Marta García: «Berndtson llegó a Canarias buscando un espacio de calma y reinvención»

La llegada de la pintora alemana Gina Berndtson (1909-2001) a Canarias no puede entenderse sin comprender el complejo escenario político-social e institucional que acontecía en las islas a comienzos del siglo y XX hasta los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

En ese contexto, la historiadora e investigadora honorífica de la Universidad de Kent del Reino Unido, Marta García Cabrera, pretende arrojar luz sobre la figura de la enigmática artista y sobre el papel que jugó la comunidad alemana en el archipiélago en dicho periodo temporal. Y lo hará en la segunda conferencia titulada 'Historias cruzadas en el Atlántico. La comunidad alemana de Canarias durante la primera mitad del siglo XX', que impartirá este miércoles, día 11 de junio, a las 19.00 horas, programada en el marco del ciclo denominado 'Gina Berndtson en perspectiva: mujer, arte e historia', que la Casa de Colón organiza con motivo de la muestra dedicada a la creadora que, comisariada por Mave Delisau, puede visitarse en el centro de Vegueta hasta el día 15 de junio.

Marta García, cuyas líneas de investigación se han fijado en el análisis de la propaganda y los servicios de inteligencia durante el siglo XX, subraya que la figura de Gina Berndtson es profundamente significativa porque condensa muchas de las tensiones de su época. «Fue una mujer que, tras haber vivido en Alemania y en Suecia durante los años más convulsos del siglo XX, llegó a Canarias buscando un espacio de calma y reinvención personal. Su biografía nos habla de exilio, pero también de resiliencia creativa. Fue la primera mujer que realizó una exposición individual en Gran Canaria, lo que la convierte en una pionera, casi sin proponérselo. A pesar de su intento de discreción (y de su estrategia de ocultar su origen alemán en un momento muy delicado), su presencia tuvo un impacto simbólico importante. Su caso nos recuerda que muchas mujeres artistas no solo tuvieron que luchar por reconocimiento en un mundo dominado por hombres, sino también por su derecho a existir y producir en contextos adversos, marcados por la guerra, el exilio o la censura ideológica e incluso simbólica».

Para la historiadora este ciclo impulsado por la Casa de Colón representa una oportunidad extraordinaria para articular un diálogo entre el arte, la historia y la memoria. «Recuperar figuras como la de Gina Berndtson no solo enriquece nuestro patrimonio artístico, sino que también nos obliga a revisar nuestras propias narrativas culturales e identitarias», añade. «¿Qué significa ser canario o extranjero en un contexto como el de los años 40? ¿Qué papel jugaron las mujeres artistas en un entorno tan restrictivo? ¿Cómo se gestionaron las identidades tras un conflicto global? Estas son preguntas que no se resuelven en una sola exposición, pero sí pueden empezar a formularse desde espacios como este, capaces de abrir caminos para una historia más diversa, más plural y crítica. Sin olvidarnos, tampoco, de esa tan importante perspectiva de género que, a veces, en periodos como este, es muy difícil de mantener y cuidar», puntualiza.

Conocida por sus publicaciones sobre el impacto del nazismo y la Segunda Guerra Mundial en el archipiélago canario, centrándose especialmente en el papel jugado por la inteligencia y el espionaje, Marta García cree que la llegada de la pintora a Gran Canaria, que residió en numerosos lugares y cuya vida y trayectoria pictórica estuvo jalonada por peculiares circunstancias, no estuvo motivada por una razón política, sino más bien atendiendo a una dimensión cultural e incluso espiritual. «Muchos alemanes vieron en Canarias un refugio climático, un espacio para el desarrollo científico/artístico e incluso para el establecimiento de una nueva vida lejos de las tensiones europeas», agrega la historiadora Marta García Cabrera, autora de libros como 'Bajo las Zarpas del León', 'Propaganda and Neutrality' y 'Deutsche auf den Inseln! La colonia alemana de Canarias y la huella del nazismo', publicado en 2023.

«La comunidad alemana dejó aportes valiosos: contribuyó a la vida económica, científica y cultural de las islas, generó redes educativas y promovió intercambios internacionales muy potentes (antes, durante y después de los convulsos años de mediados de siglo). Pero también es cierto que una parte de esa comunidad sirvió como extensión exterior del Tercer Reich, facilitando redes de propaganda, espionaje, vigilancia, instrucción y control político. Estudiar ambas caras de esta realidad no solo es un ejercicio de justicia histórica, sino también una condición para poder pasar página de forma honesta», comenta García.

«Sin embargo, es importante subrayar que no todos los ciudadanos alemanes residentes en Canarias durante este periodo formaron parte activa del nazismo. Muchos mantuvieron una relación distante o incluso crítica con el régimen, otros simplemente trataron de sobrevivir en un contexto cada vez más polarizado, e incluso algunos se vieron arrastrados por presiones externas o necesidades prácticas», agrega la historiadora.

Gina Berndtson, siendo una artista desconocida y extranjera, se integró rápidamente en los círculos intelectuales y artísticos de la isla. Contó con el apoyo de personalidades destacadas de la cultura y la política isleña y accedió a los espacios expositivos que centraron la actividad artística en ese momento, el Círculo Mercantil y El Museo Canario. «Curiosamente, tras unos años complicados intentando subsistir en diversas ciudades de Sudáfrica, Gina Berndtson volvió a España y se instaló en Jávea. Aunque realizó varios viajes a Estados Unidos para ver a su familia, Alicante se convirtió en su hogar hasta el final de sus días. En la actualidad, esta etapa está siendo investigada, pues en Jávea se encuentra un volumen importante de la producción de la artista», esclarece Mave Delisau sobre el paradero de la artista tras su paso por Gran Canaria.

Tampoco la hipotética 'neutralidad' política de la creadora puede demostrarse categóricamente, porque Gina Berndtson cambió de nombre, nacionalidad y residencia en múltiples ocasiones, ocultando su verdadera identidad hasta el final de su vida. Como subraya la comisaria de la exposición de la Casa de Colón, Mave Delisau, la creadora «desempeñó un papel controvertido durante la Segunda Guerra Mundial, figurando en los listados de perseguidos por el gobierno nazi y, tras el final de la contienda, residiendo en ciudades donde existían comunidades alemanas significativas y que fueron punto de escala en la llamada 'ruta de las ratas', vías de escape utilizadas por los nazis fugados tras el conflicto».

Los alemanes —conocidos como 'Auslandsdeutsche' o simplemente 'Deutsche auf den Inseln'— formaron una colonia sólida y dinámica cuya influencia se extendió a través de los ámbitos portuario, comercial, hostelero y cultural, gracias a la posición geoestratégica y proyección internacional de Canarias. «Alemania, en su política de Weltpolitik, entendió pronto que necesitaba bases para su expansión marítima y comercial y Canarias ofrecía precisamente esa posibilidad. Las navieras alemanas, las estaciones de suministro, los cables telegráficos y los consulados eran parte de un sistema más amplio de proyección exterior del Reich. Todo un entramado que, durante el apogeo del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se amplió a través de organismos de inteligencia, propaganda y control político», añade la historiadora, «en una densa red institucional que operaba en las islas: consulados activos, colegios oficiales, empresas estratégicas, filiales del partido nazi, redes de espionaje y organizaciones de adoctrinamiento y ocio, que convivían con un día a día en el que, sin embargo, no todos compartían los ideales del régimen», concluye.

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