No puedo ocultar que no soporto a Willy Toledo, enfrascado por enésima vez en una cansina polémica a cuenta de sus insultos a la religión y su consecuente deriva judicial. Y no lo digo porque no comparta el fondo de lo que dice. Lo que me chirría es su actitud, la manera en que lo defiende y lo que de verdad esconde detrás de sus aparentes soflamas democráticas, una hipocresía ideológica insultante, un tipo que reivindica democracia mientras loa a Cuba o la URSS.
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Soy creyente, católico, y aunque no comparta su desprecio a Dios, a la Virgen y a todos los santos, ni, por supuesto, sus agravios altisonantes contra la fe de mucha gente, defiendo su derecho a hacerlo y a decirlo. Si hay algo que debe ser sagrado en democracia, nunca mejor dicho, es la libertad de expresión. Cuando recurre a afirmaciones del tipo Me cago en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María, lo único que consigue es retratar su mala educación. Entiendo que haya gente a la que pueda ofenderle, y lo respeto, pero no comparto que haya artículos en el Código Penal que castiguen esa ofensa. Me parece de otro tiempo. No es propio de un estado democrático que, por cierto, se declara aconfesional. Además, en su caso, en el de Willy Toledo, el Estado se pone a su altura y lo único que consigue es darle lo que busca: notoriedad, foco mediático y protagonismo. Lo que no tiene por su trabajo.
Dicho esto, la ley es ley, y hay que cumplirla, aunque no la compartamos, por eso no puedo defender su rebeldía ante la Justicia. Nadie puede estar por encima del ordenamiento jurídico. Willy Toledo tampoco. Por tanto, no debe rasgarse las vestiduras si lo detienen, como pasó días atrás, después de que fuera citado a declarar en un juzgado y no acudió.
Ahora bien, lo que de verdad me escama es su mensaje de fondo, ese que cuela como de pasada y que representa su verdadera intención. No puedo admitirle lecciones de democracia a un personaje que, casi en el mismo acto, y sin que se le caiga la cara de vergüenza, te suelte vivas a la URSS o te ponga de ejemplo al modelo político de Cuba. Me pregunto si Willy se atreve a cagarse en Fidel Castro. Pero no aquí, en Cuba. O, mejor aún, en Stalin cuando gobernaba la URSS. Apuesto a que no.
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