La romería-ofrenda que cimenta Gran Canaria: todos fueron p'al Pino
Lleva 73 ediciones, pero este año cayó en domingo y se notó. Deparó cifras de récord: 60.000 personas a lo largo del día y 30.000 kilos de alimentos
El alcalde de Teror, José Agustín Arencibia, lo tiene claro. Lo apuntó anoche nada más acabar la romería de la Virgen del Pino. «Teror es símbolo de la identidad insular». Y lo es gracias a la patrona de la isla, capaz de cimentar la identidad de miles de grancanarios, sean o no creyentes.
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Este domingo fue otra prueba, esta vez, con cifras de récord, por eso el presidente del Cabildo, Antonio Morales, centró en los números sus palabras tras el acto. Estos días participarán de estas fiestas 300.000 personas, un tercio de la población insular. «Es una edición histórica», añadió.
A lo largo del día Teror acogió en sus calles a más de 60.000 personas, 40.000 de ellas durante la romería. Y se recibieron 30.000 kilos de alimentos fruto de la solidaridad del Cabildo y de los 21 municipios de la isla, unas 6 toneladas más que en 2024. Se presentaron ante la patrona con 22 cargadas carretas, acompañados de sus respectivos grupos folclóricos, la mayoría de ellos dotado de cuerpo de baile.
El acto tradicional más multitudinario que se celebra cada año en Gran Canaria lleva 73 ediciones a sus espaldas, pero este año cayó en domingo y se notó. Hubo más gente, y no solo eso, más gente joven, como también subrayó el rector de la basílica del Pino, Jorge Martín de la Coba. Habló, entre otros sentimientos, de «esperanza», y lo puso sobre la mesa porque «esta romería va cogiendo cada vez más identidad y se va pasando de generación en generación».
Quedó patente entre los peregrinos, entre los que cada vez baja más la media de edad. Pero también en la propia ofrenda, donde el público vivió con ternura el estreno de Ágatha, una bebé de 8 meses que se presentó ante la Virgen en el regazo de Sofía, de solo 6 añitos, y a lomos de la mula Negrita, que mandaba otro niño, Ángel. El obispo, José Mazuelos, presente durante todo el acto a los pies del trono junto al prelado auxiliar de la diócesis, Cristóbal Déniz, no fue ajeno a lo simbólico de la escena y se acercó a bendecir a la criatura.
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Desfilaron entre los primeros, justo detrás de los tres ganados que encabezaron la comitiva, que empezó con puntualidad casi británica, a las 16.00 horas, cuando la Virgen salió y se situó bajo la fachada de su iglesia, y que discurrió relativamente ágil, durante cuatro horas, quizás fruto del deseo de evitar el fuerte bochorno reinante. Lo cierto es que los tres chiquillos son nietos de un histórico, Domingo Déniz, cabeza de familia de esta estirpe que hace de patriarca de un grupo de arrieros de Teror montados en mulos y burros cargados de plátanos, papas, lecheras y pan. Llevan viniendo así unos 10 años. Y seguirán.
Homenaje
Martín de la Coba habló también de compromiso y eso es justo lo que destila Yunaira Vera, que a sus 11 años ha asumido mantener vivo el legado de una tía suya que falleció hace 5 años, Sheila del Pino García, y en cuyo homenaje recitó este domingo una décima cuando el ganado de su abuelo, Antonio García, de Arucas, que lleva 47 años participando, llegó a los pies de la Virgen.
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«Te digo esta poesía queriendo rendirte honores, de parte de los pastores de esta isla tuya y mía, la víspera de tu día, querida Virgen del Pino. La familia nuestra vino sin ella, pero con ella, pues convertida en estrella, es quien nos marca el camino», declamó ante todos en recuerdo de Sheila, que también recitaba.
Yunaira se sumó con su gesto a una feliz tradición impulsada por el verseador Yeray Rodríquez hace 13 años, que hace que 52 niños y niñas den paso en forma de 44 décimas espinelas y por parejas a cada una de las 22 carretas. Son niños de este colectivo, precisamente, los que asumen también la representación en Teror de las ocho islas canarias. En esta edición vinieron de Caleta de Sebo (La Graciosa), Arafo (Tenerife), La Frontera (El Hierro), San Bartolomé (Lanzarote), El Paso (La Palma), Tuineje (Fuerteventura), Vallehermoso (La Gomera) y Las Palmas de Gran Canaria.
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En cualquier caso, este domingo no fueron estos chiquillos las únicas personas que llegaron de otras islas del archipiélago a honrar a la patrona de Gran Canaria. Por un lado, desfiló una representación del municipio tinerfeño de Candelaria, con el que está hermanado Teror, y que encabezó su alcaldesa, María Concepción Brito. Y por otro lado, actuaron también la Parranda Los Toledo, de La Graciosa, la agrupación folclórica Los Trigales de Icod el Alto, de Los Realejos (Tenerife) y la también agrupación Tejeguate, de La Frontera, en El Hierro.
Este grupo protagonizó uno de los momentos más emotivos de la tarde. Tras años de ausencia de aires herreños en esta romería, tambores, pitos y chácaras encendieron de emoción la plaza. El público agradeció con generosos aplausos el derroche de sentimientos del entregado cuerpo de bailarines, que culminaron su actuación de rodillas ante la patrona grancanaria.
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La romería fue un ejemplo de identidad, pero también de integración y diversidad que juntó a personas de más allá de los mares de las islas. Artenara lleva dos ediciones sin uno de sus emblemas, Paca Díaz, fallecida en 2023, pero este domingo desfiló con 23 chiquillos que acoge en su centro de menores migrantes y que proceden de Mali, Senegal, Costa de Marfil... Iban ataviados con ropa típica y uno de ellos, Ian Nesso, le recitó unas décimas a la Virgen.
Su pareja en la puesta en escena, Haridian Armas, le precedió y le dedicó sus versos. 'Con todo su amor proclama su gran fervor hacia ti, un joven que canta así, tiene corazón bastante, para dar a sus semejantes, toda la ayuda y cariño que ha de tener cualquier niño, también cuando es un migrante'.
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Y como los niños, y el futuro, fueron una de las sensaciones de la romería, tampoco pasaron desapercibidos los bailarines benjamines de Coros y Danzas, que acompañaron a la carreta de Ingenio. Fueron apenas una representación de varias categorías de una escuela que hoy en día forma a 190 chiquillos, según explicó a pie de baile su director, David Castellano.
Si Ingenio lució juventud, Santa Lucía de Tirajana presumió de uno de sus baluartes. Aprovechó su paso por Teror para homenajear a su artesano más veterano, Juanito Ramírez. A sus 94 años protagonizó la carreta del municipio santaluceño y aprovechó para pedirle a la Virgen que, si es posible, le dé vida para otros 20 años más. «Tampoco pido tanto», bromeó mientras no paraba de trabajar la pieza de fibras vegetales en la que andaba liado. Es un maestro en el manejo del junco y la enea o anea.
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José Miguel Vera, presentador del acto, le hizo el reconocimiento que merecía. Entre otras cosas, porque es de su pueblo, donde ejerce como concejal. Lleva años de maestro de ceremonias en Teror, una función de la que se ausentó unos minutos para desfilar junto a la carreta de los suyos, la de Santa Lucía.
No fue el único cargo público que se desdobló en la romería. Sin ir más lejos, Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán, dejó unos instantes la institucionalidad de sus funciones y tras saludar a las autoridades eclesiásticas, se unió al cuerpo de baile de la Escuela de Folclore de Mogán y se marcó unas seguidillas junto a Eduardo Ramírez, su pareja para el acto romero.
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La carreta de este municipio fue de las más cargadas, un esfuerzo extra para los entre 40 y 50 voluntarios que se pasaron la tarde recogiendo y clasificando los alimentos que luego Cáritas distribuirá entre las familias de los más necesitados. Francisco Santana, uno de los más veteranos, cuenta que armaron 566 cajas de cartón y que al final se llenaron todas, o casi todas.
Su compromiso y el de todos los que aportan su granito de arena para esta fiesta se antojan la cara más solidaria de un acto que, un año más, transcurrió sin incidentes. También fue un derroche de ingenio, como el que destilaron algunas carretas, algunas especialmente trabajadas, como la de San Bartolomé de Tirajana, que reprodujo con 11.000 granos de judías, legumbres, garbanzos y café la tabla pintada de Santa Águeda, en El Pajar. Ella cerró el desfile.
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