Daniel Franco, cuando la cocina es la razón de ser
Desde su Tenerife natal hasta Koh Samui, este extraordinario chef se consagró con tan solo 28 añitos con una estrella Michelin para Kabuki Tenerife en 2012
Desde los 9 años se puso al frente de los fogones de su casa en La Laguna, Tenerife. Su madre trabajaba y Daniel y su hermana se encargaban de preparar la comida y la cena, y ¿quién le iba a decir a aquel muchachito a lo que llegaría 20 años después? Ni él se lo imaginaba, pero, lo que si supo desde aquel entonces es que la cocina ya formaría parte de su vida por y para siempre.
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En aquellos tiempos, sus menús consistían en recetas cotidianas y cargadas de 'alimento', todas de su madre y de su abuela: arroz, pasta y lentejas. Una necesidad que, al llegar a su adolescencia, Daniel la convirtió en profesión, ingresando en la Escuela Residencia de Pájara.
Dos años de aprendizaje donde ya comenzó a afianzar amistades, como la que aún sigue vigente con el chef Mario Rodríguez Ureña, hoy al frente de un delicioso local en Gran Canaria, Unión Telde o la relación y la oportunidad que le brindó el destino, colocando en su camino al chef José Rojano, para Daniel la persona que verdaderamente le enseñó a cocinar. A partir de ahí varios restaurantes en su isla natal le brindaron la oportunidad de seguir creciendo y aprendiendo hasta que se le abrieron las puertas del Hotel Ritz-Carlton Tenerife, Abama cuando justo iban a dar apertura al segundo gran Kabuki de España.
De Tenerife directamente al cielo
Con 28 años, Daniel tomó las riendas de Kabuki Abama y consiguió la estrella Michelin en 2012 con un equipo que bien podría ser el perfecto 'dream team', capaces de ganarlo todo porque el entusiasmo y las ganas de aprender fueron las más poderosas de las energías o como Daniel lo define: «fuimos un equipo tan cohesionado, disfrutando a la vez de una travesía única en la vida y a la que le pusimos tantas ganas que, juntos fuimos capaces de hacer magia, así que la estrella fue la consecuencia de que cada uno de nosotros siempre quisiéramos mejorar».
Años de intenso trabajo, de una actividad incesante y sin agotarse nunca porque, las ganas de crecer y saber eran aún más poderosas. Viajes por Japón, Tokio o Hong-Kong en varias ocasiones donde Daniel seguía madurando y aprendiendo a depurar, cada vez más, técnicas y precisiones, ingredientes y combinaciones hasta intentar llegar al infinito, porque, el mundo asiático se había convertido para él en puro 'objeto' de culto y admiración.
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Diez años que hoy se resumen en maravillosos recuerdos y en un selecto aprendizaje, ambos como el mejor equipaje desde donde partió de su Tenerife natal para cruzar océanos y continentes y con una estrella Michelin y dos soles Repsol como codiciado resumen de avales.
El chef de raíces atlánticas y sueños asiáticos
Tras diez años, Daniel necesitaba parar y pensar el siguiente paso, pero, lejos de conseguirlo, se dejó seducir por la propia cadena hotelera y aceptó el reto como «Sous & Senior Chef» en Koh Samui, Tailandia y, por si alguien duda de que los flechazos existen, Franco encontró su segundo lugar en el mundo, su despensa ideal y su inspiración más creativa, hasta que llegó la pandemia y «lo destrozó todo».
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Desde allí, un cambio drástico que duró dos años en Japón. De la calidez tropical tailandesa hasta las frías y nevadas estaciones de esquí en Hokkaido, Japón. Dos años de los que, a pesar de que fuese «un enorme shock a mi forma de vida» en palabras de Daniel, hoy no se arrepiente y lo resume como una de las grandes experiencias vividas durante su carrera.
Y continua la travesía
Cada escala ha servido para aprender, para crecer y para descubrirse y no solo en lo que a gastronomía se refiere. Daniel también ha emprendido un viaje hacia sí mismo y sus propias capacidades, siendo capaz de gestionar cocinas de grandes firmas hoteleras, prácticamente en cualquier rincón del planeta, desde la más alta y exigente gastronomía y hasta las que engloban ese turismo más de masas. Japón, Tailandia, Méjico, Puerto Rico y un suma y sigue constante de donde ha ido adaptando todo a su creatividad, aunque reconoce que Tailandia, como país, se lo da todo.
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Sellos y visados en su pasaporte se multiplican al mismo ritmo que el crecimiento y la capacidad de Franco quien reconoce que, la cocina nipona, técnicamente hablando, sigue siendo su especialidad, pero, la despensa tailandesa es su gran caudal creativo: lemongrass , galanga fresca, jengibre, raíz de cilantro, hojas de lima kaffir, chile rojo, salsa de pescado, tamarindo o un gran etcétera son el diccionario desde el que se argumenta su cocina, esté donde esté y haga lo que haga.
Canarias, para recargar la pila emocional
Si bien tiene claro que Tailandia es y seguirá siendo su lugar elegido en el mundo, cada cierto tiempo pide pisar 'casa' para rodearse de los suyos, para volver a comer pescado de costa a la espalda, chicharrones con gofio, almogrote y quesos canarios, aunque también nos confiesa que, esté donde esté come a diario comida tailandesa como la famosa 'lab kai', un plato representativo de esta cocina a base de ensalada de hierbas, menta, lima kaffir, salsa de pescado, chile y azúcar de palma.
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Eso sí, de lo que se nutre en las islas como en ningún otro lugar en el mundo es de su familia y de sus amigos y todo el tiempo en el que repara a este otro lado del mundo, lo dedica a pasar tiempo con ellos, recargar y regresar a Tailandia. También aprovecha para seguir contándonos su camino, el de ida y el que le trae de vuelta y, de paso, que nadie olvide su cocina, tan única como inolvidable, tan precisa como extraordinaria, tan llena de matices como de sabores y tan explosiva como su carrera y, si quieren saber a qué sabe cada parada de esta historia pueden descubrirlo en la nueva «box» de Amaki Sushi como ya les contábamos en este reciente artículo (pinchando aquí).
Lo que sí que está claro es que la cocina de Dani sigue manteniendo muy vivo el espíritu de aquel niño que, con tal solo nueve años cocinaba para su familia, poniendo todo el cuidado y el sentimiento que ello implica y hoy aún se sigue emocionando y sigue ofreciendo a los demás lo que mejor sabe hacer: cocinar hasta dar lo mejor de sí mismo en cada plato, desde la técnica más precisa y los ingredientes más extraordinarios entre los que nunca falta su alma y su corazón.
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