Criaturas trogloditas en Cernícalos
La riqueza paisajística y natural del barranco de Los Cernícalos salta a la vista. Entra por los ojos. Pero luego hay otra, desconocida, que requiere de una mirada experta. Es la que esconde su subsuelo. Un reciente estudio de una antigua mina de agua abandonada halla cinco nuevas especies cavernícolas para la ciencia. Telde
El proyecto de investigación, dirigido por la Sociedad Entomológica Canaria Melansis y financiado por el Cabildo, ha permitido descubrir la rica biodiversidad de invertebrados troglobiontes que oculta el barranco de Los Cernícalos. Los troglobiontes son los animales que se han adaptado a vivir en cuevas o, como en este caso, en una mina artificial, excavada en su día por el ser humano para buscar agua. De las 28 especies que se identificaron en la exploración biológica de esta mina, conocida como La Federica o Morera, 13 eran troglobiontes, y de ellas, cinco son nuevas para la ciencia, entre las que sobresale una chinche mantis del género Collartida.
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El estudio acaba de ser publicado en el número 15 de la revista de espeleología Gota a gota con el título Fauna invertebrada de la Mina de La Federica, riqueza subterránea del barranco de Los Cernícalos. Lo dirigieron Manuel Naranjo y Sonia Martín de Abreu, de Melansis, pero contaron con el apoyo de Basilio Suárez, del Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna y del espeleólogo Octavio Fernández, del Grupo Espeleológico Tebexcorade La Palma.
La chinche mantis hallada es un insecto cazador cuyos parientes más próximos habitan en cuevas de El Hierro y La Palma. Según este estudio, es un nuevo eslabón en este linaje de chinches canarias, que tiene además la particularidad de que es la que menos adaptaciones presenta al medio subterráneo, pues «posee alas y ojos bien desarrollados».
Las otras cuatro especies nuevas son un escarabajo despigmentado del género Pseudoplatyderus, dos gorgojos que se alimentan de raíces (Oromia sp.n. y Laparocerus sp.n.), y una araña roja ciega (Dysdera sp.n.).
La nota negativa, apuntan, la puso el hallazgo de una especie invasora, la planaria azul Caenoplana coerulea, un predador de origen australiano que ha podido ser introducido en Canarias en macetas de plantas ornamentales.
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