El pintor Sema Castro envuelve sus jardines de luz barroca
La galería Manuel Ojeda de la capital grancanaria exhibe hasta el próximo 10 de junio las sugerentes pinturas del teldense Sema Castro. El artista presenta 25 composiciones tan tempestuosas como armónicas, donde las luces barrocas dibujan texturas y formas surrealistas.
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A simple vista parecen juegos florales, pero no lo son. «Recuerda la vegetación de Néstor, pero es pura abstracción», comenta el galerista Manuel Ojeda acerca de la obra que se expone en su sala de la calle Buenos Aires de la capital grancanaria.
También Sema Castro (Telde, 1960) reconoce que su obra despierta cierta perplejidad en el espectador, que encuentra en ella elementos que recuerdan a distintas etapas de la historia del arte como el barroco o el surrealismo. «Se remite un poco a los flamencos del siglo XVI. Remite, si no al bodegón, a la flora de los paisajes. Me gusta el paisaje», comenta el creador afincado en Tenerife. «Podría pintar dragones sobre bosques alucinantes, pero no me interesan. Me atrae más el campo de lo ambiguo, donde participa la mirada del espectador, como si el cuadro fuera un campo poético, casi una sugerencia», explica el pintor que hace unos pocos días expuso seis obras en una exhibición colectiva en la galería parisina Les Yeux Feritiles.
El artista, que confiesa que disfruta transgrediendo el tiempo, ha realizado estas piezas entre 2009 y 2011. Asegura que es la técnica que emplea la que determina el resultado. «Es óleo sobre papel o superficies sólidas, madera sobre todo. Esta técnica está en desuso, es quizá como se trabajaba el óleo en los inicios, hace cinco siglos. Por eso mi pintura contiene cierta memoria sobre lo antiguo», explica el autor. Los materiales, la composición y los colores son decisivos para él, ya que pinta sin tener una idea determinada previamente de lo que quiere representar. «Trabajo sobre una base muy intuitiva, que se relaciona con la vertiente automatista: pintar sin saber lo que puedes pintar», comenta.
De hecho, se identifica con las maneras informalistas. «Uso una vía interior e intuitiva. Dialogo con el cuadro a medida que lo voy trabajando. Él me va dando pautas para llevarlo a un terreno u otro. Todo fluye hasta que decido darlo por terminado», revela el creador acerca de las tempestuosas relaciones que mantiene con sus cuadros.
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