Gran Canaria Me Gusta, la extraordinaria despensa que lleva el alma de todo un territorio

Recuerdo que, cuando de adolescente acudía a las romerías que se sucedían en la isla, salía de casa con la consigna de volver con un paquete de turrones. Si no lo hacía, ponía en riesgo las comiditas que mi abuela me preparaba a mi antojo y, recuerdo, aun cuando la ocasión lo requería, irme vestida de típica, con una mochila escondida debajo de la falda para que, al terminar la fiesta regresara con tantos paquetes de turrones como entraran en aquella bolsita.

Hoy, si mi abuela estuviera, la emoción la habría invadido al darse un paso por Gran Canaria Me Gusta porque, para quienes valoramos el producto grancanario, esta feria es sencillamente emocionante.

Una cita imprescindible y de incalculable valor, donde el esfuerzo del Cabildo de Gran Canaria, de cada uno de los municipios, de los productores, pescadores, ganaderos, recolectores, empresarios y un gran etcétera, conforman un relato completo de principio a fin, manteniendo muy vivo el pasado desde el respeto a las tradiciones, enseñándonos el presente de nuestra alacena y marcando el futuro, que ya se advierte sublime.

Un paseo del que sentirse orgulloso, se mire al rincón que se mire.

Caminar por los diferentes pabellones de Gran Canaria Me Gusta no es solo descubrir y probar. Es mirar a los ojos de quienes cada día se afanan por llenar mercados y mesas, sembrando, pescado, elaborando, recolectando. Adaptándose muchos de ellos a las tendencias, siempre caprichosas y sin perder de vista el cuidado y la atención del medio, sustentándose sobre los pilares que apoyen el futuro y garanticen la sostenibilidad de la isla.

Alimentos que forman parte de nuestra identidad, cobrando vida con nombres y apellidos en los pasillos de Infecar.

Un año más, todo esto es posible gracias a la organización del Cabildo de Gran Canaria y esa unión de esfuerzos que se realizan desde los municipios y desde cada expositor de la feria.

Un escaparate de excelencia, que nadie debería perderse y donde hay cabida también a la formación, al espectáculo, al ocio y al disfrute y todo, desde el mismo punto de partida: el sabor a Gran Canaria.

Una feria que ya es un símbolo en sí misma, dándole el protagonismo que merecen todos los sectores que convierten el paisaje en alimento. Marcas que pertenecen a nuestro ADN, recetas que nos acompañan desde niños y sabores que pertenecen a nuestra memoria y que ahí quedan para siempre y que siguen traspasándose entre generaciones como patrimonio intangible y de valor incalculable.

Visita obligada y detenida en el bajo del pabellón 7, donde acercarse con los cincos sentidos al sector primario de Gran Canaria: agricultura, pesca y ganadería, donde, en esta edición, con maestría y una excelente disposición de cada uno de los expositores también se ofrece un viaje educativo y sensorial, absolutamente cautivador, sorprendente y fascinante.

Actividades divulgativas, muestras en vivo, charlas, talleres, catas, convierten este espacio en una escuela abierta donde pequeños y grandes descubren las entrañas de Gran Canaria y en donde empresas como Canaturex quienes han sido capaces de revivir el cultivo de la cochinilla, con su Ruta del Oro Rojo, convirtiendo en vigencia y futuro, tradiciones que ya estaban perdidas y que ahora vuelven a formar parte de nuestro patrimonio.

Tres días para conectar con lo que da la tierra, el mar y las manos que lo cuidan, lo elaboran, lo piensa y lo hacen realidad, convirtiendo todo ello en valor. Porque pocas veces se concentran tantos encantos, mostrando con orgullo a qué sabe cada rincón de Gran Canaria. Y solo por eso, la cita es ineludible.

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