"Buena"

Javier Moreno

Lunes, 20 de julio 2020, 06:26

Decía en la guía del festival que publicó CANARIAS7 que, probablemente, éste y el siguiente concierto acabarían siendo dos de los mejores del Festival. Como por el momento y a tenor de la casi unánime buena acogida del concierto del lunes la cosa se confirma, conviene aclarar a que se debe esta habilidad mía para la clarividencia. Pues bien, cuando se dice que una interpretación es "buena" se debe a que la ejecución se aproxima a los más altos estándares de interpretación de esa obra. Y esos estándares los fija la tradición, comenzando con la propia partitura, que indica el camino a seguir, y continuando por la colección de interpretaciones que conforman la historia de la música clásica. Si un director conoce esos estándares, tiene técnica para materializarlos y cuenta con una orquesta competente que atienda sus órdenes, se puede afirmar con un margen de error mínimo que la interpretación será buena con respecto a esos estándares. Pero esto no significa, ni mucho menos, que la interpretación le tenga que gustar a usted o que el asunto valga la pena. Es exactamente lo que le sucede a una buena cafetera: que es apta para hacer buen café, pero si a usted no le gusta esa bebida, no hay nada que hacer. Esto es todo lo que da de sí la manoseada palabra que da título a esta crítica. Fabio Luisi conoce los estándares de interpretación de Mozart y Brahms mejor que la mayoría de sus colegas. Además, la Orquesta Sinfónica de Viena, sin llegar al nivel de su mítica colega de la ciudad, está muy por encima de la media. Por ese motivo, produjeron sendas versiones con un altísimo nivel de excelencia en cualquiera que sea la categoría que se la valore: fraseo, timbre, dinámica, etc. Por otro lado, hay que añadir lo que me sopló mi experto compañero de pupitre: la interpretación contempló, en el caso de Mozart, todas las repeticiones previstas por el compositor, algo que no se suele tener en cuenta. Como tengo serias dudas de que en Canarias volvamos a escuchar esas obras interpretadas de una forma tan fina y detallista, lo que nos quedará por delante es asistir al frecuente espectáculo de ver cómo aprendices de director se dedican a sabotearlas. Esto último no es baladí, porque uno de los problemas del márketing en la música clásica es su capacidad para nivelar las virtudes de todo el mundo. Como resulta que Periquito el de los Palotes es "uno de los mejores directores del momento", mucha gente acaba sucumbiendo a la publicidad y termina el concierto ovacionando lo que no fue más que una porquería. Eso a Periquito, que es un manta, le resuelve la vida, al mismo tiempo que se la hunde a Luisi que, casualmente, sí es uno de los mejores directores del momento. Digo esto porque cuando un concierto es bueno, el crítico tiene la obligación de decirlo. Y cuando es una porquería, hace un gran favor a la música siendo igual de honrado. Voces del más acá Dice Luis García Santana desde Facebook que "Luisi era el director titular de la Staatskapelle Dresden, pero no lo suficientemente conocido como para dirigir en el festival de música el concierto inaugural, este año (sólo un año después) aparece incluso en la cartelería promocional del festival en las carreteras..."

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