Un divertido ensayo visual sobre los métodos del suspense

El cine de apropiación -esas películas hechas con retales audiovisuales de aquí y de allá- les chifla a los programadores del Festival. No en vano, tres de sus grandes exponentes; Mark Rappaport, Chris Marker y Graig Baldwin, han pasado por la cita grancanaria.

Jueves, 16 de julio 2020, 15:36

Tanto es así que ayer coincidieron en la pantalla dos obras de esta ralea; Bárbara Nadie, hecha al modo de Juan Palomo por el canario Ayoze García, y The Green Fog (El humo verde), dirigida por el veterano Guy Maddin junto a Evan y Galen Johnson e incluida en la Sección Oficial a concurso.

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En un supuesto homenaje a Vértigo de Hitchcock, la cinta explora los trucos narrativos para crear tensión con un divertido collage de películas filmadas en San Francisco y sus alrededores.

El resultado es muy efectista. Los realizadores nos obligan a transitar por los lugares comunes de las películas de suspense -persecuciones por azoteas, escaleras vertiginosas, pantallas de vigilancia- y nos descubren tretas para fabricar el misterio en las que apenas reparamos; miradas mudas o diálogos gestuales. Al fin y al cabo, ¿acaso hay algo más intrigante que formular preguntas inaudibles y retrasar sus respuestas?

Este halo enigmático envuelve a un actor: Chuck Norris, al que le dedican un capítulo por su habilidad para quedarse en babia creando un mar de incertidumbres en un público incapaz de descifrar su rostro.

El humo verde que da título a la película irrumpe en los momentos más tempestuosos, como en el preludio de las rupturas amorosas o de la incierta resolución de la tensión sexual.

En definitiva, The Green Fog nos revela cuán débiles somos a la hora de quedarnos suspendidos a la espera de un desenlace y justo eso es lo que le faltó a este simpático ensayo visual.

The Green Fog

Ficha

Título original: The Green Fog Dirección: Guy Maddin, Evan Johnson, Galen Johnson

Montaje: Evan y Galen Johnson

Música: Jacob Garchik

Atención a...

A pesar de que la película dura solo 61 minutos, la velocidad vertiginosa con la que vemos fragmentos de películas, muchas identificables, dilata el metraje.

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