Juan Vicente Aliaga ante una pieza de 'Néstor reencontrado' en el Reina Sofía. Arcadio Suárez

Juan Vicente Aliaga, comisario 'Néstor reecontrado'

«Néstor es un artista fabuloso al que es necesario dar a conocer»

La exposición que reivindica al creador grancanario en el Reina Sofía de Madrid lleva el sello de este experto valenciano en su inabarcable en su obra

David Ojeda

Madrid

Sábado, 17 de mayo 2025, 23:08

La capital de España vuelve a recibir a Néstor-Martín Fernández de la Torre, casi un siglo después, con 'Néstor reencontrado', una exposición que estará hasta el próximo 8 de septiembre mostrando 200 piezas de su autoría en el Museo Nacional Reina Sofía. Una apertura sobre una figura valiente y transgresora que siempre estuvo cosida a la identidad de su territorio original desde su nacimiento en Gran Canaria.

Publicidad

–Partir del concepto 'Néstor reencontrado' es abordar a un autor que, de alguna forma, se encuentra en el olvido en el panorama nacional...

–Lo que quería subrayar con el titulo de esta exposición es que Néstor, que muy admirado, aunque también muy criticado en España, como cuando se expuso en Barcelona en varias ocasiones y también en Madrid en 1914 y 1924, transcurridos más de 100 años, ha sido totalmente olvidado. Salvo en Gran Canaria, en Las Palmas, donde está el Museo Néstor, en el resto del país no se le conoce. Es un artista absolutamente fabuloso y pensaba que era necesario que revisitásemos su obra, traerla a la península y que el resto de la población española e internacional pudiera admirar a un artista complejo, un artista que tiene un lenguaje de base modernista y también simbolista y que trató un conjunto de temas y representó la figura humana de forma claramente subversiva respecto a lo que eran los cánones de masculinidad y feminidad del tiempo en el que le tocó vivir, o sea, las tres primeras décadas del siglo XX.

–¿Esas formas subversivas han tenido que ver con ese siglo de silencio?

–Ya en vida él recibió algunos comentarios, algunas invectivas por parte de algunos sectores de la crítica de arte y de algunos artistas que consideraban que su manera de representar al ser humano, en donde se fundía lo masculino y lo femenino, el hecho de mostrar hombres amanerados y mujeres con una complexión, digamos, masculina, no encajaban con los valores y las normas de la sociedad y eso molestó y de hecho se le tildó de decadente. No fue el único artista al que se le llamó así, pero sí que fue uno de ellos. Esa podía ser una de las razones. Pero yo creo que el hecho de ser un artista, digamos, de Gran Canaria y creo que el resto de España durante muchísimo tiempo y todavía hoy no mira con la frecuencia necesaria a lo que sucede desde el punto de vista de la creatividad del arte en las islas. Es decir, que la idea de aislamiento relacionada a las islas está presente. Muchas veces lo que sucede allí no tiene repercusión en el resto del país. Son tres horas de vuelo desde Madrid, pero en realidad hay una distancia mayor y es importante que esa distancia, digamos, se reduzca al mínimo posible y que contemplemos y miremos toda riqueza que puede venir, que viene y que existe en Canarias. Y eso creo que también le ha perjudicado.

–¿Esa decisión de regresar a Gran Canaria fue negativa para su proyección?

–Él siempre fue un artista muy internacional. De hecho, de joven, a partir de 1905, cuando estuvo en París, él ya empezó a barruntar la idea de que quería instalarse en París porque se daba cuenta que era la capital fundamental de las artes en Europa. Era la ciudad donde se mostraban las novedades. Pero al mismo tiempo tenía una gran tradición artística y había artistas, digamos, de todo el mundo. Por lo tanto, la dimensión internacional siempre ha estado en Néstor. Pero al mismo tiempo, su creencia, su amor por Canarias, por Gran Canaria en particular, es indudable. Está presente desde el principio de su trayectoria. Hay muchas referencias a la propia flora de Canarias. También a la fauna. Referencias también a las relaciones que él tuvo con creadores y poetas como Tomás Morales, por ejemplo. O sea, que Gran Canaria siempre ha estado presente. Y a partir de 1913 empieza a imaginar lo que después no llegó a hacer del todo, que era el 'Palacio de los Elementos', donde iba a ubicar esta serie llamada el 'Poema de los Elementos' que no pudo terminar, dedicada a los cuatro elementos, al agua, a la tierra, al aire y al fuego. Él quería ubicarlo en una especie de capilla bizantina, que tampoco pudo ver realizada, pero pensada para que estuviera en Canarias, en Las Palmas. Por lo tanto, la relación con su isla es fundamental. Yo creo que también ahí tiene mucho que ver el enorme afecto que él tenía hacia su madre. Su madre fue fundamental para su trayectoria. Sin ella, yo creo que Néstor no se habría convertido en un artista, porque ella tuvo que enfrentarse a su propio marido para convencerle de que él tenía que seguir estudiando arte, venir a la península, formarse y seguir adelante. La sombra de su madre estaba siempre presente. Su madre estaba en Las Palmas y aunque él estuviera en París, o en Londres, o en Bruselas, o en Barcelona o en Madrid, volvía cada verano a Las Palmas y él trabajaba en Las Palmas. Es fundamental esto. Un tipo tan universal, tanto en sus referencias, como en la gente con la que se rodeaba.

–¿Ese enfoque tan local era común entre sus coetáneos?

–No era tan habitual porque, por ejemplo, muchos de los artistas que incidían en lo local caían sobre todo en el folclore. Caían en lo que se ha denominado la pintura regionalista, es decir, cogían elementos típicos de las tradiciones, de las costumbres de las diferentes regiones de España, no solamente Andalucía, que es de la que siempre se habla más, sino también de otras partes de España, y creaban un lenguaje bastante anquilosado. Y él fundía, claramente, alusiones a lo local canario con elementos que tienen que ver con la gran cultura simbolista europea. En ese sentido, es un artista muy complejo.

Publicidad

–¿Qué es lo que hace a Néstor diferente como artista a compañeros de generación?

–Yo he visto que en la perspectiva del tiempo, el talento de sus obras o el mensaje tan disruptivo que siempre pudo tener presente. Yo en el texto que he escrito para el catálogo, que hemos hecho un catálogo maravilloso, he hablado de él como un artista extemporáneo. Es un artista que, aunque vivió en las tres primeras décadas del siglo XX, lo que le gustaba, lo que le atraía, era el pasado. Es decir, el simbolismo, que es una corriente que surge en Europa los años 80 del siglo anterior. Le atrajo enormemente justamente porque hablaba de un tiempo que no era el inmediato, el cercano. Él, de alguna forma, se apartaba de la sociedad industrial, de esta sociedad productivista, únicamente centrada en el consumo, que ya existía en Europa y en otros lugares del planeta en su tiempo. Por lo tanto, era extemporáneo en ese sentido. Vivía en un momento, pero su mente estaba puesta en otro. Y, al mismo tiempo, lo que hacía, incomodaba. Porque, de hecho, se publicaron algunas críticas feroces contra su obra, tanto en la etapa de Barcelona como también, por ejemplo, en Madrid. Algunos críticos hablaban de su obra como de enfermiza, perversa, digamos, una obra atea. Son calificativos que se han utilizado para hablar de él.

Publicidad

–¿Esas críticas nunca le condicionaron como creador?

– Podemos saber cómo las vivía y de qué forma la influían. Incluso era, a lo mejor, motor para seguir creando en su línea. Parte de la correspondencia que él escribió y que compartió con algunas amistades se ha perdido. Entonces, tenemos en ese sentido una visión incompleta. Tenemos, por ejemplo, una carta del artista catalán Mariano Andreu, que era muy amigo suyo en la etapa barcelonesa, donde le explica la inquina con la que fue recibido su obra 'Epitalamio', que hizo en 1909, y que quería presentar en la Exposición Universal de Bruselas, en el Pabellón Español. Casi estuvo a punto de no llegar a Bruselas porque hubo un sector de la Comisión Organizadora de la Selección de Artistas Españoles en Barcelona que no querían que fuera porque la veían muy incómoda, porque había una representación del propio Néstor tanto con ropa masculina como con ropa femenina. Y eso, evidentemente, rompía todas las casillas y todos los esquemas de la época. Entonces, yo creo que, bueno, en algún momento sí que estuvo un poco... Sintió un cierto resquemor, por ejemplo, por esas críticas, pero siguió adelante porque era una persona muy trabajadora. También tenía gente que le apoyó. Hubo incluso recogida de firmas para dar su apoyo en Barcelona. Y luego, por ejemplo, en Canarias, cuando él lanzó todo el proyecto del tipismo, no todos los habitantes de Las Palmas se lo agradecieron. Hubo gente que consideraba que lo que estaba haciendo Néstor en ese momento era romper toda la tradición de las islas, pero lo que estaba era resignificándola. Por lo tanto, digamos, también que hubo sectores que lo recibieron con uñas y dientes, ¿no? Y sigue habiendo debate. Pero él siguió adelante.

–El famoso traje de Néstor...

–El famoso traje de Néstor, sí.

–¿Ese Palacio que quedó inconcluso nos da una muestra de sus ambiciones como creador?

–Sí, en efecto, digamos, que su ambición era realmente desmedida. Porque cuando él empezó a vislumbrar lo que quería hacer, estamos hablando de unos años en los que él tenía veintipocos años de edad. Y ya pensaba en la posibilidad de construir un espacio para ver dónde podía ubicar su obra. Y, bueno, luego tenemos también aquí en esta exposición diseños de lo que sería el Pueblo Canario, donde está el Museo Néstor, que él no pudo ver en vida y que finalmente lo culminó su propio hermano, Miguel Martín-Fernández de la Torre, y se inauguró en 1956 en pleno franquismo.

Publicidad

–¿Construyó eso una percepción errónea sobre su figura?

– Eso creo que también le ha perjudicado. El hecho de que algunas personas, algo que a mí se me escapa y no entiendo en absoluto, porque alguien como él, que era masón, que era homosexual y que tenía amistades, pues, cercanas a una forma de pensar muy libre, como Manuel Azaña, por ejemplo o Federico García Lorca; también conoció y tuvo bastante relación con Rafael Alberti, digamos, aunque él no tenía ninguna militancia política, nunca se habría adscrito a ningún partido político, ni nada por el estilo, pero nada tenía que ver con el franquismo, aunque el franquismo sí que trató un poco de manipularlo y de utilizarlo a su favor. Pero hay que saber leer la historia con una mirada mucho más abierta y más compleja. Es complicado entender que una persona, con ese discurso pueda estar encasillada dentro de un régimen dictatorial.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad