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Nada más poner un pie dentro de este encantador local, uno siente que ha traspasado una frontera. Los detalles y las sensaciones que desprende invitan, uno tras otro, a la desconexión y al bienestar y, tan pronto como lea la frase que corona la pared del fondo, «Disfrutando del camino», le invadirán la calma, el sosiego y las ganas de disfrutar.
Pero nada de esto surge de manera casual, todo está pensado, trabajado y estudiado para que así sea y nos lo cuenta Diana del Molino, corazón de este restaurante, al que llegó ya hace algunos años.
Los comienzos no fueron fáciles, hoy, Diana, si nos puede hablar de un relativo equilibrio, porque ella es la primera que no quiere acomodarse. Sus ojos chispean mientras nos habla de proyectos futuros o de los que están en curso, porque ella es así, un torrente continuo de ideas que las trabaja de manera incesante hasta que las consigue.
Pero volvamos al inicio porque a Diana le tocó tomar tierra mientras otros pilotaban otro proyecto y, su amigo Gustavo la invitó a subirse y timonearlo juntos. Llegados a este punto, Diana nos invita a leer la frase que corona el local para definirnos a su amigo, del que no puede hablar sin emocionarse, porque él ya no está físicamente, pero «todo lo que me enseñó aquí sigue vigente, todos y cada uno de los días».
De aquel primer proyecto habla con mucha tristeza, pero las circunstancias, fueran las que fueran, llevaron a Diana y a Gustavo a dar un giro que dio como resultado, los primeros pasos de lo que hoy es Pura Vida Market Food.
Tocaba remangarse, aprender de todo y desde cero, porque Diana es experta en marketing y a eso había dedicado su vida profesional hasta ese momento y, a la par, defender toda una filosofía de vida como epicentro del proyecto.
Así que, hasta para el nombre del local pensó en una íntima amiga suya costarricense y su forma de ver la vida y, desde ahí, estableció un hilo conductor que definiría a la perfección la impronta que Diana quería darle a este proyecto.
A partir de ahí tocó dedicarle mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucho aprendizaje, buscar el asesoramiento correcto y todo ello, sin tiempo que perder.
Diana comenzó a tomar contacto en 2017 y, si hacemos cuentas, la pandemia, como le sucedió a otros muchos negocios, obligó a replantearse todo de nuevo. Pero esto, ni mucho menos, le hizo quedarse quieta. Una nueva forma, en formato «boxes», fue la manera de hacerle llegar a los clientes una opción muy cuidada, en envases biodegradables sin ningún plástico y, presentada de forma excepcional, la comida saludable y equilibrada de Pura Vida. Y hoy, esas cajas, son parte importante de la seña de identidad de este restaurante.
La parálisis social solo provocó que el esfuerzo fuera aún mayor, que se le dedicara aún más tiempo y, lo que destaca sobre otras virtudes, es la disciplina que ella misma se autoimpone. Un trabajo que, a día de hoy, a Diana le supone todo un reto, diario y constante y donde la desolación tras la pérdida de Gustavo le enseñó lo valiente que podía llegar a ser.
«En aquel momento sentí que todo estaba a la mitad y a mí, cuando me involucro en un proyecto, me gusta terminarlo», y así fue y así sigue siendo.
Durante toda la entrevista se aprecia el ajetreo propio de las horas de la mañana, con clientes que entran y salen y nos llama poderosamente la atención el hecho de que Diana los saluda, a la mayoría por su nombre y les pregunta por sus vidas. Clientes que repiten una y otra vez porque, como nos señala propia Diana, «nos encanta que la gente venga y tenga ganas de quedarse, que sienta que forma parte de Pura Vida y que les apetezca traerse el portátil y trabajar desde aquí, porque este lugar, no es solo un restaurante».
Y esto, sin dejar de pasar por alto los deliciosos desayunos, sanos, nutritivos y equilibrados, sin renunciar al sabor en ninguna de las propuestas de la carta. Tostas, bocadillos, bollería casera, como los deliciosos donuts veganos o las pulguitas. Y todo ello acompañado de una propuesta irresistible de smoothies y zumos naturales. Y capítulo aparte sus opciones de brunch, de lo más variadas y sorprendentes.
Porque así es hoy Pura Vida, un lugar para estar y disfrutar que se adapta a los gustos y preferencias del cliente, dando un amplio y sabroso abanico de opciones flexiterianas elaboradas con productos frescos y de origen local.
Que a Pura Vida hay que ir a desayunar, almorzar o merendar, resulta una experiencia que reporta bienestar.
Sus menús de mediodía, pensados y trabajados en sus cocinas, hacen las delicias de cualquier paladar. Las arepas, los tacos de coliflor o su famosa hamburguesa vegana de quinoa y zanahoria son buena prueba de todo ello, sea vegetariano, vegano o simplemente quiera disfrutar de un almuerzo equilibrado con todas las garantías, porque, como la misma Diana nos dice, «En Pura Vida solo sabemos hacer las cosas bien».
Pero hay Pura Vida más allá de las bonitas paredes de este local, hoy por hoy, y siguiendo la misma filosofía, también organizan catering corporativos a empresas, otra importante línea de negocio que estableció Diana y que no para de crecer.
Nos parece que, en tiempo récord, ha conseguido materializar toda una filosofía de vida, así que le preguntamos por lo que vendrá, porque sabemos que Diana no deja de idear y enseguida nos cuenta que las notas ya empiezan a sonar en su cabeza.
Crear vínculos y alianzas nuevas para que Pura Vida llegue a más público y que todo el potencial de su equipo se ponga de manifiesto. A la par que se apura en contarnos que ya disponen de huerto propio para acto seguido volver a poner el foco en lo importante, la sostenibilidad, la comida orgánica y saludable con el valor añadido de las manos que todo lo cocinan en Pura Vida.
Quiere, además, seguir haciendo las cosas bien a lo que añade que, en enero llegará un cambio de carta que está deseando materializar. Y así, una tras otras, porque Pura Vida también es pura actividad, eso sí, hace un alto en el torrente de creatividad para advertirnos que, a pesar de lo andado, a lo que jamás ha renunciado ni renunciará, es al tiempo que les dedica a sus tres hijas.
Por nuestra parte, nos quedamos con tres apuntes, volver para disfrutar de un brunch al estilo Pura Vida, con tiempo para saborearlo con calma, pasar durante estas fiestas navideñas porque han ideado un menú fabuloso de los que, si o si, hay que probar y apuntar en la carta que Sus Majestades de Oriente nos traigan una de las «boxes» Pura Vida.
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Patricia Cabezuelo
José A. González y Lidia Carvajal
Encarni Hinojosa
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