El ilustrador de las arpilleras
Gracias sobre todo a sus arpilleras, Manolo Millares se convirtió en uno de los artistas esenciales del pasado siglo XX. Ahora, una exposición en la Fundación Mapfre Guanarteme pone de relieve su faceta paralela como ilustrador, que ejerció desde la infancia.
Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1926-Madrid, 1972) fue un artista poliédrico. Nacido en el seno de una familia ilustrada, donde la cultura, en todas las disciplinas imaginables, tuvo un peso determinante en la formación que Juan Millares Carló inculcó a unos hijos que después exploraron con sus respectivo talento.
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Manolo Millares, uno de los fundadores del grupo El Paso, mantuvo desde su infancia y durante toda su vida relación muy estrecha con la literatura, tanto desde un punto de vista lúdico como creativo. Desde ayer y hasta el próximo 8 de abril, la Fundación Mapfre Guanarteme de la capital grancanaria (calle Juan de Quesada, nº10) acoge la muestra Manolo Millares ilustrador. Divertimentos de intimidad.
La exposición, compuesta por más de 150 piezas, pone de relieve las inquietudes creativas, sociales y políticas de Millares y la evolución constante y natural de su lenguaje creativo hacia el informalismo y la abstracción.
La comisaria de la muestra, la historiadora Laura T. García Morales, destaca cómo sus ilustraciones «van mutando sus lenguajes a medida que se desarrollan y pasan los años».
El visitante se adentra en la muestra con una selección de ilustraciones, de diferentes técnicas, con las que Millares capturó la imagen de buena parte de sus familiares y amigos. Se sigue con las creaciones que realizó para Planas de poesía, «donde», explica la comisaria, «ilustró 11 de las 18 obras que integraron aquella colección y que son verdaderas obras de arte». A través de las mismas, añade, «se comprende su evolución hacia la abstracción en la que tanto creyó, porque la consideraba como un lenguaje libre, menos encorsetado que el que le proponía la figuración».
La identidad del propio Millares, en buena parte de sus vertientes vitales, queda reflejada por este paseo por sus múltiples ilustraciones. Se manifiesta su simpatía con el partido comunista, con quiebros al franquismo gracias a guiños que pasaron desapercibidos para los censores o su reivindicativa creación de El sacho, así como el sentimiento anticlerical tan propio de su familia, que nace en los antepasados del artista.
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«Millares también reclama una identidad de la que siempre se ha sentido despojado, como el mundo aborigen. Entronca aquí con la dura postguerra que arrasó con todo lo anterior», que refleja con unas «figuras cada vez más esquemáticas», puntualiza.
Su fascinación por el indigenismo cuenta con un espacio destacado en este paseo por esta vertiente inexplorada y rica de Millares. «Le fascinaba Felo Monzón, en muchas ocasiones lo reconoció. Los elementos típicos del indigenismo le encantan», apunta la comisaria.
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Resalta la inclusión en esta iniciativa de un pequeño cuadro de Felo Monzón junto a una de las ilustraciones de Manolo Millares, para que el visitante descubra los vínculos entre ambos genios.
El artista informalista, ya con los rasgos que lo convirtieron en un icono universal, cobra protagonismo con piezas insertadas en distintas revistas y publicaciones en el tramo final de este recorrido por una vía creativa por la que transitó durante toda su vida. «Siempre hubo un Manolo Millares ilustrador, subyacente y paralelo a las arpilleras», explica esta historiadora, que apunta que para esta exposición se realizó un trabajo de selección e investigación que arrancó hace cuatro años, cuando recopiló las historietas de Mastro Vito el de Las Lagunetas, que se publicaron durnate un año en El diario de Las Palmas.
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