Deloitte alertó en marzo a La Caja sobre los riesgos de BFA

La auditora Deloitte trató de persuadir al consejo de administración de La Caja Insular de Ahorros, el pasado 30 de marzo, para que reformulase a la baja las cuentas de la entidad y, por extensión, aplicar un descuento sustancial a su valor patrimonial en las acciones que poseía en la matriz de Bankia, Banco Financiero de Ahorro (BFA). El consejo, presidido por Juan Manuel Suárez del Toro, no solo desoyó a la auditora, que envío a un técnico a Las Palmas, apellidado Mujica, sino que aprobó por unanimidad la propuesta que expuso el economista de La Caja, Manuel Wood, consistente en sobredimensionar el activo por encima de los 100 millones de euros cuando, en realidad, valía menos de 26 millones. El consejo adujo que la aprobación de las cuentas de 2011 era provisional y que, para obtener el certificado oficial del Registro Mercantil, debía ser respaldada por la asamblea general. Sin embargo, fuentes solventes consultadas por este periódico relatan la «presión externa» que el equipo de Rodrigo Rato ofició sobre los consejos de las siete cajas de Bankia para que ninguna rebajase las cuantías de sus participaciones, a fin de no perjudicar la cotización bursátil. De hecho, dos días antes, el 28 de marzo, el consejo de BFA pasó por alto la pérdida patrimonial que reflejaba el estado de cuentas a 31 de diciembre, a la espera de que Deloitte concluyera el informe definitivo de auditoría. El consejo de La Caja, por tanto, aprobó las cuentas de 2011 otorgando una asignación de 115 millones de euros al 2,45% que poseía en Bankia cuando, en realidad, ese valor se había diluido hasta 26 millones por la caída del patrimonio de BFA de 8.100 milones en junio de 2011 hasta los 1.100 millones a 31 de diciembre. El acta de este consejo será incorporada, previsiblemente, a las diligencias que instruye la Fiscalía Anticorrupción a fin de que se depuren responsabilidades sobre los miembros que integraban ese consejo.

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