Guanarteme levanta otra barricada
Los vecinos del histórico barrio de Las Palmas de Gran Canaria preparan este sábado una nueva movilización contra la especulación inmobiliaria y sus consecuencias en el tejido social
Guanarteme y sus vecinos más combativos preparan una movilización para este sábado, una barricada emocional con la que plantean combatir a la especulación inmobiliaria y la ausencia de abastecimientos mínimos que padecen antes de que «se termine de romper el tejido social del barrio».
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Guanarteme se mueve lleva dos años de acción activa y a pie de calle. Esta organización de resistencia cívica ya ha demostrado en varias ocasiones el poder de movilización ciudadana que ostentan y que esperan exponer, una vez más, en la concentración que el sábado a las 11.00 horas saldrá de la plaza de América en dirección a la plaza del Pilar.
Lidia Cruz Rodríguez es una de las figuras que lidera esta contestataria plataforma, convocante de la manifestación. «Percibo estos días que existe una mayor concienciación que cuando comenzamos a manifestarnos», señala. «Y es que en estos dos años hemos visto que las cosas han ido a peor. Nos están engullendo las grandes constructoras, desapareciendo los elementos característicos de la historia del barrio. Las generaciones más jóvenes no pueden emanciparse», añade.
Vivienda inaccesible
La lista de argumentos con las que están llamando a la reacción en las calles es amplia: señalan que durante lo que va de año el precio medio de la vivienda ha subido en la zona un 13,4%, que el aumento continuo y sin control de nuevas viviendas implica más tráfico, ruidos y colapsos de vías o que el exceso de cemento e inexistencia de zonas verdes convierten el barrio en una isla de calor que afecta a la calidad de vida de sus residentes.
Hace tiempo que el viejo barrio de factorías y viviendas de autoconstrucción mudó de piel y creció en altura. Desaparecieron las casas unifamilares y allí crecieron edificios que, denuncian los vecinos que resisten, les han robado el sol. Todo eso que se llama progreso no ha crecido de manera sostenible.
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Y eso es algo que denuncian Lidia Cruz y la plataforma que representa. «Las dotaciones de servicios en el barrio son inexistentes, de la primera mitad del pasado siglo. El estado del alcantarillado es lamentable, las aceras son muy altas y no garantizan la accesibilidad a todas las personas. Y las nuevas promociones de las constructoras, que en las concesiones de licencias tienen la obligación de tener en sus proyectos dotaciones, como parques o aceras, no las hacen y las acabamos pagando todos con el dinero público», señala.
«No podemos más», afirman. Es el relato cotidiano. Una pequeña casa terrera ve crecer a cada lado de su fachada una enorme torre de edificios. El estrecho entramado de calles del barrio está copado por grúas, concreteras y camiones. «El ruido y la tensión que estamos aguantado en estos años es insostenible. Esto es un soberano disparate», asegura Cruz.
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Años de manifestaciones
La primera manifestación dejó clara la hoja de ruta de la protesta ciudadana. Sin embargo, pese al ruido, replicado a su vez en las movilizaciones protagonizadas por Canarias tiene un límite, cae en un eco distante que parece insuficiente para frenar el rápido proceso de transformación del histórico barrio que creció más allá de la central eléctrica y que desaparece al tiempo que alguno de sus negocios simbólicos cierra sus puertas.
Lo que sí parece evidente es que no existe interlocución posible con las administraciones públicas. Sucede con los puentes rotos desde el principio del mandato de Carolina Darias con el actual grupo de gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. «Creo que nada más tomar posesión de sus cargos fuimos de los primeros que nos sentamos con ellos tras pedirles una reunión. Les comentamos la realidad del barrio, por ejemplo con el edificio que se está levantando en plaza de América y que va a terminar de estrangularnos. Y nos dijeron que no había nada que hacer. Pero es que no solo no se regula sino que no se resuelven los problemas históricos de servicios que tenemos», dice.
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Ese caso lleva a Guanarteme se mueve a la desesperación. El Ayuntamiento ha dado largas a su reclamación y les invita a ir a la Justicia. «Pero la Justicia parece que no es igual para todos y hay que ser poderoso para poder recurrir a ella», señala Cruz recordando que cuando solicitaron al juzgado que en las escrituras de propiedad del edificio de plaza de América anotaran que era un edificio foco de un conflicto judicial se les exigió una fianza de cinco millones de euros para que eso se realizara.
Este edificio, aprobado por Urbanismo, con más de 400 viviendas es uno de los grandes símbolos contra los que se manifiestan los vecinos del barrio. En cada manifestación los lemas que se cantan se acompañan sobre una base de percusión improvisada contra las chapas que delimitan las obras. «Por ahora solo se han levantado un par de plantas y ya impresiona. Cuando levanten todas esas torres y se nos quite definitivamente el sol será cuándo comprobemos realmente la dimensión de lo que han hecho ahí», expone Cruz.
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Un barrio vivo
Pese al agresivo cambio de fisionomía y la transformación que vive hay quien intenta luchar por la tradición de las viejas calles a las que tras desprenderse del aroma de las conserveras arribó el cemento en masa. Guanarteme sigue siendo símbolo de ciudadanía para un grupo de vecinos que resiste en pequeños colectivos, más allá de Guanarteme se mueve.
Ese sustrato permanece, como en la exposición de fotos que cubre el solar que cierra sus calles a la altura del Auditorio Alfredo Kraus. Allí se encuentra impresa la memoria de otro tiempo, de vecinos humildes que desde el concepto más puro de clase obrera nunca supusieron lo que les iba a deparar el futuro.
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Esa semilla que hoy quieren regar los convocantes de la manifestación de este sábado a las 11.00 horas. Vecinos preocupados por su expulsión natural de su barrio, a golpe de grandes construcciones y la proliferación de viviendas vacacionales, que han copado la cuadricula de ciudad que cierra al norte la playa de Las Canteras.
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