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Isabel Toledo
Los dispositivos que tenemos en casa hablan entre sí y no te va a gustar lo que se cuentan

Los dispositivos que tenemos en casa hablan entre sí y no te va a gustar lo que se cuentan

La tele, el frigorífico inteligente, la cafetera y el robot aspiradora comparten datos que permiten saber tu nivel de renta, costumbres...

Sábado, 11 de noviembre 2023

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¿Tienes en casa una televisión inteligente? ¿Un asistente de voz? ¿Un frigorífico o una lavadora conectados a la red?¿O esas bombillas de última generación que pueden sincronizarse con el reproductor de música o con la tele para cambiar la iluminación según la película que se esté viendo? Todos esos dispositivos hablan entre sí y debería preocuparnos lo que se cuentan. Una investigación ha demostrado hasta qué punto el 'Internet de las cosas' -así se llama a la interconexión masiva de dispositivos digitales- adolece de seguridad y privacidad. «Cuando pensamos en qué ocurre entre las paredes de nuestras casas, solemos creer que es un lugar fiable y privado. En realidad, hemos encontrado que los dispositivos inteligentes de nuestras casas están rompiendo el velo de la confianza y la privacidad en maneras que permiten que prácticamente cualquier empresa pueda aprender qué dispositivos están en nuestra casa, conocer cuándo estamos en casa y dónde está ese hogar», asegura el profesor David Choffnes, uno de los autores de la investigación. «Nos vigilan y monitorizan constantemente», añade Juan Tapiador, profesor de Computación en la Universidad Carlos III que ha participado en el estudio.

A finales del año pasado un estudio de la empresa alemana de consultoría e investigación de mercados IoT Analytics calculaba que había 14.300 millones de dispositivos conectados a la red y esperaba que esa cifra prácticamente se doblase para 2027. Muchos de ellos están en nuestros hogares. Cuando uno de estos se une a la red wifi de nuestra casa, reconoce otros dispositivos y obtiene información de ellos. El intercambio de datos se realiza sin que lo sepamos o quedan recogidos en los contratos de términos y condiciones que prácticamente nadie lee por lo farragosos que son y por las prisas que tenemos para que empiecen a funcionar. «Cuantas menos preguntas te hace un dispositivo, antes entra en funcionamiento. Usabilidad y seguridad no van de la mano», subraya Eduardo Jacob, catedrático de Ingeniería Telemática en la Universidad del País Vasco. «Aquí también interviene el modelo de negocio. Muchos de esos dispositivos tienen precios bajos porque la monetización viene después, cuando recopilan información sobre nosotros que se traduce en anuncios», añade Tapiador.

¿Qué datos consiguen?

Los investigadores hicieron la prueba en una habitación-laboratorio con 93 de estos 'gadgets' y vieron que generaban un rastro o huella similar a la que se produce con nuestros teléfonos móviles y redes sociales. No es que capten nuestras conversaciones y mensajes. Tampoco lo hacen los teléfonos móviles pese a lo que se suele pensar. «En España solo se ha demostrado que una aplicación nos escuchaba. Fue una app de la liga de fútbol para combatir la piratería. Desde el punto de vista técnico es muy difícil y no les merece la pena. Ya obtienen suficiente información de formas mucho más sencillas», explica el experto de la universidad madrileña.

Se trata más bien de datos más técnicos como la dirección MAC, el identificador único que los fabricantes dan a cada dispositivo. «Son una serie de números y letras en las que en la primera mitad se especifica cuál es el fabricante», explica Jacob. «Y sabiendo esto, se puede deducir si un hogar tiene mayor o menor poder adquisitivo. No es lo mismo tener dispositivos de primeras marcas que de segundo o tercer nivel», destaca Borja Sanz. También pueden saber quién entra en nuestro hogar y cuándo lo hacen. Basta con que se conecten a nuestra red con sus 'smarthphones'. Al margen del problema de seguridad que supone, sirve también para la llamada 'vigilancia comercial', el envío masivo de publicidad cada vez más personalizada. Ya nos llegan anuncios a nuestros teléfonos con búsquedas que hemos hecho. O con una búsqueda que ha hecho alguien con quien hemos estado. «Es suficiente con tener el bluetooth conectado. Los teléfonos son una caja llena de sensores que se comunican entre sí», desvela Tapiador. «Todavía no han llegado anuncios dirigidos a hogares, pero ya podrían hacerlo», subraya el experto.

Los dispositivos más habituales

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Es un ordenador grande con aplicaciones y una interfaz. Están conectadas a la 'nube' del fabricante, Amazon, Netflix... Con ellos hacen nuestro perfil. Con la dirección MAC también saben el fabricante, de donde pueden deducir el poder adquisitivo de los miembros del hogar.

Los modelos más modernos comprueban la comida que queda y son capaces de hacer la lista de la compra. Saben el número de personas del hogar por el consumo de leche. Si hay muchos petit suisses, pueden deducir que hay niños. Para asegurarse, se pueden cruzar estos datos con los de la tele. Si hay aplicaciones con dibujos animados, ya no hay duda.

Adaptan el plan energético a tus costumbres y se encienden a la hora a la que sueles tomar café. De aquí se puede obtener un perfil de nuestros hábitos.

Estos dispositivos son cada vez más habituales en las casas. Se les puede preguntar qué tiempo va a hacer, que pongan música… Al contrario de lo que se cree, no escuchan nuestras conversaciones. Es difícil técnicamente y ya obtienen información de forma mucho más sencilla.

Muchos de ellos tienen cámaras para 'mapear' nuestra casa con el fin de evitar chocarse contra los muebles, paredes… Con eso, conocen de primera mano cómo es nuestra vivienda, el número de habitaciones...

Entre otras cosas, aporta información detallada de los consumos para poder reducir la factura eléctrica y, además, aumentar el conocimiento sobre el estado de la red eléctrica. Pero también permiten saber lo que vemos en la tele por los cambios de consumo que provoca el brillo de las imágenes.

AUX STEP FOR JS

¿Qué podemos hacer?

Sabido todo esto, ¿qué podemos hacer? «Lo ideal es que no tuviéramos que hacer nada. No es razonable que el ciudadano medio tenga que saber cómo funciona esta tecnología. Se deberían mejorar los procesos regulatorios y etiquetar los 'gadgets' como se hace con los alimentos. Ya se hace con algunas aplicaciones, en las que se indica su nivel de privacidad», explica Tapiador. «Lo más sensato sería leer las condiciones de uso, pero es complicado. Tenemos que buscar un equilibrio entre usar esos aparatos y saber que comparten información», dice Sanz. «A nivel técnico hay protocolos de internet más seguros como el IPv6 -el más utilizado ahora es el IPv4-, pero tenemos que ser conscientes de que todo lo que hacemos deja huella», concluye Jacob.

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