Ay, ay, ay... Esta España en la que vivimos en la que remueve más conciencias el penalti marcado por Cristiano Ronaldo que el resto de escándalos que sacude nuestra geografía. Un país en el que Cristina Cifuentes sigue siendo vitoreada por los fieles del Partido Popular después de que se haya demostrado que ha mentido en muchas de las semiexplicaciones que ha dado tras su nomáster.
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Pues ella sigue erre que erre agarrada como un koala a un tronco y ayer, sin ir más lejos, en un acto público se reafirmó en su postura de seguir como presidenta de la Comunidad de Madrid con un «¡seguimos!», entre los vítores de sus incondicionales. Un ejemplo más de que en el 99,9% de la clase política de este país no hay vergüenza torera ni rubor porque la gente te pueda señalar por la calle. Da igual, adelante con todo. No les preocupa que su imagen esté por los suelos y que medio país esté indignado por sus fechorías, ni mucho menos. Y, por supuesto, también les da igual que la comunidad universitaria se asquee al ver como tienen que dejarse la piel para sacar adelante los estudios –que no son baratos, precisamente–, mientras otras privilegiadas ( presuntamente ) aprueban asignaturas que se examinaron antes de que hubiera realizado la matrícula.
No quiero pecar de mal pensado, pero estoy convencido de que Cifuentes no es el único cargo público que está perdiendo horas de sueño por un título ganado a base de influencia política. Y si no, que se lo pregunten a Pablo Casado, quien los medios apuntan que incluye en su currículum que es «visiting professor» en Georgetown, universidad a la que acudió únicamente como conferenciante, además de un máster conseguido tras convalidar 18 de las 22 asignaturas. Por el momento, Cifuentes está saliendo airosa de este follón, gracias sobre todo, a la falta de entendimiento de la oposición en la capital de España. Unos rivales políticos metidos en mil charcos como es el caso de Podemos, en plena guerra civil después de que Pablo Iglesias advirtiese a su antes amigo Errejón que ni él ni las bases del partido van a consentir «ni media tontería» sobre las primarias de Madrid. ¡Qué pena! Ya se parecen a los partidos de siempre...
Pues eso, que tendremos que apelar al fútbol para entretenernos y olvidar los dolores de cabeza que nos da la clase política. Ah, por cierto, el Barça fuera y el Madrid a semifinales... ¡otro disgusto más para los independentistas catalanes!
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