Nico García Hemme: "Al sufrir el accidente, creía que me quedaba ahí"
¿Cómo se encuentra cinco semanas después del accidente? Viviendo el día a día, no me planteo nada de cara al futuro. He tenido una última revisión del tórax, me han dicho que todo está bien, que las costillas van soldando bien, que la capacidad pulmonar está recuperando la normalidad y el traumatólogo me ha comentado que puedo empezar a caminar... Llevo más de dos semanas caminando, estoy nadando, haciendo ejercicios de tonificación... Incluso se ha escapado al sur de Gran Canaria a hacer submarinismo... La pesca submarina es por el pulmón. La apnea me viene bien. Tengo que evitar golpes, giros bruscos y que no pueda controlar. ¿Qué actividad deportiva puede hacer ahora? Correr no me dejan porque cada vez que pisas hay un impacto y tengo que evitar que, fundamentalmente por la columna, tenga situaciones físicas de riesgo. Dos meses es lo que tarda en soldar un hueso y no puedo precipitar los tiempos de ninguna manera. Vida normal entonces... Camino, voy a la playa... No tengo ningún tipo de problema ahora. Eso vendrá cuando vuelva a hacer taekwondo, que es un deporte de impacto y de golpes... Y con seis costillas rotas que tengo, habrá que ver de qué manera estoy. ¿Hasta qué punto su carrera se ha comprometido tras el accidente? No lo sé. De cara a los Juegos de Río de Janeiro de 2016 está claro que ya estoy viéndome afectado, pues no paro de perder puntos en el ránking. La clasificación va a estar complicada. Igual tengo que ir al preolímpico directamente y jugármelo a una sola carta como ocurrió en Londres o si hay suerte y de aquí a 2015 consigo muchos puntos y puedo volver a estar arriba en el ránking. Pero es que solo entran seis y ahora debo estar por la posición duodécima, más o menos. Antes ya venía de lesiones importantes... Operación de tobillo, operación de hombro, el accidente... Al final me pongo a sumar y veo que llevo un año bastante malo, con muchos infortunios encadenados. ¿Se siente frustrado? Te sientes frustrado sí, pero nunca te puedes venir abajo. Mi siguiente objetivo es el Campeonato del Mundo en 2015, tengo que estar allí sí o sí. Ahí puedo conseguir muchos puntos si llego en buena forma y puedo hacer mi trabajo sin problemas... ¿Qué hoja de ruta sigue para su progresiva vuelta a la normalidad? A principio de septiembre debería estar haciendo actividad física. Otra cosa es el taekwondo. Por lo de recibir golpes. Lo mismo ahí tengo que esperar hasta octubre. Es peligroso porque costilla que se meta para adentro, me perfora un pulmón. ¿Recuerda el accidente? Lo recuerdo todo porque no perdí el conocimiento en ningún momento. Iba en el carril de salida de la autovía y cuando fui a incorporarme al otro carril la marca vial, de las que tienen relieve, hizo que se me fuera la moto, y quedé desplazado otra vez al carril de incorporación, con una curva muy cerrada. Caí por encima de la moto, llegué al quitamiedos. La moto me cayó encima y me la tuve que quitar como pude. No sé ni cómo lo hice. No podía respirar y tenía la sensación de que estaba aplastado. Seis costillas, cuatro vértebras... ¿Temió por su vida? Yo pensaba que me quedaba ahí. No podía respirar. Hasta que llegó la ambulancia, calculo que pasarían unos diez minutos, y lo pasé muy pero que muy mal. Me costaba muchísimo hasta poder coger aire. ¿Fue auxiliado por alguien? En el coche que venía justo detrás de mí venía una chica que era enfermera y que rápidamente quiso tranquilizarme. Paró y trató de hablar conmigo, pero es que yo no podía ni respirar y mucho menos hablar. Me puse de lado, en posición de seguridad, comprobé que podía mover los pies, me toqué los dedos de las manos para ver que estaba entero. Hasta llegar al hospital, cuando me quitaron la ropa y me hicieron el TAC. Luego hay un lapsus hasta que me desperté en la unidad de reanimación. ¿Imprudencia o mala suerte? La moto la tenía para poder cumplir con todos los compromisos que debía atender ajenos al entrenamiento puro y duro. Actos en colegios, charlas... Para devolverle a la gente todo lo que ha invertido en mí. Fue acudiendo a uno de esos actos cuando tuve el accidente. Me confié, sí. No tenía que haber pasado, pero pasó. En un segundo pasas de tenerlo todo controlado, de pensar que todo va bien, a sufrir algo horrible y que podía haber acabado con todo. En este sentido, me siento el tío más afortunado del mundo porque me podía haber pasado algo mucho peor. Que me quede sin poder practicar deporte el día de mañana, poniéndome en el peor supuesto, igual no es nada comparado a lo que me pudo haber pasado. ¿Le quedarán secuelas? El dolor en la espalda ya me va a acompañar toda la vida, pero no es algo insoportable y lo tengo que asimilar. Y posiblemente pueda volver al deporte al más alto nivel. No es algo totalmente seguro, pero lo vamos a intentar. Tengo seis costillas rotas, y puede que alguna más, y cuatro vértebras rotas y la L2 aplastada... Eso condiciona. ¿Cómo llevó la hospitalización? Permanecí del 9 al 21 de julio en la Unidad de Reanimación del Gregorio Marañón, donde se portaron conmigo de maravilla, me cuidaron muchísimo. ¿Le salvó su constitución física de deportista de élite? El especialista del tórax me dijo que si no llego a tener este chasis, lo mismo ni lo hubiese contado. Las costillas se me movieron un centímetro. Sin el tono abdominal que tengo me dijo que las costillas se me hubiesen hundido en el pulmón. Y la recuperación que tuve fue asombrosa. Tardé unos días en ponerme de pie. Alguien normal hubiese tardado, como mínimo, dos semanas. Y en lo que respecta al umbral del dolor, igual. Me quitaban la morfina y no me quejaba. La gente se volcó con usted. ¿Le llegó ese cariño? Al salir de la UCI no pensaba que todo había sido tan grave. Cuando me quitaron la morfina y comencé a ver la cantidad de mensajes de apoyo que estaba recibiendo por mi móvil, por mi familia y los amigos, ya pude hacerme a la idea de todo. Ves que eres importante. Incluso Sebastian Crismanich, con el que competí en la final de los Juegos de Londres, me dijo que quería verme pronto compitiendo. Entrenadores de otros países, compañeros del taekwondo, de la residencia de Madrid...Increíble. No tiene precio. Incluso me visitó un antiguo compañero de Barcelona que llevaba cuatro años retirado. Miguel Cardenal, todos los técnicos del Consejo Superior de Deportes, mi entrenador que acababa de llegar de Corea... No faltó nadie. Cayetano Martínez de Irujo, como presidente de la Asociación de Deportistas, también vino a verme. Y de Canarias, igual. El consejero de Deportes del Cabildo, Lucas Bravo de Laguna, no ha parado de interesarse por mí, el antiguo director general de Deportes del Gobierno de Canarias, Álvaro Pérez, igual... Más de dos mil mensajes en mi telefóno... Esto te llega al corazón. Precisamente por todos ellos luchando por volver. ¿Y la experiencia psicológica? En la UCI solo podía entrar tu familia media hora por la mañana y media hora por la tarde y yo tuve muchísimo tiempo para pensar. A nivel psicológico es inevitable que pensara que todo se pudo ir al carajo en un segundo... Ya no hablo de una carrera deportiva, hablo de tu vida. Y, una vez has pasado eso, te planteas hasta qué punto es conveniente tener que renunciar a cosas para dedicarte más a tu familia. Ahora valoro más todo. De repente que tenga que venir tu madre en un avión a verte a un hospital, ver la cara de mi hermano, que estaba pálido, mi padre... Eso sí me chocó una barbaridad.Afecta, te impresiona. ¿Sale endurecido de todo lo que le ha tocado vivir? Sí. Puedes tener un objetivo vital, como puede ser, en mi caso, un oro olímpico o volver a participar en unos Juegos, pero no puedes dejar de lado otras cosas como la familia, los estudios, tu faceta personal. Eso te permite engancharte a otro objetivo cuando uno de tus retos desaparece. Eso es lo que trato de transmitir en las charlas a la gente. Tu vida no puede girar única y exclusivamente en torno al deporte porque luego aparece una lesión o la desgracia que me ha pasado y te quedas tirado. Si de usted dependiera, ¿qué haría ya? Tengo unas ganas enormes de entrenar. Me acuerdo que cuando me dijeron los médicos que podía caminar, me pegué unos paseos interminables por los pasillos del hospital. No puedo estar quieto. Ganas de competir... Hasta que no me vea bien, no me planteo nada. Recuerdo la experiencia de mi hermano, que vivió un infierno durante dos años por tratar de seguir con dos vértebras fracturadas y al final fue mucho peor. Prefiero estar bien preparado y, cuando me note bien, la competición será un pasito más. ¿Es posible que vuelva el Nico de siempre? Espero que sí. Al final todo pasa por algo, y lo mismo me ocurrió para volver con más fuerza. No me planteo obligaciones, sí desafíos. Unos se cumplen y otros no. No voy más allá, aunque sin renunciar a nada.
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