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SARA I. BELLED
Nunca es tarde... ni para escribir un libro

Nunca es tarde... ni para escribir un libro

Envejecimiento activo ·

La creatividad y los años no se llevan mal: hay quien firma su primera obra ya muy mayor. ¡Incluso con 99 años se puede triunfar!

Lunes, 8 de marzo 2021

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Nunca es tarde. Es un mantra que los humanos nos repetimos a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, luego no acabamos de creérnoslo y la mayoría aparcamos para siempre algunos sueños según vamos cumpliendo años. En algunos casos es inevitable: la biología manda y nuestros cuerpos y mentes no responden como quisiéramos. Pero no ocurre en tantas ocasiones como pensamos, sobre todo si nos referimos a la actividad intelectual. De hecho, una persona mayor puede estar en el momento creativo más fértil de su vida e incluso lanzarse a escribir un libro o firmar su obra maestra. ¿Alguien no se lo cree? Pues hemos de saber que grandes literatos han escrito algunos de sus mayores éxitos a una edad avanzada. ¡Y en algunos casos eran debutantes! Así que sí: nunca es tarde y hay sonados ejemplos.

Daniel Defoe (1660-1731) escribió su primera novela (y la más popular) con 59 años: 'Robinson Crusoe'. Y Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) publicó su única y vitoreada obra, 'El Gatopardo', con 58. Ambos eran muy mayores para su época, sobre todo el primero. De fechas más recientes nos encontramos con otros primerizos como el autor de 'Las cenizas de Ángela', Frank McCourt –ganador del premio Pulitzer en 1997–, que era un jubilado de 66 años cuando se estrenó, o la novelista Harriet Doerr, que comenzó su carrera ya cumplidos los 74. Aunque el caso más extremo es el de Toyo Shibata, una japonesa cuya primera obra, una antología poética llamada 'Kujikenaide' ('No te desanimes'), fue publicada en 2009 cuando ella tenía 99 años. Fue un gran éxito y ella aún vivió cuatro años más para disfrutarlo, hasta los 103. «Desde que pasados los 90 empecé a escribir poemas, cada día tengo algo por lo que vivir», expresó. «Aunque tenga 98 años, me enamoro, ¿sabéis?, / y sueño y deseo subirme a las nubes», dicen dos de sus versos. Para ella fue una auténtica terapia para superar una depresión.

«¡Claro, hay ejemplos de muchos personajes históricos famosos en los distintos ámbitos de los saberes y conocimientos humanos que han conservado su creatividad hasta edades avanzadas y muy avanzadas! –asegura Víctor López García, médico gerontólogo y escritor–. El don de la creatividad nunca se pierde: se incrementa y se acentúa incluso más con el entrenamiento y la experiencia. A este respecto, recuerdo aquella prosa poética del ilustre médico español Gregorio Marañón, que decía: 'Vivir no es solo existir, / sino existir y crear, / saber amar y sufrir / y no dormir sin soñar. / Descansar es comenzar a morir'».

Eso sí, el colectivo de mayores es muy heterogéneo. No es lo mismo un jubilado de sesenta y muchos que una persona de más de noventa. Y ya no digamos si han tenido la mala suerte de sufrir alguna enfermedad que les haya mermado las capacidades cognitivas. Sin embargo, una persona sana, pasados los sesenta y muchos, no tiene por qué escudarse en la edad para no desarrollar su talante artístico o creativo. «Es verdad que, por efecto del envejecimiento, en el terreno mental se produce una pérdida de la memoria, algunos lapsus mentales, mayor lentitud y torpeza de los reflejos y de los pensamientos, empobrecimiento del mundo afectivo y emocional, los circuitos neuronales se vuelven menos ágiles... Pero, por otra parte, se va ganando en sabiduría y experiencia y en el don de poseer una creatividad más sedimentada, más apoyada en la realidad misma y con un mejor conocimiento de la relatividad de las cosas», asegura López García. Es decir, puede que en algunos aspectos no estemos tan finos, pero los suplimos con otros que están más desarrollados.

Así que, si tenemos desde siempre el deseo de escribir un libro (dicen que todos llevamos uno dentro, el reto es tener la valentía de sacarlo) o de aprender a pintar, empezar con el bricolaje, tocar un instrumento, restaurar muebles, hacer 'patchwork', componer poemas... no hay que poner la edad como excusa. «Nunca es tarde para aprender, para amar, para pensar en positivo, para crear a lo largo de la vida. Y ello es gran parte debido a la gran plasticidad cerebral», recalca el gerontólogo.

«Aunque tenga 98 años, me enamoro, ¿sabéis?, / y sueño y deseo subirme a las nubes», dicen dos versos de la longeva poetisa japonesa

Toyo Shibata

«El don de la creatividad nunca se pierde: se incrementa y se acentúa incluso más con el entrenamiento y la experiencia»

Víctor lópez garcía, gerontólogo y escritor

Claro que no todas las personas mayores son creativas por igual. Primero, quienes han trabajado ya esta habilidad a lo largo de la vida lo tienen más fácil, y luego hay rasgos de carácter que la determinan, «ya que está supeditada a la cultura, al contenido mental, al nivel intelectual, a la influencia del ambiente, a la educación recibida, la imaginación, genialidad, sensibilidad estética, al don de la curiosidad, la capacidad de admiración, el amor al saber, la búsqueda de los secretos de las cosas...», enumera López García.

En este sentido, Eva Solera, profesora del área de Psicología de la Educación y Psicobiología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), coincide en afirmar la importancia de mantener el cerebro en forma a lo largo de la vida si queremos conservar la creatividad en la vejez. «Si no hay estímulos, se pierde las plasticidad neuronal», subraya. Pero estos estímulos pueden ser variados: leer, hacer pasatiempos, trastear con el ordenador, realizar tareas manuales, echar un vistazo la prensa... No hace falta una 'gimnasia' mental superespecializada. Si hemos hecho una vida medianamente activa, deberíamos llegar a mayores con el cerebro preparado para emprender cualquier empresa. Entonces, ya sólo nos faltaría tirar de voluntad. Y eso sí que flaquea en la etapa final de nuestra existencia. «A muchos mayores les falta motivación. Pero si se esfuerzan pueden hacerlo», aclara Solera. Lo importante es no quedarse parado en ningún momento. Seas un ciudadano anónimo o un genio del arte o la literatura. «Darío Fo había escrito teatro y se atrevió con su primera novela con 88 años. Y pintores como Picasso, Dalí o Antonio López ahí siguieron. Nunca pararon», destaca.

Labor detectivesca

Lo de mantener siempre la curiosidad y la actitud es vital. El italiano Santi Laganá, de 67 años, acaba de publicar su primera novela, 'Hierro y sangre' (editorial Suma de Letras). Se trata de una obra centrada en uno de los periodos más oscuros de la historia de Italia, el siglo X, una etapa «muy corrupta y sórdida de la que se sabe muy poco» y para la que ha pasado años documentándose y «haciendo de detective» de biblioteca en biblioteca y de archivo en archivo. Ahora, él mismo tiene una gran colección de obras de ese periodo; algunas, auténticas rarezas. «He invertido dinero y tiempo», indica Laganá, ya jubilado tras toda una vida trabajando en la banca. «Cuando era más joven, no disponía de tiempo. Siempre escribí, pero como hobby, y he leído mucho. Pero no ha sido hasta ahora cuando he sacado del cajón el sueño de publicar un libro. Nunca se me hubiese ocurrido ir a una editorial, pero por una casualidad conocí a un agente, mi mujer me animó... y aquí está mi libro», resume Laganá, quien defiende que cada edad «tiene sus encantos y debilidades».

Según asegura, la edad «nos cambia los ojos, la visión del mundo» e incluso da un poso de «melancolía y hasta de amargura» que puede ser muy interesante a la hora de escribir. «Yo creo que mi libro no podría haberlo escrito con 17 años. No habría tenido paciencia», admite el escritor, quien considera que, a su edad, embarcarse en una novela es «una manera de mantenerse vivo y ejercitar el cerebro». De hecho, tras esta ópera prima piensa seguir con otros géneros. Otros desafíos literarios. «Claro que sí, cuando me planteaba si sería capaz de dar forma a este libro, me acordaba de Andrea Camilleri, que a los 70 años tuvo su gran éxito iniciando las novelas del comisario Montalbano... ¡y vivió noventa y pico, así que tuvo bastante tiempo de hacer más! –señala con estusiasmo–. Uno mismo nunca debe limitarse».

  1. Escritor debutante a los 90 años

    Ricardo Echanove: «Todo lo que hay antes del final de la vida sigue siendo vida»

Ricardo Echanove cumple 90 años este domingo. Se podría pensar que ya tiene todo hecho en la vida, pero no. Esa idea no va con él.De hecho, ha publicado recientemente 'El legado de Gonzalo', un canto a los recuerdos, la infancia y la amistad. Por eso, cuando se le pregunta cómo se animó a la siempre titánica tarea de dar forma a un libro a tan avanzada edad, se pone reivindicativo: «¡Todo lo que hay antes del final de la vida sigue siendo vida!», clama.

Además, considera que él, «aunque quizá haya pedido algo de concentración y de intensidad», ha ganado en otros aspectos muy útiles a la hora de escribir: «¡Una gran cantidad de experiencias propias y de los demás que se han incorporado a mi acervo!». Y, como él entiende la novela como una ficción que parte de la realidad, tiene un montón de vivencias a sus espaldas en las que inspirarse. Ricardo, vecino de Bilbao, trabajó toda la vida en empresas, pero no emprendía retos literarios porque no disponía de tiempo. «Cuando me sobraban las fuerzas, no podía... y ahora, sin embargo, sí. Abordo el día a día como una contemplación serena, sin limitaciones. Vivo en un presente continuo y mi capacidad de fantasear está viva», apunta Ricardo.

Para él, el hecho de haberse aventurado a escribir frisando los 90 es la muestra viva de un consejo que da a todos los mayores: «En la vida, es espeluznante cuando ves que tienes a la vuelta de la esquina el cartel de 'meta', pero nunca se pueden bajar los brazos, hay que seguir luchando mientras se pueda». Para él, quizá más importante que batallar contra el miedo a la muerte es plantar cara al «miedo a la vida». «Aconsejo a los mayores que lean, lo que sea, que escriban algo, aunque sea un diario, que se apunten a visitas guiadas en su ciudad y las sigan con interés... ¡Podemos tener aún muchos momentos de plenitud!», sostiene.

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