Tero Afonso o la excelencia en la sala
40 años de profesión, al pie del cañón y con la disciplina como argumento indispensable, consagran a este profesional, maître del reconocido Restaurante Río Miño en Las Palmas de Gran Canaria.
Con puntualidad inglesa, exactamente a las 12.00 nos recibe Tero en el Río Miño y a esa hora, cuando aún no ha llegado ningún cliente, la sala ya luce impecable, pero, empecemos por el principio.
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Los inicios
Nos confiesa, sin ningún tipo de reparo, su edad, 58 años y que comenzó en la profesión tan pronto como cumplió los 18. Su aterrizaje en el mundo de la hostelería, digamos que fue forzoso, así como hoy se reconoce ser una persona absolutamente disciplinada, no se autoexigía tanto por aquel entonces, en los estudios que cursaba.
Su hermano Julio lo llevó hasta un restaurante en Playa del Inglés, concretamente el Restaurante Tenderete. La aventura comenzó lavando algunos platos, pero en seguida se dieron cuenta de que Tero estaba hecho de otra madera y no tardó nada en pasar a sala.
Desde aquellos momentos y hasta entonces, 40 años después, su vida profesional se ha centrado en dar la mejor atención a los clientes en los diferentes restaurantes donde ha estado. Y por cada uno, guarda un profundo respeto y cariño.
El salto a la capital y el Rey
No pasó mucho tiempo en el sur y en seguida lo trasladaron a Tenderete en la capital. Primero en el local de Miller Bajo, para pronto trasladarse a Tenderete en la calle León y Castillo, 91. Fueron años maravillosos, donde comenzó a entender realmente el alcance y la importancia de la atención en sala. «Puedes tener el mejor local, el mejor producto y las mejores manos para elaborarlo, pero, si falla la atención y el contacto con el cliente, lo demás no luce como debe».
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Preguntamos a Tero por sus recuerdos más entrañables de aquella etapa gloriosa en Tenderete y sonríe casi como un niño que guarda un secreto. Y acto seguido nos lo cuenta.
Su Majestad el Rey Juan Carlos I, hoy emérito, acudiría a Tenderete. Mucho nerviosismo, pero todo en perfecto estado de revista para estar a la altura de tan importante visita. Sus Majestades, porque el Rey venía acompañado de su esposa la Reina Dña. Sofía, llegaron puntuales, Tero recuerda hasta la hora, concretamente las 13.45.
José Luján, propietario de Tenderete y el propio Tero, aguardaban, también puntuales, en la puerta y tan pronto como D. Juan Carlos se bajó del coche, les saludó afablemente, tropezó en el brazo de Tero y textualmente y con todas las letras le preguntó, «¿Dónde se puede mear aquí?»
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Ante tal cuestión y planteada de tal manera, la tensión se disipó y el resto del almuerzo trascurrió con absoluta normalidad. Como un cliente más.
Suma y sigue
Aquella gloriosa etapa en Tenderete, de la que Tero guarda un enorme cariño, tanto como el que se siente por una familia, terminó para continuarla en el Restaurante Milano del antiguo Hotel Cristina, unos años después en el Hotel Escuela de Santa Brígida, donde, aparte de cuidar con esmero, como siempre, la atención en sala ejerció de maître instructor formando a futuros profesionales.
Desde allí, a Porto Vigo, en el Parque de Santa Catalina, durante ocho años, siempre atento a la sala y al cliente, sin bajar ni un ápice su autoexigencia.
Ocho años más, después de aquellos en Porto Vigo, transcurrieron para Tero en La Casita, hasta que de la mano de D. Rafael Pulido, D. Miguel Pulido y Dña. Lidia García llegó a Río Miño.
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«Yo me formé y aprendí haciendo. Todos y cada uno de los lugares en los que me he desarrollado como profesional, han sido cunas de conocimiento para mí, ahora, lo que siempre he tenido claro es que la auto disciplina es mi aportación y el elemento fundamental para que siempre me haya ido bien».
40 años después
Somos conscientes de que, por los ojos de Tero, han pasado personalidades relevantes de todos los ámbitos. En materia política, Tero ha conocido a cinco presidentes de gobierno de España, desde Leopoldo Calvo Sotelo, pasando por Felipe González y José M.ª Aznar, hasta Zapatero y Mariano Rajoy cuando los dos últimos estaban en plena campaña electoral, antes de presidir el país.
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Cantantes, escritores, bailarines, pintores, escultores, y un gran etcétera. Ante tales servicios, preguntamos a Tero por el cómo se consigue el éxito en esos momentos donde se puede generar cierta tensión. Su respuesta es rápida y concisa: «disciplina, antes y durante el servicio, correcta educación y máxima discreción».
Pero esta ecuación, nos advierte, no la aplica a las personalidades conocidas, las aplica diario, con todos los clientes, sin distinción.
¿Algo que olvidar?
Advertimos que Tero posee una memoria prodigiosa, cada relato que nos cuenta de sus 40 años de profesión, nos llega cargado de detalles y ante tantas situaciones vividas, le preguntamos por alguna que haya tenido que olvidar. Nos responde, rotundo, que absolutamente ninguna, «incluso, por irnos a la memoria a corto plazo, el tiempo que duró la pandemia, a nosotros, en Río Miño, nos sirvió para abrirnos aún más a nuestros clientes, los de siempre y muchos nuevos que llegaron y se quedaron. La ampliación a terraza y saber dar un servicio con todas las exigencias aplicadas por la pandemia, nos hizo ser mejores».
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El cliente es como un niño
Cada día, un tiempo antes de que arranque el servicio, Tero llega a Río Miño. Revisa, repasa y da arranque tan pronto como llega el primer cliente.
Tanto su teléfono personal, como el del restaurante, no dejan de sonar para pedir reservas y advertimos que Tero trata por su nombre a todo el que llama, con exquisita educación, pero con cálida cercanía.
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Tero recuerda, sin titubeos, el nombre de los que unas horas más tarde, llenarán, como sucede a diario, la sala del Río Miño y no podemos más que rendirnos y volver a insistir en el cómo se consigue ser tan profesional, después de tantos años al frente de insignes restaurantes de nuestra capital.
«Hay que tener una cosa clara cuando te dedicas a esto, el cliente es como un niño pequeño que todo lo ve y cuando eres consciente de tal premisa, sabes que todo debe estar impecable y la primera impresión que trasmitimos se establece en ese primer contacto, cuando el cliente llama y reserva».
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Seguir en el Río Miño
De esta etapa actual en el Restaurante Río Miño, Tero destaca que son como una auténtica familia. Siempre se ha seguido con la misma política, personal cualificado de toda la vida, como ya lo venían haciendo D. Rafel Pulido y su sobrino, D. Miguel Pulido. «Tanto en Casa Galicia como a día de hoy en El Arrosar y en el Río Miño, siempre se verán las mismas caras. Obviamente a algunos ya les ha llegado la etapa de jubilación, pero los nuevos que se van incorporando, enseguida cogen nuestro ritmo y nuestros principios».
En Río Miño existen tres máximas que, con rigor, se cumplen a diario, materia prima de excelente calidad, manos expertas que la elaboren y un correcto servicio. Sin fisuras en ningún eslabón, de esta cadena de éxito.
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El reconocimiento de todo el sector
A Tero se le conoce y se le reconoce por dar un servicio excelente en todas las salas donde ha desarrollado su profesión. Dicho así, suena fácil pero tantos años manteniendo ese distintivo sello cualitativo, no ha estado exento de sacrificios.
«Jamás miro el reloj, trabajo las horas que sean necesarias para que todos los días, todo salga correctamente. Y nunca jamás, he estado de baja médica, pero lo digo por tener la suerte de gozar de buena salud que me permite trabajar a diario».
La constancia, desde que empezó lavando aquellos platos en Tenderete y hasta hoy, la correcta atención hacia los clientes, sin distinciones y el estar siempre dispuesto a atender a todo lo que se precise, ha hecho que el nombre de Tero Afonso Déniz sea sinónimo de la excelencia en la sala y reconoce que, para llegar hasta aquí, muchos han sido los sacrificios, pero aún más las alegrías y las emociones positivas.
Y ese es el balance y así seguirá siendo, mientras él esté al frente, junto al resto del equipo, donde además, hoy tiene la suerte de contar con Lavinia Cardoso, su compañera también de vida, quien entiende mejor que nadie, la profesión y la pasión de Tero por seguir haciendo, lo que mejor sabe hacer, de manera impecable.
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