Lorenzo Suárez Quintana. C7
Obituario

Gracias por tu vida, Loren

Adiós a Lorenzo Suárez Quintana, un luchador incansable | La Catedral acogerá este martes una misa funeral (19.00 horas)

Yeray Rodríguez Quintana

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 19 de julio 2025, 10:46

Nos malacostumbraste, Loren. Viviste tan intensamente, fuiste tan valiente y te quejaste tan poco que hiciste que olvidáramos que cada segundo de tu vida era un regalo.

Publicidad

Llegamos a creer, y es mérito tuyo, que seguirías años y años asombrándonos con esa vitalidad arrolladora; esa fuerza inexplicable que hizo que durante más de cuatro décadas le ganaras a la vida y a la muerte la dificilísima partida que te propusieron desde antes de nacer.

Asomaste a este mundo con un corazón enorme, que no dejó de crecer durante toda tu vida, pero tan enorme como frágil. Eras perfectamente consciente, pero en lugar de bajar los brazos y rendirte, luchaste, y tu corazón supo que no había caído en cualquier cuerpo, sino en el de un ser lleno de vida que no iba a conformarse con poco, que lo quería todo. Nos lo hiciste saber muy pronto. Desde tus primeros tiempos nos anunciaban que quizás no llegarías a esta o aquella edad y tú esquivabas esos pronósticos y todos los que vinieran llenándote de razones para querer amanecer al siguiente día.

Tuviste que pagar el alto precio de pasar muchísimos de los días de tu vida en un hospital: aquí en Canarias, en Madrid, en Estados Unidos… tuviste esa posibilidad que sin duda prolongó tu camino, pero el verdadero mérito lo tienes tú: fuiste quien más hizo por alargar tu vida y ese ejemplo tuyo debería servirnos para vivir de otro modo las nuestras.

Tus padres, como no puede ser de otra manera, hicieron cuanto estuvo en su mano por ti y la familia, la más íntima y la más extensa, siempre estuvo pendiente de tus pasos, sabiendo que del mismo modo que nos tocaba cuidarte, nos tocaba aprender de ti.

Publicidad

Este mes de julio, definitivamente triste, se empeñó en llevarte con él hace unos días. Ahora mismo la pena es tan grande que cuesta ver la luz entre las nubes, pero cada día que pasa, cuando te pensamos, más que llorar una partida que nos desgarra, empezamos a celebrar una vida que nos reconforta: la vida de alguien que no quiso perderse nada, que lo vivió todo intensamente con su niñez de adulto y su madurez de niño, porque elegiste en cada momento lo que querías ser.

Seguiste toda la vida viviendo con la inocencia de quien descubre el mundo por vez primera porque la vida te hizo madurar tan temprano que ya ese trabajo lo tenías hecho. Te tocaron las penas antes que las alegrías y por eso decidiste prolongar una infancia que la vida quiso quitarte y por eso pensaste y sentiste como un adulto cuando otros niños de tu edad no sabían ni lo que era eso.

Publicidad

Todos sabemos que tenemos una fecha de partida, Loren, pero tú no solo lo sabías, sino que, precisamente por eso, vivías de otra manera. Nunca dejabas para el día siguiente lo que podías hacer el día anterior y seguramente también por eso no te resignabas al silencio y llenabas de palabras cada instante, como si supieras que tenías que decir en media vida lo que otros tienen una vida entera para contar.

Hoy queremos decirte algo, Loren. Ganaste. Sí. Ganaste. La vida no pudo contigo y la muerte tampoco. Tus cuarenta y un años bien vividos, quizá más la mitad de ellos inesperados, siempre parecerán muchos más. Ganaste porque la tristeza no se salió con la suya y respondiste con la alegría de vivir a cada reto. Ganaste porque todos y cada uno de los que te conocimos te tenemos más que presente en cada instante y en cada sitio, porque sin apurarte, a tu ritmo y a tu modo, llegaste siempre a donde quisiste ir.

Publicidad

Allá donde estés imaginamos que ya te estás haciendo notar, que ya todo el mundo ahí sabe de ti y que no hay acontecimiento que suceda que no tenga tu anuncio y tu participación. Y habrás debido convencer a quienes gobiernan el más allá para que cuando pasen dos meses de tu partida llenen un charco de agua salada y no te pierdas, este año tampoco, la cita con tu fiesta más querida. Podríamos llenar un charco más grande que ese de tu querida, nuestra tierra de La Aldea, con las lágrimas que dejas, pero no vamos a llorar más, Loren. Que se quede tranquila la piel del agua y que se vuelva un espejo en el que vernos nosotros para verte a ti, para que todos los días de nuestras vidas, como hiciste durante los de la tuya, nos sigas enseñando a vivir.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad