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Patricia Hernández es la pasión hecha política. Por eso despuntó desde su escaño en el Congreso hace años. Por eso ganó en su día la batalla para ser aspirante a la Presidencia del Gobierno de Canarias. Y por eso probablemente también acabó fuera del paraíso del Consejo de Gobierno, porque su forma de ser casaba difícilmente con las de la Coalición Canaria de Fernando Clavijo. Luego, cuando muchos la daban por amortizada, cosechó para el PSOE unos resultados espectaculares en Santa Cruz de Tenerife y consiguió articular una mayoría para obrar el milagro de dejar fuera del poder a CC. Ahora esa pasión la lleva a seguir creyendo que es posible que se malogre la censura en su contra. Disiento al respecto: estoy entre los convencidos de que la censura es de hormigón, de ese que se sella no a base de principios ideológicos, sino de intereses cruzados y, sobre todo, desde la convicción de que si no la echan del poder, hay alcaldesa Hernández para rato. En lo que sí me alineo con ella es en la reflexión sobre el PP: desde la distancia, uno piensa que una parte del electorado también quería mandar a CC al rincón de pensar. Ahora, al rehabilitarlos, puede que los populares se estén pegando un tiro en el pie. Precipitado, además, porque esa resurrección nacionalista no viene precedida de la apertura de puertas y ventanas para que CC afrontase el necesario proceso de renovación.
Un candidato rapero. Todo el mundo tiene derecho a presentarse a las elecciones. Incluso Kanye West, un cantante rapero que lo mismo va de defensor de su raza -es negro- que aprovecha una gala de premios para demostrar lo que es mala educación -el show que le montó a Taylor Swift-, que después se convierte en defensor de Donald Trump y ahora, en la enésima pirueta, parece que quiere competir con el presidente y candidato a la reelección. El proceso de las presidenciales de EE UU lleva tiempo convertido en un circo de tres pistas y West da el perfil. Después de todo, si Trump lo consiguió, ¿por qué no él?
El coronavirus y África. El director general de Casa África, José Segura, sigue, desde sus tribunas de opinión, alertando sobre la grave situación que se vive en el continente por el coronavirus. Si la covid-19 ha sido capaz de desestabilizar a democracias que creíamos sólidas, ya podemos imaginar lo que sucede en estados fallidos. Y las consecuencias, que serán a largo plazo, nos afectarán de lleno por la proximidad.
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