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Este barco llevaba mucho tiempo varado en el olvido. Pese a ser ya un símbolo de la ciudad, un ancla con la historia marítima y el papel de la ciudad en la conexión con el Nuevo Mundo, las llamas que consumieron parte de su estructura de roble, pino y abeto de Irati hicieron emerger su silueta de las brumas marineras del olvido. En este país nada es tan ensalzador como la muerte.
De no ser por la rápida intervención del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de la capital, la carabela que recordó el salto al vacío de Cristóbal Colón hubiera desaparecido en el tiempo, sin más testigos que las humildes crónicas periodísticas y los lamentos callados de algunos sectores de la población.
Los bomberos necesitaron dos horas y media de trabajo, así como 8.000 litros de agua, para sofocar las llamas. Acudieron un vehículo de primera salida y una cuba. Cuando apagaron el fuego, los bomberos comprobaron que no había heridos ni enseres personales.
Javier Darriba
Desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran -canaria se asegura que, pese a ser un lugar frecuente de pernoctación de personas sin hogar, el barco estaba vacío cuando se produjo el incendio. De hecho, las fuentes consultadas por este periódico indicaron que la última vez que la Niña III estuvo ocupada fue en abril y que la Policía Local la desalojó entonces.
Ahora, el servicio municipal de Mobiliario Urbano va a hacer un informe exhaustivo sobre el estado de la carabela y, en función a su resultado, se va a actuar de una u otra forma. «El informe lo debe realizar un experto en carpintería, pero el estado de la cubierta (por cuestiones de seguridad) dificulta que se pueda evaluar de forma precisa el interior de la nave hasta que se garantice totalmente que las condiciones de seguridad sean plenas para su correcta evaluación», explicaron las fuentes consultadas por este periódico.
El Ayuntamiento ha perimetrado la zona por motivo de seguridad, con el fin de que nadie pueda acceder hasta la nave.
El Consistorio capitalino sospecha que el fuego pudo ser intencionado y cree que guarda relación con los últimos incendios de contenedores de basura en los barrios de Las Torres, Siete Palmas y San Lorenzo.
Desde la asociación canaria de Coleccionistas Marítimos, que preside José Juan Rodríguez Castillo, se solicitó a las autoridades competentes «su pronta reconstrucción». Este colectivo demandó la «necesidad de una acción firme y urgente para la adecuada conservación de nuestro patrimonio marítimo y portuario».
La carabela incendiada salió de los astilleros Castro de La Guardia (Pontevedra), donde se hizo realidad el diseño realizado por el capitán Etayo Elizondo, un experto en los viajes colombinos, según explica José de Armas Díaz en el estudio 'La Niña III y el capitán Etayo. Un ejemplo de militancia contrarrevolucionaria'.
Elizondo -un marinero navarro afincado en las islas- replicó las técnicas navales del siglo XV para construir esta nave, que tras pasar diez días en Galicia, emprendió rumbo a Canarias, pasando antes por Huelva.
Corría el año 1992. En la celebración del quinto centenario del descubrimiento español de América, el capitán Etayo Elizondo siguió los pasos de Colón y llegó hasta República Dominicana, pasando por Canarias, a donde llegó tras ocho días de navegación en alta mar.
Seis años más tarde, la carabela vuelve a surcar las «olas de plata y azul»
A la vuelta, el barco se queda en la capital grancanaria, en la zona del Arsenal, y se llega a pensar en él como la base de un negocio turístico que pretendía enseñar la costa capitalina mediante excursiones marítimas.
Sin embargo, esta intención no prosperó. Y la embarcación de Elizondo se perdió en el olvido.
Una década después, se decide trasladar la embarcación al castillo de La Luz, donde sufrió su segundo proceso de degradación. Pese a que se trataba de realzar el entorno del castillo de La Luz, la nave acabó siendo comida por la carcoma.
En 2012, ante el avanzado estado de deterioro que presentaba, el Ayuntamiento inicia la reparación del casco, una delicada labor que encomendó a las empresas Zamakona Yards, Carcube y Sacsa, bajo la supervisión del Ministerio de Defensa.
Garantizada la estabilidad de la nave, se decide su traslado a la trasera del parque de Santa Catalina, ya en 2014. En principio se había pensado instalarla junto al mercado del Puerto, pero la necesidad de ampliar Eduardo Benot hizo desechar esta posibilidad.
Al final se decidió que el mejor emplazamiento era la trasera del parque de Santa Catalina, pese a que la proa no miraba al mar. El traslado costó a la ciudad 49.914,62 euros y obligó a reconfigurar los jardines.
Sin embargo, desde entonces volvió a caer en un olvidó del que lo sacó el fuego de estos días. En los últimos tiempos dos fuerzas contradictorias seguían decidiendo el futuro de la embarcación: la del desinterés, personalizada en su utilización como refugio de personas sin hogar; y la de la supervivencia, manifestada en los niños que conocían sus historia cuando se acercaban al parque para visitar el museo de la ciencia.
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