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Vista del cachalote de juguete que será el elemento central del parque en el Barrio Marinero de San Cristóbal. Arcadio Suárez
El cachalote envejece en la plaza interminable

Las Palmas de Gran Canaria

El cachalote envejece en la plaza interminable

El plazo para acabar los trabajos en la plaza Santiago Tejera del Barrio Marinero de San Cristóbal sufre un nuevo retraso y su final se encamina hacia los dos años de retraso

David Ojeda

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 26 de abril 2025, 23:17

Las Palmas de Gran Canaria tiene en su acceso por el sur una de sus postales más grotescas: la del cachalote de hierro que envejece y se oxida mientras las obras de la plaza Santiago Tejera acumulan retrasos y sobrecostes casi dos años después de que la obra tuviera que ser entregada.

Este jueves se firmó la prórroga que autoriza otra demora en la construcción de la plaza del Barrio Marinero, en esta ocasión hasta el 30 de junio. Ya los vecinos han perdido la cuenta de las ocasiones en lo que esto ha sucedido mientras conviven con los trabajos de construcción en un espacio central del barrio.

Un lugar, a su vez, en el que ellos no querían un parque infantil –el cachalote es uno de sus atracciones principales– sino un aparcamiento que resolviera el grave problema que se vive en el barrio para estacionar los vehículos de vecinos y visitantes.

Esta plaza, visible desde la autovía, se encuentra en el corazón del barrio. Al lado del viejo local del cine y justo a la escalinata que liga el paseo con las piedras de la orilla. Allí hace demasiado tiempo, en palabras de los vecinos, que se encuentran los escombros de la obra empadronados. La finalización de la plaza estaba marcada para octubre de 2023 pero aspectos como la aparición de un depósito de gasolina enterrado en el solar de la obra impidieron que la adjudicataria inicial hiciera frente a los trabajos.

Eso propició demoras y hasta el hecho de que por el espacio de casi un año la obra estuviera paralizada. Ahora se justifica en el documento que acredita este nuevo retraso, autorizado por el área de Urbanismo que dirige el socialista Mauricio Roque, el cambio de plazos por los efectos que aquella paralización han tenido en el desarrollo de la obra. Como se destaca en que mucho del material, como los pavimentos preparados para la obra, fueron robados al estar en estado de casi abandono en el lugar en todo el tiempo en el que no se encontraban trabajadores en la obra.

Costes extraordinarios

Una obra que ya de por sí cuenta con costes extraordinarios, aprobados en modificados anteriores por parte del gobierno de la ciudad. Los trabajos fueron adjudicados originalmente por 968.680 euros, pasando al 1.152.834,08 euros.

El informe de antecedentes que completa el nuevo retraso de la obra habla, a su vez, de la demora «en la ejecución de la calle Proa y calle Santiago Tejera, a la espera de dar solución a los servicios afectados que se han encontrado una vez realizada la demolición y que no dependen del contratista. Los servicios afectados dependen de Emalsa, Telefónica y Alumbrado Público».

Este hecho, a su vez, no es imputable a la empresa que tiene la contrata de la obra y es un conflicto habitual en prácticamente todas las obras realizadas por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en los 100 kilómetros cuadrados de los que dispone la ciudad.

La realidad es que este proyecto, sobre el espacio físico que en su momento ocupó el Agua de San Roque, icónica para generaciones antiguas de la ciudad, lleva camino de ser eterno. Y ya los vecinos no se fían de los constantes cambios en el tiempo de ejecución que ha ido concediendo el Ayuntamiento a la constructora de esa plaza que nadie demandaba, próxima a otra que se encuentra en el Barrio Marinero.

Este hecho ha sido objeto de debate en el propio pleno municipal, donde el Partido Popular, fuerza mayoritaria en la oposición, ha solicitado a través de su concejal Gustavo Sánchez Carrillo que se desista de esta construcción y se de paso a otro proyecto con esos fondos.

El nuevo cambio de plazos para terminar la plaza forma un nuevo capítulo en la indignación de los vecinos del singular barrio del Cono Sur de la capital gran canaria. Se va a cumplir en unas semanas un año de la última crecida del mar que ocasionó desperfectos en el espacio público pero también en muchas viviendas del lugar.

Los afectados cuentan constantemente la indefensión que sienten ante las instituciones porque no se han puesto al día con las ayudas ni han facilitado la burocracia necesaria para resolver el asunto.

Ese síntoma redunda en la sensación que se tiene en estos momentos con el futuro de la plaza Santiago Tejera, donde ya hace años que yace boca abajo un cachalote de metal, con su cola sin uso como muestra de la incapacidad que se tiene desde el área de Urbanismo para resolver la gran parte de las obras que dependen de su liderazgo.

El nuevo cambio al 30 de junio se espera expectante para comprobar si finalmente el Barrio Marinero de San Cristóbal contará con la plaza que nadie ha pedido pero que ha impuesto el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Pendiente queda resolver el conflicto de movilidad denunciado por los vecinos y si algún día se resolverá la falta de espacios para aparcar en uno de los lugares con más personalidad de la capital.

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