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El eco gutural del bucio reverberó en la parte más delicada de la geografía de Las Palmas de Gran Canaria. La plataforma peatonal Onda Atlántica no solo proyectaba su enclenque sombra sobre lo que fue el recuerdo de las dos orillas. También emitía sonidos de protesta, quejas de una ciudadanía que se opone a la instalación de una central térmica en el Puerto de La Luz y de Las Palmas que se está tramitando puertas adentro, de espaldas a la ciudad.
«Clavijo, Zapata, no firmen lo que mata», se oía en alusión al presidente del Gobierno de Canarias y al consejero de Transición Ecológica y Energía de la Comunidad Autónoma mientras los eslabones, manos escondidas en guantes negros, se iban enlazando sobre los 283 metros que conectan al estrangulado barrio de La Isleta con la herida abierta del taller de megayates de Rodritol, una muesca más en el casco de las maltrechas aspiraciones ciudadanas desatendidas.
Medio millar de personas formó este sábado una cadena humana contra los malos humos que procederán de la planta de almacenamiento de gas natural licuado, regasificación y generación de energía eléctrica de 70 megavatios en el Puerto de La Luz y de Las Palmas, que promueve la empresa Totisa.
La que fuera jefa de Sanidad Ambiental de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud, María Luisa Pita Toledo, recordó que en los cajones de los temores vecinales se acumulan hasta tres informes médicos que alertan del riesgo para la salud de los ciudadanos por las emisiones de gases y por la cercanía de la central térmica a la población residente, a menos de dos kilómetros de distancia. Sus emisiones «matan despacito», como reconoció a la agencia Efe. Pita aseguró que las emisiones de estas industrias «influye en la mala calidad del aire que respiramos», en especial para aquella población que se considera más vulnerable, esto es, ancianos, niños y personas con patologías respiratorias.
El pasado jueves, el Colegio Oficial de Médicos remitió un escrito al Gobierno de Canarias en el que advierte de que los procesos de combustión del gas natural licuado (metano) no solo «multiplica por 30 el poder de calentamiento global del dióxido de carbono», sino que, además, su procesamiento industrial emite «productos cancerígenos» y riesgo de «agravamiento del asma y otras enfermedades crónicas respiratorias».
En una ciudad barrida por el alisio, eso significa malos humos en casa. «En 2008, se desechó el proyecto de una planta regasificadora de Gascan, en Arinaga, porque estaba a 1.600 metros de la población, y aquí la quieren poner ahora a solo 1.300 metros», expuso Antonio Hernández, abogado ambientalista y uno de los portavoces de la plataforma ciudadana que integra a diez colectivos y asociaciones.
«Es una locura, una mala idea», resumió Hernández. En su opinión, es una muestra más de la indiferencia con que el Puerto de La Luz y de Las Palmas ha venido actuando en las últimas décadas, sin conciencia del entorno y de sus aspiraciones. «El Puerto ha tenido malas ideas desde 1999», detalló el portavoz de la plataforma, «en aquel momento desclasificó una parte del espacio protegido de La Isleta y no ha pagado nunca el canon ambiental -una tasa compensatoria que se impuso por la extracción de materiales de la cantera de Roque Ceniciento-, luego vinieron la planta de biomasa -un complejo industrial para la producción de energía eléctrica mediante la quema de residuos forestales y agrícolas- y el taller de megayates».
La planta de biomasa fue desechada por el rechazo ciudadano que generó su instalación y por la afección al medio natural y a la población en forma de contaminación. En cambio, el taller de megayates sí prosperó y ya funciona, desde la semana pasada, con los dos primeros barcos varados. «Todos estos proyectos son una falta de respeto del Puerto a la ciudad que los acoge», recogió el manifiesto leído al final de la concentración, a las puertas del acuario Poema del Mar.
Antonio Hernández, quien mantendrá una reunión con la presidenta de la Autoridad Portuaria, Beatriz Calzada, el próximo martes, criticó que desde el Puerto se estuviera utilizando a los empresarios para defender el proyecto. «Animo a los empresarios a que lean elestudio de impacto», expuso. El portavoz de la protesta desvinculó la iniciativa de Totisa de la necesidad de que el Puerto de La Luz y de Las Palmas tenga una planta de almacenaje de gas. «Es el propio promotor el que ha dicho que la instalación no es rentable sin la central eléctrica», sentenció.
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«Los ciudadanos y ciudadanas aquí presentes, no queremos renunciar a un puerto fuerte, potente y sostenible, pero que no sea contaminante, como lo es el proyecto de Totisa, que es un atentado para la salud pública, y con enormes riesgos para la seguridad del propio puerto, de sus trabajadores y de las 400.000 personas que vivimos en Las Palmas de Gran Canaria».
El catedrático de Tecnologías del Medio Ambiente de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Jaime Sadhwani, considera que la central térmica planteada no puede entenderse en la estrategia de descarbonización, necesaria para reducir la contaminación y los impactos del cambio climático. Detalló que las directivas europeas plantean el uso del gas natural como sustituto de los combustibles fósiles, más contaminantes, pero no como fuente principal de una nueva instalación, cuando existen alternativas más limpias para la producción de electricidad basadas en el hidrógeno.
La nueva central térmica no solo cuenta con el rechazo ciudadanos. También el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo se oponen a ella. Solo falta que se adhieran el Puerto y el Gobierno de Canarias. «No puede el Gobierno de Canarias generar una nueva frustración como la que cometió cuando se opuso a la creación de nuestra universidad», expuso Hernández, «sería un nuevo, imperdonable y estrepitoso fracaso del Gobierno de Canarias permitir que este proyecto de Totisa salga adelante».
La cadena humana que se montó este sábado es el primer paso de una serie de movilizaciones para conseguir que se pare la planta. «Con nuestra salud no se juega», coreaban los participantes de la protesta.
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