tomaban el aperitivo en la terraza, mientras iban haciendo acto de presencia diferentes periodistas gastronómicos de medios nacionales que acudieron a Gran Canaria para este evento, que se celebró en dos jornadas con un éxito destacable.
Benito Gómez, al que muchas voces autorizadas sitúan entre uno de los aspirantes más serios a conseguir la ansiada tercera estrella, encajó a la perfección con la propuesta y el concepto de los hermanos Padrón y todo su equipo, capitaneado en cocina por Iciar Pérez y en sala por Rafael Hurtado, que estuvo brillante en el maridaje, para no variar, al igual que Santiago, uno de esos trabajadores de sala que siente sincera pasión por su trabajo, lo cual contagia al comensal, que no solo disfruta del excelente menú sino que también lo hace con un servicio impoluto.
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Con este gran panorama, un menú de diez pases salados tan inteligentes como equilibrados. Parecía como si los Padrón y Benito Gómez llevaran toda una vida juntos en la cocina. Siempre hay un riesgo en este tipo de eventos, que no es otro que en cocina no se hayan preparado lo suficiente y cada cocinero quiera 'colocar' sus platos sin tener en cuenta un hilo conductor inteligente y con criterio para el deleite del comensal.
En este caso, Poemas y Bardal fueron un solo restaurante, un solo concepto, cada uno con su filosofía, su mensaje, su estilo. Empezó Benito con una sopa de verduras, aceite de higuera y tapioca, junto a un delicioso bocado de higo en escabeche de higuera. Respondieron los anfitriones con el icónico turrón de morcilla canaria y praliné de almendras, para dar paso a dos formidables propuestas del chef invitado: piel de pollo y gamba y navajas con tomate.
Bardal, y por tanto Benito Gómez, es sinónimo de amor sincero y aprovechamiento del producto que le rodea, de un manejo para su transformación heroica y, por tanto, de una relación con su universo única. El chef presume, y con razón, de no tener más relato que el que demuestra con sus platos. Esa rebeldía contra lo establecido lo convierte, quizás, en un verso libre cuya principal motivación es, precisamente, sorprender y disfrutar con lo que mejor sabe hacer, sin añadir muchas más historias que la que cuentan sus creaciones. Y eso el comensal lo percibe en cada bocado, en cada detalle.
El tándem con la genialidad de Juan Carlos y Jonathan Padrón, cuyos nuevos platos o los clásicos demuestran un altísimo nivel con aspiraciones a cualquier reto, con una técnica y conocimiento del producto admirable, es una combinación fascinante. La anguila a la Benecditine o la cigala, blanco de cigala y sriracha, son dos platos sublimes que así lo demuestran. Cerró la parte salada Benito Gómez con una blanqueta de paletilla de conejo, brocheta de sus interiores en 'manteca colorá' y caviar.
Decía el reputado periodista gastrónomico de ABC, Carlos Maribona, presente en la mesa, que no hubo ningún plato por debajo del ocho, lo cual fue una opinión unánime entre los presentes. Cerraron la cena dos postres: pistacho, helado de parchita y azafrán, de Poemas, y soplillo de hierbaluisa, chocolate blanco y fruta de la pasión, de Bardal. Por supuesto los petit fours de la casa y, como broche final, una joya de Arehucas que pronto verá la luz y que los presentes tuvimos la oportunidad de probar en primicia.