La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, que rompe un silencio narrativo de doce años. R.C.
Libros

«La amistad entre mujeres es revolucionaria», asegura Chimamanda Ngozi Adichie

«Es inhumano criminalizar a quienes emigran soñando con una vida mejor», dice la nigeriana, que regresa a la novela con 'Unos cuantos sueños'

Domingo, 14 de septiembre 2025

Doce años ha tardado Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, Nigeria, 1977) en regresar a la novela. La autora de la aclamada 'Americanah' lo hace con 'Unos cuantos sueños' (Random House), un historia de quinientas páginas sobre los anhelos y vicisitudes de cuatro mujeres negras. La crítica anglosajona la saludó como «una 'Guerra y paz' feminista». Agradece Adichie la comparación con Tolstoi, «pero me gusta más si quitamos la palabra feminista y se queda en 'Guerra y paz'», ironiza esta contradictoria narradora, dramaturga, ensayista y faro del feminismo. Cree que mujeres y hombres deben redefinir juntos la masculinidad y lamenta que se criminalice los inmigrantes.

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En su esperada nueva novela entrecruza las vidas de cuatro mujeres africanas en plena pandemia: Chiamaka, Zikora, Omelogor y Kadiatou, todas emigradas a Estados Unidos en busca de una vida mejor y con suertes y vidas dispares.

«Es difícil no hablar de inmigrantes en una novela como esta. Quien deja su casa lo hace porque sueña con una vida distinta. Me parece horrible e inhumano criminalizar a quienes sueñan con algo mejor», lamenta la autora nigeriana, que como sus personajes emigró a Estados Unidos.

Portada del Libro. Random House

Admite que su novela es «una celebración de la hermandad femenina», de la sororidad. «La amistad profunda entre mujeres es algo revolucionario. Para mí ha sido esencial: una fuente de sabiduría, de apoyo y de fuerza. Pero hay que saber que la sororidad no es universal, que hay mujeres a las que no les gustan otras mujeres», acota.

Cambios necesarios

«Buena parte de la literatura ha sido escrita por hombres que no representan a las mujeres en su complejidad, y es hora de cambiar eso», propone la escritora. «Para mí es importante hablar del cuerpo y la salud de las mujeres de manera directa», agrega. Pero cree, con todo, que las mujeres «no pueden solventar solas su marginación y las injusticias del mundo», de modo que los hombres «deben ser parte de la solución».

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«Si más hombres leyeran libros sobre las vidas y los cuerpos de las mujeres quizá mejoraría la comunicación entre nosotros», plantea. «Las mujeres leen libros de hombres y de mujeres, pero los hombres leen libros de hombres. Y ahí hay una carencia de conocimiento», asegura la escritora que ha colocado a las mujeres en el centro de su obra.

Cree que se «se necesitan más mujeres en lo que consideramos literatura seria: la que aborda la humanidad confusa y compleja de las mujeres. Hay temas que damos por sentado que nos parecen que son gran literatura, pero no representan a las mujeres en su complejidad», insiste.

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«No me gusta la expresión 'masculinidad tóxica', dice la escritora nigeriana, para quien es necesario «redefinir la masculinidad» porque «hoy limita su significado». «Los chicos crecen con una idea irreal la masculinidad. La violencia contra niñas y mujeres no decrece en el mundo y para combatirla es importante no centrarnos solo en las víctimas y b hacerlo también en los agresores», reclama. «¿Qué está pasando con los chicos y su educación? ¿Qué estamos haciendo mal?», se pregunta.

«Es importante redefinir la masculinidad, insisto, y con eso no abogo por una masculinidad femenina. Tenemos que ir hacia atrás y revisar algunas ideas que a veces se consideran anticuadas, pero que significan valentía, fuerza en positivo y justicia», propone.

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Acusada de transfobia

El reconocimiento de su enorme talento narrativo no ha librado a Chimamanda Ngozi Adichie de acusaciones de transfobia por afirmar que las mujeres trans mantienen algunos privilegios por ser socializadas como hombres. También se puso en duda su compromiso feminista tras revelar que tuvo gemelos mediante gestación subrogada, lo que le permitió avanzar en sus proyectos narrativos. Los vientres de alquiler son legales en el Estado de Maryland, donde la escritora reside buena parte del año, pero su maternidad se considera una aberrante contradicción en una figura aclamada por el ensayo 'Todos deberíamos ser feministas' (2014).

Ella no se ha considerado nunca una activista y repite que no llegó a la literatura por militancia, sino por pasión. «Esta es mi novela adulta, como madre y como una persona que ya no tiene padres», dice de 'Unos cuantos sueños', uno de los títulos más esperados de le 'rentrée' editorial.

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Incertidumbre creadora

«He necesitado doce años para acabarla y la ha escrito una persona muy distinta a la que escribió mis otras novelas», explica su autora en un videoencuentro con periodistas hispanos. «He sido una persona bastante segura sobre mí y sobre el mundo, pero la reciente pérdida de mis padres y el duelo me han enseñado a abrazar la incertidumbre como motor creativo», explica. Una incertidumbre que «me dio libertad». «En los cursos de literatura te enseñan que se escribe de veras cuando quitas, cuando podas los textos, pero mis frases son ahora más largas; me dejo llevar más de mi amor por el lenguaje», se felicita.

«La escribí bajo la sensación de duelo, pero no es una novela triste. Espero que el lector encuentre el humor, que es muy importante. Es crucial reír en la vida», sostiene.

Chimamanda Ngozi Adichie. R.C.

«Escribiría aunque nadie me leyera. No me puede la presión exterior, pero sí la interior; soy mi mayor crítica», asegura la narradora. «El éxito no te protege de las dudas personales», afirma la autora de títulos como 'La flor púrpura' (2003), 'Medio sol amarillo' (2006), 'Algo alrededor de tu cuello' (2009) y 'Americanah' (2013), el libro que la consagró como una de las voces más aceradas y comprometidas de su generación.

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«Espero que dentro de cien años alguien me lea y tenga una idea de cómo vivimos hoy. La literatura es fundamental para los seres humanos. Me emociona que mis novelas sean útiles y hagan pensar sobre una cuestión social y política. Pero no escribo para participar de un debate político y social», concluye.

Nafissatou Diallo, la camarera de hotel en en 2011 denunció por acoso sexual Dominique Strauss-Kahn, entonces presidente del FMI que inspira a una de las protaginistas. EPA

«Solo en el delito de acoso sexual se pone el foco en la víctima»

El personaje de Kadiatou, una de las cuatro mujeres que protagonizan la novela de Adichie, se inspira en Nafissatou Diallo, la camarera de hotel guineana que acusó de una grave agresión sexual en 2011 al francés Dominique Strauss-Kahn, entonces todopoderoso director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Le impactó su «terrible» cobertura mediática, que a su juicio «hizo que la gente empatizara más con Strauss-Kahn que con ella». Sintió, con todo, «cierta esperanza en el sistema de Estados Unidos». «Cuando arrestaron a Strauss-Kahn me sentí orgullosa del país y conecté emocionalmente con Diallo», confiesa la escritora.

«El acoso sexual es el único delito, el único crimen, en el que en lugar de poner el foco en el autor, en el perpetrador, se pone el foco en la víctima», lamenta. «Si vas a denunciar algo debes asegurarte de que eres como un ángel perfecto. Si no es así, tienes las de perder. Eso es como lanzar a las mujeres un terrible mensaje: no denunciéis acoso sexual porque tenéis las de perder. Y eso a mí me impactó», asegura.

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