Los recién nacidos madrileños vendrán a partir de enero con un libro bajo el brazo. Y es que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha gestionado personalmente un proyecto de fomento de la lectura que se traduce en el regalo del libro Yo soy Zeta, un cuento sobre un gato manso, doméstico pero independiente, alejado de estereotipos, sin género aparente, y que no olvida la diversidad social y cultural de la ciudad en la que vive. El libro es el resultado de un concurso público, abierto y transparente. El fin, hacer lectores.
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En realidad, el regalo del librito con forma de cabeza de gato no se queda en eso. El Ayuntamiento de Madrid está enredado en un proyecto mucho más ambicioso, digno de copiar tal cual por otros consistorios españoles –canarios, ojalá–. Lo que busca Madrid es el fomento de la lectura y de sus librerías, la revitalización de unas tiendas que por un momento se pensó que morirían frente a los grandes almacenes, impersonales y sin libreros, un oficio cargado de pasión y vocación.
Y para ello Madrid trabaja ahora mismo codo con codo con el Gremio de Libreros. Junto a otros agentes sociales y culturales el Ayuntamiento de Carmena y los libreros de Madrid han sacado adelante pequeños proyectos que componen un gran todo. «Queremos invitar a la gente a pisar las librerías de Madrid», recalcan desde el área de Cultura madrileña. Para ello hace ya un tiempo que se ha elaborado un mapa de las librerías de la ciudad, y ahora mismo la Plaza Mayor es una gran librería al aire libre. 100 editoriales y 60 librerías participan en la Feria de Otoño, una apuesta del Gremio de Libreros y la Asociación de Editores de Madrid impulsada por el Ayuntamiento de Madrid. Y es que la capital de España quiere ser mucho más que eso, anhela ser «ciudad literaria» y más específicamente, «ciudad de librerías y de la edición».
Y no es publicidad. Uno de los grandes referentes culturales de Madrid es la Cuesta de Moyano, lugar con encanto al borde del Retiro en el que se encuentran libros de viejo, un lugar que recuerda a las casetas que pueblan a orillas del Sena. Por un instante se temió que tal lugar se perdiese, que el halo romántico que destila se diluyera con las modas y el olvido histórico de los promotores culturales de la ciudad. Pero no. De nuevo el consistorio de Carmena se ha puesto las pilas para que eso no suceda, para que perviva este referente cultural y social, incluso turístico. Para que las librerías sigan vivan.
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