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«No he visto nunca un reboso como este», aseguraba este jueves Pino Martín en el interior de su casa de San Cristóbal, el barrio marinero de Las Palmas de Gran Canaria en el que reside desde su nacimiento, hace 75 años, y que este jueves amanecía centrado en tareas de limpieza tras una noche menos dura que la previa.
Una vivienda con acceso desde las calles Timonel y Marina que en la madrugada del miércoles inundó, «sobre las dos y pico de la mañana», un mar que entró con tal fuerza que no solo ha dejado inservible los muebles y electrodomésticos de la planta baja, sino que hizo que acabara hospitalizada y su familia se llevara un serio susto.
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«Estaban ella y mi padre achicando agua cuando el mar tiró la puerta y los cogió a ellos detrás. A mi padre lo tiró para un lado y a mi madre de espaldas y se golpeó la cabeza». Así resume Natalia Pérez el percance que sufrieron sus padres, Pino y José Luis, en una noche que fue una pesadilla en este enclave de la capital.
Apunta que viendo la fuerza que iba tomado el mar su hijo se preocupó por cómo estarían sus abuelos y, tras llamarlos y comprobar que estaban en apuros pues la entrada del agua hizo que saltara la palanca, no dudó en acercarse a auxiliarles.
«Vinimos y la Policía no dejaba pasar, pero mi hijo dijo que él iba a entrar, y lo hizo con la Policía», dice Natalia, que vive cerca.
«Gracias a mi nieto», afirma Pino al recordar la situación, pues al entrar y percatarse de que había sufrido un golpe se procedió a su traslado a un centro hospitalario donde le hicieron pruebas que descartaron daños mayores. Por lo que pudo regresar a una casa en la que este jueves aún hacían recuento de pérdidas tras sacar toda el agua, que alcanzó unos 30 centímetros.
«Todos los vecinos vinieron a ayudar», dice agradecida Natalia al recordar cómo los residentes en el barrio echaron una mano en una situación que nunca habían visto. «El mar no solo entró, sino que se quedó y arrancó también la puerta del baño», relata.
Dice que la necesidad agudiza el ingenio y por eso han solventado la falta de puerta en el acceso desde la calle Marina «con la puerta la caseta de la obra» del parque a medio hacer en el solar de Aguas de San Roque, «que reventó con la marea».
Confía en que ahora el Ayuntamiento responda a quienes han perdido algo tan básico como «puertas y ventanas», pues «aunque tengan seguro, como mis padres, no lo cubre».
Además de viviendas, el temporal afectó a negocios de restauración, como es el caso del Punto Marino. Su propietario, José Antonio Acevedo, calcula en unos «1.500 euros de pérdidas en mercancía», además de neveras y congeladores estropeados y la imposibilidad de abrir al público. «Pero peor están los vecinos», indica.
Por eso, desde la asociación de vecinos, Juan Jesús Santana pide ayudas para los afectados y que el Ayuntamiento retome el proyecto de «una escollera semisumergida» que evite que se repita algo similar. «No hay mal que por bien no venga», dice quien cree que esto «ha servido para generar polémica» y que se rescate la propuesta.
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