Le tocó mesa, aunque se asfixiara
De la urna a la bomba de oxígeno. Así se pasó Eugenia Sánchez la jornada electoral. Fue designada vocal de mesa y la Junta Electoral no aceptó «su excusa». Lo pasó «muy mal»
A Eugenia Sánchez, vecina de la Cuesta del Valle, aún le dura el enfado. Y las secuelas. Se pasó la jornada electoral de la urna a la bomba de oxígeno. Fue designada vocal en una de las mesas y tuvo que sufrir la tortura de estar en un sótano húmedo y poco ventilado desde las ocho de la mañana a la una de la madrugada con un diagnóstico de asma agudizada por sobreinfección respiratoria de la que aún estaba convaleciente. Solicitó a la Junta Electoral de Zona que le eximiera de acudir el domingo como vocal de mesa por su problema de salud, pero le notificó el 21 de mayo «que su excusa» no era admitida. Es decir, que tenía que presentarse en el día y hora indicado en el colegio electoral. Y eso hizo ella.
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Fue, y no fue sola, porque desde hace 15 días vive pegada a una bomba de oxígeno y a una máquina de aerosoles. La gente entraba a votar y se encontraban con Eugenia y todo su tratamiento. Durante una hora respiraba asistida por la bomba, como le había recetado el médico. Y durante la siguiente hora descansaba. A la máquina de aerosoles se conectó a las 12.00, a las 18.00 y a las 23.30. Sin intimidad. En mitad de un trasiego de gente que entraba y salía y en un local, el de la asociación San Juan de la Cruz, en Punto Fielato, que está en un bajo cargado de humedad. «Tenía que salir de vez en cuando a respirar aire fuera, me iba a asfixiar».
Eugenia ingresó en el hospital el 14 de mayo y allí estuvo tres días, hasta que los facultativos le permitieron seguir el tratamiento en casa, pero en régimen casi de ingreso. La deficiencia respiratoria que presentaba motivó que obligaran a su marido a firmar un compromiso de que estaría con ella las 24 horas del día para que así permitieran su salida del hospital. Y estando en casa recibía visitas del médico o llamadas periódicas. El caso es que, según cuenta, cuando recibió la citación presentó el informe médico que le obligaba a cumplir reposo en domicilio, pero la Junta Electoral no lo valoró como razón suficiente.
«Y fui porque te advierten de que si no vas, tienes que pagar una multa y hasta te puede caer cárcel». Cuando estaba allí coincidió con la suplente de ella, advirtió de su situación al presidente, y tampoco. Y ya cuando acabó el recuento pidió marcharse, pero la obligaron a esperar al cartero. «No entiendo cómo maltratan así a una persona enferma, lo denuncio para que no pase más».
No fue la única incidencia del domingo en Telde. En La Solana recurrieron a la luz de un móvil para contar los votos. Las mesas se abren allí en un antiguo colegio que usa la luz del alumbrado público, que se encendió una hora después de que oscureció.
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