El agua envasada llena la despensa
En Canarias, buena parte del agua que se consume es envasada, con diferentes composiciones dependiendo de su procedencia.
María Guerra / Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 17 de julio 2020, 04:53
El agua, según su definición, es una sustancia líquida, transparente, incolora, inodora e insípida, fundamental para el desarrollo de la vida y principal y mayoritario componente del cuerpo humano. Así pues, se trata de un elemento básico, universal e imprescindible para la vida humana que, en los últimos años, ha generado un negocio en España de más de 1.000 millones de euros de facturación.
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Según la Federación Europea de Aguas Envasadas (EFBW), España se sitúa como cuarto país de la UE en términos de producción de agua mineral, por detrás de Alemania, Italia y Francia, y tercero en consumo, tras Italia y Alemania.
Durante 2017, según los últimos datos conocidos recogidos en la Estadística de Producción elaborada por ANEABE (Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas), a partir de los suministrados por sus marcas asociadas, la producción de aguas envasadas en España alcanzó los 6.183 millones de litros, representando un 5,4% de incremento respecto al año anterior.
Por tipos de aguas envasadas, más del 97% de la producción corresponde a las aguas minerales naturales; casi un 2%, a las de manantial y el resto a las potables preparadas. Las aguas sin gas representan el 96% de la producción, mientras que las aguas con gas acaparan el 4% restante.
En cuanto al consumo per cápita, en 2017 se situó en 132 litros. Es decir, un vaso de agua mineral al día frente a los 150 litros de consumo medio de agua corriente.
En el archipiélago
Preferencia. Aunque desde el punto de vista sanitario, el agua de grifo que llega a los domicilios es potable, hay muchas impresiones sensoriales que hacen que los canarios se decanten por consumir agua envasada. El olor y sabor a cloro, producto este utilizado para conseguir un agua con seguridad sanitaria para el consumo, o sabores ligeramente salados, ásperos o metálicos – por su alto contenido en cloruros -, sulfatos o metales que, sin llegar a ser perjudiciales, pueden no ser agradables para beber, o sensación de no apagar la sed por su alto contenido en sales a pesar de beber repetidamente.
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Consumo. Esta es probablemente la razón por la que las aguas envasadas ocupan el hueco que la población demanda para consumir un agua exenta de estas sensaciones.
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