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Ana Fernández e Yraya Batista, grandes amantes de la gastronomía y de los viajes que les han llevado a descubrir nuevos lugares y también a lo que saben, desde los más cercanos hasta los más remotos, decidieron hace algo más de un año concentrar cada kilómetro andado en Dorotea.
Inspiradas por toda la fuerza y la buena energía que les transmite la isla de Lanzarote, con la imagen de la sombrera conejera como símbolo de todo lo que estaba por pasar en este encantador local, llenaron de propuestas sabrosas, delicadas y divertidas Dorotea, local que, sin duda, lleva dando mucho que hablar desde su apertura.
Cuando uno llega a Dorotea, para quien aún no lo conozca, se sentirá que le están invitando al cómodo salón de alguien a quien se quiere y se es correspondido. Sus sofás, sus sillas, sus mesas, y sus paredes están dispuestas para que sienta que, al anfitrión, le apetece muchísimo la visita. Una vez y ya uno se siente cómodo, la vista se sentirá terriblemente atraída por los cuadros que visten las paredes y las llenan de energía, color y belleza, así que no podrá resistirse, al igual que nosotros a preguntar por la artista. Le adelantamos la información porque corresponden a Iris Cabrera, quien, guiada por la propia Ana, supo plasmar a la perfección el alma de Dorotea.
Acto seguido, el atento personal de sala o la propia Ana, les darán una afectiva bienvenida porque no espere ningún tipo de distancia con el cliente. En Dorotea uno se siente como en casa y entre amigos y así será durante toda la velada.
Desde el desayuno y hasta la cena, de manera ininterrumpida, Dorotea no cesa de hacerle guiños al cliente/amigo. Sus tostas de pan artesano para desayunar comienzan a ser un clásico en el barrio de Triana, acompañadas de un delicioso café, siempre.
Si vamos de almuerzo, acción que recomendamos no se pierda, al igual que a la hora de la cena, la carta se abrirá cual pavo real y estamos seguros de que la releerá una y otra vez antes de aventurarse a pedir, porque quizás éste sea el único inconveniente de su visita. Lo querrá todo, y todo no puede ser. Lo que sí que podrá hacer es volver siempre, hasta conseguirlo.
Ana desde el principio lo tenía muy claro, alguien tenía que traer hasta Gran Canaria el espíritu y el sabor de las tascas de siempre y de las 'neotascas' que abundan más allá del atlántico y que aquí no se encontraban.
Versionar platos de siempre, potenciar el producto, sobre todo el de proximidad de nuestra tierra, aplicando las técnicas que existen y que, Juan Alonso, chef y jefe de cocina de Dorotea, emplea hasta dar con el triunfo que el cliente aplaude a diario.
Todo esto da como resultado a qué sabe Dorotea y sabe a de todo un poco y enormemente delicioso.
Ceviche con pescado del día de nuestras costas, frutas temporada y la delicada versión de Juan de la leche de tigre. Irresistible la ya famosa y cremosa tortilla de papas trufada, pecado capital no probarla. Las croquetas de la casa, que saben a sueños hechos bolitas. Los huevos estrellados del mar y la delicada gamba cristal, en fritura perfecta. Los niguiris de presa ibérica, del que puede pedir de primeras que le pongan varias unidades. Terriblemente adictivos. Y no debería pasar a los postres sin antes pedir una ración de los puerros a baja temperatura, acabados a llama, salsa César, alcaparrón, higo seco, almendra tostada, sal de puerros y brotes. Casi nada.
Cada elaboración de Dorotea vendrá con una explicación bajo el brazo. Ese mismo personal que le atiende como si le conociera, se esmerará en dotar de literatura cada técnica y la procedencia del producto. No solo percibirá el sabor de cada plato, sino que también sabrá cómo se hizo y desde donde vino. Marca inequívoca de Dorotea. Su lenguaje gastronómico se verá incrementado tras la agradable velada porque seguro que alguien le hablará explicado en qué consiste un demi glacé, o una cocción a baja temperatura.
Que en Dorotea se siente la felicidad es un hecho que día tras día podemos comprobar en las RRSS de la propia Dorotea, así como la de las visitas que recibe, día tras día, excepto los domingos porque hay que descansar, cargar pilas e idear nuevas propuestas, capitaneadas por Ana y por Juan. Ya han anunciado la próxima en sus redes y pronto sorprenderán con un plato combinado de papas fritas, huevo frito y atún. Advertimos que ya existen reservas, no solo de mesa, sino también del plato.
Porque así son en Dorotea, todo lo que vean y encuentren en su Instagram, se hace realidad nada más traspasar su puerta.
Como suele suceder tras una velada donde se pasa bien, se disfruta y se siente felicidad, de Dorotea se sale deseando volver. Si, además, el regusto final del cliente va acompañado por uno de los arrolladores postres de Juan, muy probablemente no se demore hasta la próxima visita. El cremoso de chocolate y el tiramisú, advertimos que son adictivos.
Nosotros ya tenemos marcado, en rojo y destacada, nuestra próxima visita, porque así lo piden nuestros cinco sentidos. Volver a su carta y sus propuestas disruptivas, a su ambiente, coqueto, cómodo y acogedor, al conjunto de detalles, desde la vajilla hasta el vaso y la cubertería, a ese ratito donde uno se siente más que bienvenido y bien agasajado y, junto con nosotros, el resto de aquellos que ya conocen Dorotea, que, desde su apertura y hasta hoy, no ha podido tener una acogida más arrolladora.
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José A. González y Álex Sánchez
Josemi Benítez
José A. González y Leticia Aróstegui
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