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Jueves, 26 de diciembre 2024, 11:55
La Unión Europea se ha fijado el objetivo de ser un espacio sin humo para 2040. Para conseguirlo, el número de fumadores en cada país miembro debe estar por debajo del 5%, reto que muchos países europeos están lejos de lograr. Excepto Suecia, que en noviembre de 2024 se convirtió oficialmente en el primer país libre de humo del mundo. Un hito de salud pública que ya está salvando vidas.
Según el criterio establecido por la Organización Mundial de la Salud, un país se considera libre de humo cuando menos del 5% de su población adulta fuma. Suecia ya lo ha conseguido, 17 años antes del objetivo marcado por la Unión Europea e incluso superando sus propias previsiones. Los últimos datos oficiales publicados por su Agencia de Salud Pública muestran que sólo el 4,5% de los adultos mayores de 16 años nacidos en Suecia fuman, cifra que asciende al 5,3% si se tiene en cuenta a toda la población adulta que reside en el país nórdico. Su estrategia es todo un caso de éxito que puede servir de referencia para otros países de Europa, cuyas tasas promedio de tabaquismo son del 24%.
¿Cómo lo ha conseguido? La respuesta radica en una estrategia integral que combina educación, medidas tradicionales de control del tabaco, la aceptación de las alternativas sin combustión como una herramienta clave en la reducción del daño, y no renunciar a la nicotina. En Suecia, casi uno de cada cuatro adultos consume nicotina a diario. Es el mismo nivel de consumo de nicotina que se registra en toda Europa. Sin embargo, la incidencia de cáncer en este país nórdico es un 41% inferior a la media europea. La clave está en que Suecia ha aprendido a consumir nicotina de una forma diferente y mucho más segura.
Hace seis décadas, casi la mitad (el 49%) de los hombres suecos fumaban cigarrillos. Hoy, el panorama es completamente distinto. Suecia ha logrado transformar su cultura de consumo de nicotina, sustituyendo el cigarrillo por productos sin humo como el snus, los vapeadores, las bolsitas de nicotina y los dispositivos de tabaco calentado. Este cambio ha permitido que los fumadores encuentren alternativas más seguras que, aunque no exentas de riesgos, eliminan la combustión. Uno de los mayores obstáculos para replicar el éxito sueco es la persistencia de mitos en torno a la nicotina. Aunque esta sustancia puede crear dependencia, no es la principal responsable de las enfermedades relacionadas con el tabaco; el verdadero culpable es el humo tóxico resultante de la combustión.
A diferencia de otros países europeos, Suecia adoptó un enfoque holístico, reconociendo que siempre habrá quienes deseen consumir nicotina, pero que es posible hacerlo de manera menos dañina. Esta aceptación, respaldada por la ciencia, ha permitido que las alternativas sin humo sean accesibles y asequibles para los fumadores adultos, acelerando así la transición para reemplazar los cigarrillos. En consecuencia, las tasas de tabaquismo en Suecia se han desplomado un 55% en la última década.
Los resultados de esta estrategia son contundentes. Suecia registra un 41% menos de incidencia de cáncer en comparación con la media europea y un 38% menos de muertes atribuibles al cáncer en general. Además, las cifras de mortalidad por cáncer de pulmón son significativamente inferiores a las de otros países de la Unión Europea, con una reducción de hasta el 69% en comparación con algunos de sus vecinos. Y la carga para la salud pública de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar también muestra una tendencia a la baja.
Estos logros no solo son un testimonio de los beneficios de una política inclusiva y basada en evidencia, sino también una llamada de atención para otros países. Si la Unión Europea adoptara medidas similares a las suecas, se estima que podrían salvarse 3,5 millones de vidas en la próxima década.
En todo el mundo, después de décadas de medidas de control del tabaco, especialmente de prevención y cesación, más de 1.200 millones de personas siguen fumando, según datos de la OMS. Aunque el consumo ha seguido una tendencia descendente, fumar cigarrillos u otros productos de tabaco de combustión sigue siendo la mayor causa de muerte por enfermedades no transmisibles en todo el mundo.
La experiencia sueca demuestra que es viable reducir drásticamente el tabaquismo y sus consecuencias combinando medidas restrictivas con opciones menos dañinas, sin imponer prohibiciones absolutas. Un enfoque equilibrado que ya es un caso de éxito y uno de los mayores avances en términos de salud pública. Apostar por un futuro sin humo, como ha hecho Suecia, salva vidas.
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