Entrevista a Elina Garanca/ Mezzosoprano
«Tengo poco que perder, me toca apretar y disfrutar al máximo»Elina Garanca se estrena el miércoles en el Teatro Real con la versión concierto de 'Luisa Fernanda' que cantó el viernes, en el Auditorio Alfredo Kraus
La mezzosoprano letona Elina Garanca, una de las mejores cantantes líricas del mundo, encabezó este viernes el elenco de la versión concierto de 'Luisa Fernanda', junto a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), dirigida por Karel Mark Chichon, en el Auditorio Alfredo Kraus. El concierto se repite el miércoles en el Teatro Real de Madrid, donde debuta la cantante.
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-Comentaba en la rueda de prensa previa al concierto de este viernes que siempre le han gustado los retos y que entiende que, por una cuestión idiomática, afrontar el protagonismo de 'Luisa Fernanda' en esta versión concierto con la OFGC, en el Auditorio Alfredo Kraus y en el Teatro Real, es como lanzarse a una piscina llena de tiburones. ¿Qué le motivó a lanzarse?
- [Risas] Es algo diferente. Karel tenía esa idea, porque hace tres años canté zarzuela en Madrid. Me planteó que hiciera un papel concreto y que si decía que sí, lo incluiría en la temporada. Y dije que sí. Poco a poco fue creciendo, porque en principio solo iba a cantar 'Luisa Fernanda' en la isla. Después se amplió a Madrid.
«Si emociono al público me siento útil, pero a menudo me pregunto para qué lo hago, por los sacrificios»
-¿Cuánto tiempo lleva preparando esta Luisa Fernanda?
-¡Semanitas y semanitas! Tuve un periodo en el que contaba con pocas horas al día, por un verano súper ocupado. Estudiar un nuevo papel de forma paralela a otros compromisos es muy difícil. Implica cambios técnicos y después está la concentración, porque si estás siete u ocho horas en el teatro ensayando una cosa, cuando acabas no tienes más capacidad emocional o mental para estudiar otra. Tenía grabaciones y en el avión y en el coche las iba escuchando. Mientras estaba con 'Aida', en Berlín, en mis días libres estudiaba el papel con profundidad y seriedad.
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-Demuestra tener mucha capacidad para memorizar y estudiar...
-Al ser versión concierto vamos solo con la música. Pero, obviamente, requiere tiempo. No es un papel extra complicado desde un punto de vista vocal. Lo difícil es el texto, por la pronunciación adecuada y las exclamaciones, con las 's' y las 'r'.
-Su gusto por la música española es una herencia familiar, ¿no es así?
-Sí, mi madre era cantante. Cuando actuaba, cantaba Falla, Obradors y todos esos compositores ya los escuchaba en casa.
-¿Por qué ha tardado tanto en llegar su estreno en el Teatro Real?
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-¡Yo que sé! [risas]. Cada cantante tiene su mercado, todo depende de las ofertas que te llegan, dónde empezaste la carrera... Ahora me estreno en el Teatro Real y tengo planes para volver después. Siempre digo que no hay que estar al principio de todas las fiestas, a veces es mejor llegar con un poquito de retraso.
-Y llega a la fiesta con un reto mayúsculo como es ser la primera cantante no hispana que protagoniza una zarzuela, en este caso en versión concierto, en el Teatro Real...
-Este año ha estado lleno de muchos debuts. Veo ya con muchas ganas la llegada de la Navidad, para estar en casa tranquila, tomando unas galletas con las niñas. El 'Parsifal' del verano y 'Aida', en Viena y Berlín, creo que han acabado afectando a mis nervios.
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- 'Luisa Fernanda' requiere estudio y mucha atención, pero imagino que lo ha planificado como una especie de descanso tras otras producciones dramáticas, mucho más exigentes desde un punto de vista vocal. ¿Es así?
-Es parte del éxito de una carrera larga. ¡No puedes cantar sin parar papeles súper dramáticos! Tras cantar tres producciones de 'Aida', tengo claro que ahora me toca dejar el rol de Amneris un poquito. La ligereza de la música de 'Luisa Fernanda' necesita una vocalidad alta y flexible y eso me viene ahora muy bien tras 'Aida'. Así he planeado mi carrera. Nunca he pasado de una producción dramática a otra sin haber descansado antes.
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-¿El hecho de que viva en España desde hace años ayuda a lograr el tono y el salero español que requiere su papel protagonista de 'Luisa Fernanda'?
-Sí, pero creo que es algo que viene del interior. Cuando bato los huevos por la mañana lo hago rápido. Cuando corto el pan, también. Mi 'tempo' no es alemán, de ir despacio. Esa chispa creo que la tengo. Puede que a veces parezca que soy más tímida, pero es por falta de confianza. Pero ahora ya tengo poco que perder [más risas ].
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-En Gran Canaria, por las veces que ha venido a actuar, ya debe sentirse como en casa...
-Sí, tengo ya media casa [ríe de nuevo]. Siempre que puedo, camino desde el hotel una media hora por Las Canteras viendo el mar. Lo paso muy bien.
-¿Fijará la residencia familiar en la isla en un futuro?
- ¡Tampoco se vive mal en Benalmádena! [más risas]. Esa pregunta la podría contestar más Karel, ya que él pasa mucho más tiempo en la isla que yo. Pero está claro que se trata de un lugar que está ajeno al mundo más agresivo y eso me gusta.
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-¿Qué roles tiene previsto estrenar en los próximos meses?
-Será en la Scala de Milán, con la princesa Eboli de 'Don Carlo', el 7 de diciembre, lo que supondrá un extra de estrés de nuevo. Debuto el Judit de 'El castillo de Barbazul' de Béla Bartòk, en Nápoles. También estoy preparando una nueva grabación discográfica y en marzo se publicará una que ya hice. Todo necesita un tiempo. Tengo unas giras también de conciertos de 'lied' y necesito preparar un programa de 30 canciones. Requiere tiempo para meter todas las canciones en la cabeza, para escuchar las grabaciones, después está la familia...
-¿Cómo logra compaginarlo todo?
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-A veces durmiendo poco y viendo poco a las niñas. Y hay ocasiones en las giras en las que me siento muy sola.
-Debe de ser duro, ¿no es así?
-Sí, por eso a veces te preguntas para qué lo haces. No es una cuestión de arrogancia. Cuando estoy en el escenario y la producción va bien, gozo mucho. Es un momento muy emocional y de mucha conexión con las personas. Si me dicen que mi voz lleva al público hasta las lágrimas, me siento útil. Siento que puedo servir en algo a las personas. Pero eso es solo una parte del día. El resto de la jornada, Elina también necesita su vida. A mi edad, cada vez me pregunto más a menudo que para qué lo hago. El éxito lo disfrutas. No es una cuestión de arrogancia, repito, decir que ya lo he conseguido todo. La persona que está por medio te pregunta: «¿Y yo qué?»
-¿Se ha planteado una edad concreta para poner fin a su carrera sobre los escenarios?
-No lo sé. Siempre había dicho que con 53 años iba a parar, porque ya tendría 30 años de carrera profesional. Con los planes que tengo ahora, ya sé que a los 53 no voy a parar. Soy una mujer. La menopausia es un tema. Tengo muchas colegas que han entrado ya en ese periodo y les ha afectado. No sé lo que me pasará a mí. Otra razón para plantear el final es que no me gusta repetirme. Por eso he dejado bastantes papeles. Me daba la sensación de haberlo dicho todo en ellos y me daba la sensación de que me estaba repitiendo y no los vivía con la misma curiosidad. También tengo que reconocer que me gusta enseñar, trabajar con jóvenes. Tengo el sueño o idea de que llegue el momento de crear una academia para enseñar a los alumnos no solo cómo cantar, sino también responderles a muchas preguntas que nadie te explica sino que tienes que descubrir tú mismo. Por ejemplo, cómo vas a las audiciones cuando acabas de estudiar, cómo negocias con agentes, cómo te presentas a los teatros, cómo eliges un teatro u otro... Muchos jóvenes me lo preguntan. Creo que con las conexiones y la experiencia que tengo les podría ayudar mucho. Tienen que asumir que no todos van a tener una carrera profesional. No sé por qué yo la he tenido. Imagino que lo he conseguido por mi manera de estructurarla, por la variedad del repertorio, cantando ópera, lied, orquestal, sacral... y por cuándo, cómo y con quién he cantado. Todo eso ha ayudado. Pero no todas las personas pueden llevar ese estrés. Ni lo necesitan.
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-Algunos críticos dicen que últimamente todos cantan igual, sin distinciones personales entre los cantantes, con la mirada fija en la perfección técnica. ¿Comparte esa visión?
- Claro, porque escucho las grabaciones. Creo que se debe también a que todos somos multitareas y no podemos centrarnos en algo particular. No sé si eso es bueno o malo. Si te quedas en un solo estilo, igual es muy poco. Y cuando eres joven no sabes cómo hay que hacer la carrera. Yo creo que el problema no es de los cantantes, sino de los directores de orquesta que no saben a veces las diferencias entre Mozart, Verdi y Puccini a la hora del estilo del fraseo, de la forma de atacar las notas... Esos detalles los conocen muy pocas personas y por eso algunos lo cantan todo igual. El fraseo entre Puccini y Massenet está en mundos distintos.
-¿Ha visto durante todos estos años a compañeros con grandes talentos que se han quedado en el camino antes de tiempo por elegir mal los roles?
- Conozco a algunos. Cada uno tiene sus cositas. Todas las personas tienen sus crisis. Yo también las he tenido. Lo que pasa es que quizás las escondí un poquito mejor o cuando me estaba pasando algo, vi que necesitaba ayuda. Nunca, nunca me he avergonzado de decir que algo no iba bien y que necesitaba ayuda. A veces necesitas tener a alguien que te diga que estás haciendo las cosas mal y que tienes que parar un poquito y te diga: «Vamos a arreglarlos juntos». Los agentes, los directores de teatro y muchos maridos son parásitos que viven de tu bien.
-¿Se construyen mejor y duran más las carreras líricas diciendo que no a muchas propuestas que llegan que aceptando todas aunque se sea consciente que no se ajustan a las características personales o que no es el momento adecuado?
-Claro que sí. Hay que conocer el momento. En ocasiones te tienes que empujar a ti mismo y decir que sí, cuando es que no. Hay que tener las ganas de impulsarse a uno mismo. Creo que el gran problema es que no hay tantos grandes profesores que te conozcan desde hace muchos años y te ayuden a caminar. Los cantantes, cuando nos sale la primera vez muy bien, pensamos que siempre será así. Los fallos y los defectos entran poco a poco y estás tan acostumbrado que lo ves como algo normal. Por eso necesitas tener a alguien que te levante la cabeza y te diga: «Así, no». A parte de esto, hay que decir que lamentablemente muchos teatros y agencias te dicen que si no puedes, se lo dan al siguiente. No te saben valorar correctamente. Siempre digo que un pato nunca será un cisne. Los dos pueden nadar y volar pero uno es un pato y el otro es un cisne. Cada uno es bonito, pero son distintos. Si un pato intenta toda su vida ser un cisne, se acabará quemando y se sentirá mal. Y al pato, lo mismo si intenta ser un cisne. Hay que asumirlo sin arrogancia y eso necesita un tiempo, lo digo con todo el amor y el respeto que tengo hacia mis compañeros. Una parte de mi éxito ha sido que muchas personas me decían que «sí, sí, sí que puedes» y yo les decía que «no, no, no». Hasta que llegaba el momento en el que sí que podía y entonces... ¡guau! Todos los procesos lo he preparado con mucho detalle. Nunca puedes decir que estás al cien por cien, pero cuando salgo al escenario salgo al menos con un 90%, que es lo máximo al que puedo llegar en ese momento. Mi rol de Amneris de 'Aida', con el que he tenido mucho éxito, lo he preparado durante tres años. Kundry, de 'Parsifal', también. Me vino bien el covid y al estar todo el año en casa, lo trabajé mucho con mi profesor. En todos mis debuts siempre está en los últimos ensayos y en el estreno. Estuvo en Viena, en Bayreuth, estará en la Scala y también en Madrid.
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-¿Cómo afronta esos estrenos en los que hay tanta expectación entre el público y la crítica por verla cantar?
-Cada concierto es igual. Lo que da la experiencia es que los nervios y la energía que crece a tu alrededor las coges y las conviertes en lo que necesitas para actuar. Mis rodillas tiemblan siempre antes de salir. Ahora soy capaz de pararlo, me concentro en otra cosa. Debuté este año en Bayreuth tras operarme la rodilla y eso me impidió estar en los ensayos. Pero fui y lo debuté. Si sobrepasas ese estrés, todo lo demás es una repetición de momentos como esos.
-¿Considera su puesta de largo en ese festival wagneriano como uno de los momentos más destacados de su carrera?
-Fue una experiencia inolvidable. Fue algo más allá de ser una cantante. Una cuestión entre países. Alemania, Letonia, la primera cantante letona que estaba allí. ¡'Parsifal'!, yo cantándolo cuando empecé con barroco y Mozart. Y ahora cantando Wagner. Fue algo muy particular.
-Si le suma Amneris es el segundo Everest que asciende dentro de su trayectoria como mezzo...
-Sí. Con 47 años tengo muy poco que perder. Me toca apretar al máximo. Ahora o nunca. Siempre les digo a mis alumnos jóvenes que se planteen qué papel les gustaría en su plenitud y cuál es su teatro soñado. Creo que un cantante, con todo lo que estudia y con las subidas y las bajadas que tiene la carrera, entre los 45 y 50 años tiene que tener su mejor momento. Si logra extenderlo diez años más ya es un lujo tremendo. Todo el trabajo previo consistió en llegar hasta este punto. Ahora ya solo toca disfrutarlo al máximo.
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