Antonio Quintana Guerra (Cleto), vecino de El Juncal durante la grabación del documental. C7

El uso del silbo en Gran Canaria está en vías en extinción pero sobrevive

La práctica del español silbado para hablar a larga distancia se reduce a un grupo de octogenarios del oeste y el interior

Jesús Quesada

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 11 de junio 2022

Aunque «está en la UCI», el uso tradicional del silbo para conversar a larga distancia «está vivo y se puede salvar» en Gran Canaria. Así lo cree David Díaz, autor de la investigación sobre la supervivencia de esta práctica en la que se basa el documental de Macaronesia sobre sus últimos practicantes, casi todos octogenarios, que se acaba de estrenar.

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Hasta 16 silbadores, de los 38 que Díaz conoció hace una década, aparecen en los 46 minutos del documental, la tercera fase de una investigación sobre los practicantes «por pura necesidad» del ancestral lenguaje articulado, en vías de extinción desde mediados del siglo pasado pero que debió ser más común en la isla en tiempos anteriores.

Quienes todavía saben comunicarse con el silbo son, sobre todo, antiguos pastores que mantuvieron el uso practicando con personas de su entorno. Son en su mayoría hombres, como Moisés Medina Castellano, de Juncalillo; Antonio Quintana Guerra (Cleto), de El Juncal; José Pérez Díaz, de El Carrizal y Siberio; y Jacinto Díaz González, de Tasartico. Pero también hay mujeres, como Milagrosa Molina Santiago, de Guía.

José Pérez Díaz, de El Carrizal y Siberio, practicando el silbo que aprendió a usar siendo niño. C7

Los últimos silbadores viven en el oeste y en el interior, en lugares poco poblados y diseminados de tradición rural como Tasarte, Tasartico, El Juncal, Juncalillo, Taidía y Guayadeque, entre otros. Según David Díaz, profesor de Secundaria y de silbo, se concentran en cinco zonas: el municipio de La Aldea de San Nicolás, las cumbres (Tejeda y Artenara), los altos del Norte, la caldera de Tirajana y los altos del Sureste.

La mayoría aprendieron a sustituir el lenguaje hablado por el silbo con otros pastores, de niños y cuidando ganado en los barrancos y los montes, donde esta herramienta les permitía comunicarse sin tener que caminar varios kilómetros por lugares escarpados para quedar, dar un aviso o contar, por ejemplo, dónde habían visto una cabra.

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Moisés Medina Castellano, de Juncalillo, es otro de los últimos silbadores de Gran Canaria. C7

Algunos de los últimos silbadores han fallecido estos años, otros han perdido la capacidad de silbar y el practicante más joven que aparece en el documental tiene 59 años. Aún así Díaz es de la opinión de que el relevo está asegurado y de que no se perderá la práctica de este patrimonio inmaterial de origen norteafricano. Los cursos presenciales y online de la Asociación Yo Silbo contribuyen a ello.

El silbo en varias islas

David Díaz, doctorando en Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, sostiene abiertamente que el lenguaje del silbo se usaba en varias islas desde la etapa aborigen, y no solo en La Gomera. Mantiene que existe una certeza documentada de su existencia histórica en El Hierro, Gran Canaria y Tenerife e indicios de que también se practicaba en La Palma, Lanzarote y Fuerteventura. «Es un legado cultural que vino con los primeros pobladores», comenta.

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