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Las casas rurales y el alquiler vacacional no terminan de recuperarse del parón turístico durante la pandemia. Las nuevas restricciones de movilidad que el Gobierno dio a conocer este jueves de cara a la Semana Santa ha supuesto un aumento de las cancelaciones: el nivel rojo en Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura hacen a las islas «poco atractivas» para una escapada y la necesidad de acreditar una prueba PCR negativa para moverse entre islas limita no solo el turismo exterior sino al local.
«Las expectativas no son nada halagüeñas», ha apuntado Doris Borrego, presidenta de la Asociación Canaria de Alquiler Vacacional (ASCAV). «Para dos o tres días, a la gente no le merece la pena realizarse un test, por lo que si antes esperábamos remontar un poco con el turismo de las islas, aunque también estábamos pendientes de los países emisores, ahora nos estamos circunscribiendo solo a nivel insular».
Precisamente, Miriam Rodríguez, gerente de Artenatur, empresa turística que gestiona seis alojamientos rurales en el municipio de Artenara (Gran Canaria), ha registrado un pleno de familias procedentes de la isla para las próximas fiestas. Si bien asegura que se había mantenido un freno en las reservas ante la expectativa de las restricciones, y tras alguna que otra cancelación, por el momento ha colgado el cartel de completo. «Muchos siguen con la incertidumbre, y al principio nos vimos con el principal problema que era la limitación del número a convivientes, por lo que varias familias tuvieron que echarse atrás», explica.
El perfil que encuentra Rodríguez en las reservas de Semana Santa confirma la tendencia: parejas o familias residentes en la propia isla que buscan desconectar en un entorno verde y alejado de las multitudes. Las piscinas, que fueron el mayor reclamo tras la cuarentena, continúan siendo un valor añadido a la hora de elegir alojamiento, aunque no de peso teniendo en cuenta el tiempo «inestable» que prima en las islas en esta época del año.
Desde ASCAV, sin embargo, aseguran que han dado por perdida la Semana Santa y ponen el foco en las vacaciones de verano. «Respaldamos completamente las medidas restrictivas; no podemos correr el riesgo de que por relajarnos durante una semana se produzca una cuarta ola que afecte a las reservas estivales», apunta Borrego. «Necesitamos avanzar urgentemente con la vacunación y apelamos a la concienciación de la sociedad para mantener la incidencia al mínimo en los próximos días y así recuperar no solo el turismo sino salvar la economía de las islas».
Si hasta hace una semana la ocupación de las viviendas vacacionales se mantenía sobre el 50%, un dato positivo en comparación con los de los gestores de establecimientos hoteleros canarios, tras las medidas del Gobierno regional se han reducido hasta el 30%, frente al 90% registrado en 2019. Por su parte, entre los hoteles que permanecerán abiertos en el archipiélago durante estas fechas, cuyo porcentaje se mantiene también al 30%, observan una perspectiva a la baja, fundamentada en la escasa conectividad aérea. En esta línea, la oferta de sol y playa no termina de llamar al turista local, mientras que los cierres perimetrales del resto de comunidades autónomas han limitado los desplazamientos peninsulares y el turista extranjero se enfrenta a sus propios obstáculos: las restricciones de entrada de Reino Unido a España, los malos datos de la pandemia en Francia, Holanda e Italia o la inclusión de Canarias en la lista alemana de destinos poco seguros para viajar dibujan un escenario negro.
La tendencia del turismo hacia espacios verdes favorecía sobre todo a las islas occidentales -La Gomera, La Palma y El Hierro- cuya marca se aleja de las grandes aglomeraciones en favor de una mayor presencia de la naturaleza. Es por ello que las perspectivas de cara a Semana Santa eran de lo más favorables, y se situaban a la cabeza de la recuperación económica del turismo con una ocupación de casi el 100% en algunos casos, hasta la comunicación de las nuevas restricciones, que obligan a los turistas a realizarse una PCR. Una normativa que se ha hecho «deprisa y corriendo», según Luisa Trujillo y Máyuri Castañeda portavoces de Ashotel en La Gomera y El Hierro, respectivamente. «La gente se ha enterado a pocos días de hacer el viaje, todavía hay mucha desinformación y también tienen miedo de hacerse el test, porque es una incomodidad», explican, apuntando al costo adicional que supone para los canarios, que no siempre están dispuestos a realizarlo.
La mayoría de las reservas, indica Castañeda, se correspondía con el turismo local, una población que estaba llamada a salvar este periodo festivo. «Los que vienen de fuera, de alguna manera ya contaban con el test, aunque no estuviera confirmado, pero la gente de aquí no y de ahí las cancelaciones. Está claro que hay que primar la salud y tomar ciertas medidas pero estas no son formas de hacer las cosas», apostilla. Trujillo añade que «hay gente que venía de Baleares, por ejemplo, y se pensaba mover entre La Palma y La Gomera, lo que requeriría otra prueba adicional». Ambas se quejan de que si esta resulta ser la tónica del resto del año, el sector «no podrá soportar las condiciones mínimas de supervivencia». Según las llamadas recibidas en las últimas 48 horas, la portavoz de Ashotel en La Gomera prevé que las cancelaciones caerán un 60% y espera un cambio de actitud de cara a las vacaciones de verano.
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