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Rotura de un cristal de un taxi en Tres Palmas. C7
Un taxista cuenta la agresión que sufrió en San Telmo, Las Palmas de Gran Canaria, y denuncia la inseguridad ciudadana ante la Policía Nacional

«No me bajo del taxi, te voy a matar»

El taxista Cristo García cuenta la agresión que sufrió por parte de una clienta tras informarle de que el datáfono no funcionaba y tenía que pagar en efectivo

Javier Darriba

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 14 de febrero 2023, 19:09

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De los golpes físicos se va recuperando. Del mazazo psíquico todavía no. Se ha instalado en Cristo García, taxista de la capital grancanaria, el miedo a volver a ser agredido, como le ocurrió el pasado domingo. Le imprimió una huella de indefensión contra la que trata de luchar denunciando la mala experiencia que tuvo que atravesar el pasado fin de semana, pero también la sensación de inseguridad que se ha apoderado del sector del taxi en los últimos tiempos.

«Les sale gratis insultar al taxista, estafarle, robarle, agredirlo, escupirle, rajarle los sillones, abollarle el coche, asaltarle», resume con desazón este profesional que, además, representa a la asociación Asalariados Unidos del Taxi.

Comienza el relato de los hechos. «Estaba el domingo en la parada de San Telmo, a las 07.30 horas, cuando se subió una chica en el taxi y me dijo que si la llevaba a La Paterna», expone, «le dije que estaba teniendo problemas con la TPV -el datáfono que permite el abono con tarjeta- y que debía pagar en efectivo, y me dijo que no había problema».

Sin embargo, al minuto de salir, la pasajera empezó a increparle. «¡Cabrón, hijo de puta, tienes la obligación de tener la TPV!», detalla. Apenas había circulado unos metros, pues estaba girando por Muelle Las Palmas, frente al hotel Parque, para subir a la parte alta de la ciudad. Por eso, Cristo García decidió apartarse. «Le dije que se bajara», prosigue con su relato.

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La respuesta le dejó helado. «No me voy a bajar del taxi, te voy a matar». Acto seguido, comenzó a recibir una lluvia de puñetazos en la parte trasera de la cabeza hasta que empezó a sentir que los golpes se los estaba propiciando con un objeto metálico que no pudo identificar.

«Ahí me asusté porque pensé que podía ser una navaja», indica, «por eso me acerco lo más posible al volante y arranco para llegar lo antes posible a la parada de taxis» de San Telmo, donde había comenzado esta carrera. Se saltó un semáforo porque «mi única oportunidad era volver a la parada». Y, mientras, llamaba al Cuerpo Nacional de Policía, que lo atendió de inmediato y pudo escuchar los gritos.

Al regresar a la parada, y mientras esperaba la llegada de la Policía Nacional, la agresora se bajó del coche. Entonces, mientras Cristo García seguía hablando con las fuerzas de seguridad, la mujer le dio otro golpe a través de la ventanilla. «Y luego, abrió la puerta y me dio una patada», prosigue el taxista. En la denuncia presentada también se hace constar que la clienta seguía profiriendo amenazas contra el profesional del transporte.

Intento de huida

Al escuchar, por el altavoz del teléfono, que los agentes de la Policía Nacional estaban a punto de llegar, la agresora se marchó corriendo y se subió a otro taxi que estaba en la parada de San Telmo. «Fui corriendo y le dije (al otro taxista) lo que había pasado y le advertí de que si no la bajaba, tendría que denunciarlo también a él».

Eso hizo que la mujer, que tiene entre 25 y 30 años, saliera corriendo y cruzara la calle para subir a una guagua. Cristo García la siguió y le dijo al conductor lo mismo que le había dicho al taxista, de ahí que también el chófer del transporte colectivo se negara a llevarla.

«En vista de que nadie la transportaba, la agresora decidió entrar a la estación de guaguas, momento en el que el dicente (denunciante) aprovechó para comunicar de todo lo ocurrido al personal de seguridad, los cuales lograron impedir la huida del lugar de esta persona», según consta en el relato de los hechos de la denuncia, que se acompaña de un parte de lesiones expedido por el centro de salud de San José.

Asegura que el grupo de vigilancia de San Telmo la retuvo antes de que saliera y que solo unos minutos después, llegó la patrulla policial.

Ahora está a la espera de que el juicio determine la pena que debe conllevar su comportamiento y su actitud agresiva, pero reclama del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria la adopción de medidas para evitar lo que considera una proliferación de ataques y agresiones contra este colectivo profesional, sobre todo después de la pandemia.

«Estoy aquí para denunciar el resto de los casos», expuso. Cristo García recuerda la agresión que sufrió, hace un mes, otra taxista en la calle Fernando Guanarteme, en la parada que está junto al hotel Astoria. «Fue golpeada en la cabeza», expone, «aquí puedes perder la vida en un momento». También este fin de semana pasado se produjo la rotura del cristal trasero de un taxi para robarle. Y hace poco le rompieron el retrovisor de una patada a otro vehículo del servicio público.

«Si denuncio no es por mí, sino porque no quiero despedir a más compañeros, como hace ya unos quince años, cuando le cortaron el cuello a un taxista», advierte el presidente de Asalariados Unidos del Taxi, «¿qué quieren, que vuelva a suceder otra desgracia como aquella?».

El desánimo vuelve a asaltarlo en este punto de su narración. «El problema es que el sistema actual le dice al delincuente que puede actuar con tranquilidad porque no le va a pasar nada», argumenta, «y cuando comete el delito y no recibe el castigo correspondiente se dan al mismo tiempo inmunidad e impunidad».

Posibles soluciones

Cristo García considera que el Ayuntamiento no es culpable de los hechos, pero sí responsable por no actuar para evitar este tipo de actos.

En su opinión, se podrían adoptar diferentes medidas como la prohibición de uso del asiento delantero del taxi -aunque esto reduciría la capacidad del vehículo; el refuerzo de la presencia policial, en especial en las paradas con más demanda o en las que se registren mayores problemas; el dictado de normas que obliguen al pasajero a llevar siempre dinero en efectivo para pagar los trayectos en caso de que fallen los datáfonos; la instalación de cámaras de videovigilancia en el interior de los taxis para identificar a los autores de agresiones y robos; o la colocación de mamparas de seguridad que impidan el contacto físico entre el conductor y el cliente.

Los asalariados se suman así a la petición hecha hace una semana por algunas de las principales asociaciones del sector, como la Asociación de Trabajadores Autónomos del Taxi (ATAT), partidaria de colocar cámaras; o la Asociación Unificada Taxi Gran Canaria (Autaxi-GC), partidaria de instalar sistemas de localización y posicionamiento conectados al centro de emergencias municipal (Cemelpa), lo que se conoce como el botón del pánico.

Precisamente, estas peticiones fueron hechas después de detectarse un incremento de las agresiones y actitudes vandálicas contra los taxistas de la capital grancanaria.

«Les sale gratis insultar al taxista, estafarle, robarle, agredirlo, escupirle, rajarle los sillones, abollarle el coche, asaltarle»

CRISTO GARcía

Asalariados Unidos del Taxi

El presidente de Asalariados Unidos del Taxi asegura que el problema afecta más a los trabajadores por cuenta ajena que a los propietarios de los taxis ya que los autónomos suelen trabajar de día y dejar la noche a sus asalariados. Y, según Cristo García, la mayor parte de los incidentes tienen lugar durante las noches, los fines de semana y cuando en la ciudad se producen actos multitudinarios.

«Se está dando la situación de que si un asalariado tiene una tarde buena y gana el dinero suficiente ya no trabaja por la noche por la inseguridad que hay», indicó el representante de los taxistas, «el trabajador ya no piensa en cuánto va a ganar sino en si va a volver a su casa porque las incidencias son diarias».

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