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Ilustraciones: Leal
Nuestros pequeños compañeros de piso: cucarachas, arañas, ácaros, gorgojos...

Nuestros pequeños compañeros de piso: cucarachas, arañas, ácaros, gorgojos...

Convivimos con una media de un centenar de especies de artrópodos. Los hay dañinos, inofensivos y beneficiosos, pero solemos tratarlos a todos con el mismo rasero del manotazo, el pisotón o el zapatillazo

Miércoles, 9 de junio 2021, 18:04

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Cuando alguien pregunta al profesor estadounidense Rob Dunn y su equipo cuál es el mejor sistema para erradicar los insectos de una casa, ellos suelen recomendar que se llenen las habitaciones de arañas. Tras esa respuesta irónica, que suele redoblar el chispazo de repelús a lo largo de la columna vertebral de su interlocutor, se esconde una realidad comprobada mil veces: los artrópodos –insectos, arácnidos, ciempiés...– son nuestros pequeños compañeros de piso, una presencia inevitable a la que nos tenemos que resignar. El propio Dunn, algo así como una estrella mundial de la entomología doméstica, bautizó juguetonamente su proyecto como 'Never Home Alone', algo así como 'nunca estamos solos en casa'. Aunque no los veamos, ellos están ahí, en las grietas y rendijas, tras los muebles, en los rincones oscuros, bajo los cojines de nuestro sofá, en las alfombras, en el fondo de los cajones, entre los libros, en la despensa o haciéndonos visitas a través de la ventana abierta, tan hábiles para entrar por el cristal abierto y tan torpes para dar con él al marcharse. Y eso, sin contar nuestros parásitos y los de nuestras mascotas, como piojos, pulgas y garrapatas.

Un estudio de Dunn y su equipo rastreó cincuenta casas de una localidad de Carolina del Norte e identificó más de diez mil ejemplares de 579 especies distintas, con predominio de moscas, escarabajos y arañas, y eso que ni siquiera miraron en algunos puntos de difícil acceso como detrás de los armarios. El propio profesor se asombró al comprobar que en su domicilio residían plácidamente diez especies de arañas. La media de más de un centenar de especies por hogar resultará inquietante para muchas personas, aunque estos investigadores estadounidenses apuntan que los domicilios con menos variedad eran los peores, ya que en ellos solían predominar las cucarachas.

«A principios de los 90 hicimos un estudio en 52 viviendas de Madrid, con trampas en el suelo de la cocina y el baño y en la ventana, y recogimos 13.438 ejemplares de veintitrés órdenes de artrópodos», explica Raimundo Outerelo, profesor emérito de Entomología de la Universidad Complutense y miembro de la Asociación Española de Entomología. «Todo animal busca un nicho donde vivir y todo nicho vacío se intenta ocupar. Al no encontrar competencia, nuestras casas son un buen sitio para ellos», resume. Allí tienen resuelto el primer imperativo biológico, el de la alimentación: unos se nutren de nosotros y nuestras mascotas (los hematófagos, como los mosquitos, chupan nuestra sangre, pero nuestras células muertas suponen un festín para otras especies), los hay que se zampan la propia estructura de la casa o de los objetos guardados en ella y, finalmente, muchos codician el tesoro de nuestros víveres (ahí está el nutrido batallón de gorgojos y polillas especializados en alguno de los ingredientes que almacenamos). «Suele tratarse de una fauna cosmopolita, repartida por todo el mundo por la intervención humana: los hemos ido transportando por todas partes», comenta Outerelo.

El respeto que merecen

Pero la estrecha convivencia con ellos no nos ha acostumbrado a su presencia. «Salvando las malas experiencias que cada uno haya podido tener a nivel personal con insectos y arañas, se trata de un miedo aprendido, que tiene un componente más cultural que biológico. A ello contribuye la imagen que se da en los medios de estos invertebrados. Además, solemos asociar la presencia de insectos y arañas con ambientes sucios e insalubres, aunque un estudio de 2017 realizado en hogares de Estados Unidos concluía que aspectos como la limpieza de la casa, el uso de pesticidas y la tenencia de mascotas no ejercían una influencia significativa en la composición de la comunidad de artrópodos», desarrolla Germán Muñoz-Maciá, director de la revista 'Mundo ArtróPodo', que aspira a difundir la información sobre estos animalitos: «El conocimiento de la importancia de insectos y arañas en los ecosistemas, así como de sus beneficios (¡qué sería de nuestra vida sin los polinizadores!), haría que los viésemos de otra forma, con el respeto que merecen», plantea.

Raimundo Outerelo explica que a veces reciben «consultas curiosísimas» de gente que se cree acosada por los insectos y que, en su obsesión, incluso llega a presentar síntomas dermatológicos de picaduras inexistentes. En fin, quizá esas personas harían mejor en saltarse este pequeño repaso a algunos de nuestros huéspedes habituales u ocasionales.

Sospechosos habituales

Piojos de los libros

En casas recién estrenadas

Los psocópteros son pequeños insectos que se han ganado su nombre popular, piojos de los libros, porque algunas de sus especies son grandes amantes de las bibliotecas o, más bien, de los hongos que crecen en el papel y el pegamento de los volúmenes, que pueden resultar dañados como consecuencia de su actividad. Son asombrosamente comunes: el equipo de Dunn los localizó en 49 de 50 hogares. «Necesitan al menos un 60% de humedad. La gente suele alarmarse mucho al encontrarlos en casas recién estrenadas, donde todavía se mantiene la humedad de la obra», explica Raimundo Outerelo.

Cucarachas

La pesadilla del hostelero

Preocupan en los hogares y, muy especialmente, en los establecimientos hosteleros, donde la aparición inoportuna de un ejemplar puede acarrear mala fama y pérdidas económicas. En la Península Ibérica son corrientes cuatro especies de distinto tamaño y color: la 'Periplaneta americana' (rubia y voladora), la 'Blatta orientalis' (negra), la 'Supella longipalpa' (de introducción más reciente) y la 'Blattella germanica' o cucaracha de las cafeterías, rubia y descarada. «Esta última es la más difícil de combatir. Otras dejan su ooteca [la masa de huevos] en cualquier rincón, pero esta la lleva encima», apunta el entomólogo.

Arañas

Esas grandes incomprendidas

¡Pobres arañas! Suelen estar tranquilas en su rincón, ocupándose en silencio de esa tarea que después confiamos a los insecticidas, pero el beneficio que obtenemos de ellas no suele librarlas del letal escobazo. «En España hay citadas unas 1.500 especies de las que solo dos géneros podrían considerarse de cierta relevancia médica, 'Loxosceles' y 'Latrodectus' –apunta Germán Muñoz-Maciá, apasionado de estos animales–. Un estudio de 2007 puso de manifiesto que la población mundial de arañas consume hasta 800 millones de toneladas de insectos al año: ¡qué sería de nosotros sin ellas! ¡Estaríamos invadidos literalmente por el resto de invertebrados!».

Polillas

Un menú degustación en nuestra casa

Es un término un poco confuso, ya que se utiliza para designar a las mariposas nocturnas en general (que también visitan a menudo nuestras iluminadas estancias) pero también para las micropolillas, minúsculos insectos cuyas larvas se han especializado en alimentarse de distintos productos (u objetos) que tenemos en nuestro hogar. Las hay que se dedican a la ropa y las alfombras, pero muchas se centran en la despensa: podernos toparnos con polillas de las nueces, de la harina, de la patata, del cacao, de la uva, de las castañas, de los cereales... También la comida de nuestras mascotas suele resultarles muy atractiva.

Lepismas

Los 'pececillos' que huyen de la luz

«Los solemos ver en la cocina y el baño, huyendo de la luz y corriendo como locos. Es el grupo de insectos más primitivo que se conoce», los presenta el profesor de la Complutense. Deben su denominación popular, pececillos de plata, a su apariencia de minúsculos pescados de escamas metalizadas y son inofensivos. Dentro de la familia de los lepismátidos también se incluye un 'primo' del pececillo que tiene un nombre igualmente evocador: el insecto de fuego o termobia de las tahonas es amante de las altas temperaturas y frecuenta hornos (incluidos, claro, los de panadería), calentadores de agua y calderas.

Ácaros del polvo

En moquetas... y en suelos de madera

Estos arácnidos son tan diminutos que no se distinguen a simple vista, pero eso no significa que no los tengamos viviendo con nosotros: Dunn y su equipo los localizaron en el 76% de los hogares que examinaron. «Eran más abundantes en las superficies con moqueta o alfombras, pero, paradójicamente, la casa donde más había tenía suelo de madera. Los huecos entre las tablas pueden servirles de hábitat», apuntan. Sus cuerpos, sus heces y sus huevos están detrás de muchas reacciones alérgicas. Como los piojos de los libros, necesitan un elevado índice de humedad para proliferar.

Escarabajo de las alfombras

Mudas y pelos urticantes

El 'Anthrenus scrophulariae' quizá no sea muy conocido, pero resulta abundantísimo. «Lo alarmante no son los ejemplares adultos, que es cuando los vemos, sino que durante su desarrollo larvario hacen varias mudas y sueltan unos pelos urticantes que pueden provocar alergias», puntualiza Outerelo. La hembra muere poco después de poner entre cuarenta y más de cien huevos en algún sitio donde a sus pequeñuelos no les falte la comida. «Los hemos encontrado alimentándose de comida para perros, insectos muertos y recortes de uña», detalla el estudio de Dunn.

Típulas

No, no son mosquitos gigantes

De todos los visitantes indeseados que recibimos a través de las ventanas, las típulas se codean con las avispas en el nivel de alarma que generan, sobre todo si hay niños en las inmediaciones. Su apariencia, con patas desmesuradas, recuerda a la de un enorme mosquito, pero en realidad este insecto lento y un poco pánfilo no puede causarnos ningún daño: «Vuelan tontamente y es cierto que la gente se asusta muchísimo cuando entran en casa, por el tamaño que tienen y por la semejanza con el mosquito, pero son inofensivos: nunca podrían picar, porque no tienen estilete», aclara Outerelo.

Ciempiés

Todas esas patitas

Los miriápodos (ciempiés, milpiés...) siempre han cotizado bastante alto en la escala de repugnancia que nos provocan nuestros pequeños compañeros de piso: será cosa de la forma alargada, o del movimiento de múltiples patitas. Dunn y los suyos encontraron algún ciempiés en el 42% de las casas que estudiaron y milpiés en el 82%. Una de las variedades más abundantes en el hogar es la 'Scutigera', conocida de hecho como 'ciempiés doméstico', un animal de largas patas e insectívoro (come hormigas, chinches, mosquitos...) que frecuenta especialmente las habitaciones húmedas y oscuras.

Gorgojos

La gran familia

Con los gorgojos sucede algo parecido a lo de las polillas: nuestras alacenas constituyen un paraíso para ellos, de manera que ocurre a menudo que almacenamos más tiempo de la cuenta unas legumbres, algún cereal o la pasta y nos los encontramos infestados de estos pequeños coleópteros de peculiar pico. «Son una familia de escarabajos, la más numerosa del mundo. Lo que causa perjuicio es la fase larvaria: el adulto ya ha cumplido su misión», comenta Raimundo Outerelo. Se han descrito más de 80.000 especies de esta gran familia.

Tijereta

Criatura de leyenda

Es curioso que una criaturita como la tijereta haya inspirado toda una mitología: en los países anglosajones se cuenta tradicionalmente que se introducen por el oído de la gente para depositar sus huevos en el cerebro (y no, aunque algún caso de expedición por el agujero de la oreja sí ha habido), mientras que en buena parte de España se les asignan nombres populares como 'cortapichas', por esos cercos en su extremo posterior que, evidentemente, no abarcan ni cercenan tanto. «Pueden llegarnos a casa en las hojas finales de la verdura, en la fruta... –propone Outerelo–. Son muy curiosas, porque la hembra tiene comportamiento maternal, cuida a sus crías».

Mosca

El insecto ineludible

Son el primer insecto que nos viene a la cabeza al repasar la pequeña fauna de nuestro entorno: las moscas domésticas, tan insolentes y latosas, y sus parientes cercanas las moscardas, como esos insectos azules que suelen sentir tanto interés por el pescado que traemos de la compra. Sirven como demostración de que se puede ser tremendamente molesto sin necesidad de picar, algo de lo que son anatómicamente incapaces. ¿Por qué tardan tanto en elegir la hoja de la ventana que está abierta? Puede influir la corriente de aire hacia dentro, del mismo modo que los grandes almacenes instalan corrientes hacia fuera para impedir su entrada.

¿Y qué hace un entomólogo cuando ve una cucaracha?

¿Qué hace un profesional o un apasionado de la entomología cuando se topa con una cucaracha paseándose por su cocina o por su lavabo? «Hombre, no es lo mismo que te llegue volando un escarabajo rinoceronte, como los que tengo estas noches en la terraza, que tener una plaga de cucarachas o la casa invadida por mosquitos tigre. En el segundo caso, tomamos medidas por una mera cuestión de salud pública. Lo que es común en el hogar de un aficionado a la entomología es no alarmarnos ante la presencia de ciertas especies beneficiosas, como la mayoría de las arañas o las avispas parasitoides de la familia 'Evanidae', como la 'Evania appendigaster', que pone sus huevos en las ootecas de las cucarachas y actúa como control biológico de estas», responde el director de 'Mundo ArtróPodo', Germán Muñoz-Maciá. Al profesor Raimundo Outerelo le hace gracia la pregunta: «A la cucaracha generalmente intentamos matarla, porque son portadoras pasivas de muchos gérmenes», confirma, pero ahí le brota la capacidad de asombro ante lo pequeño, tan característica de los amantes de esta fauna minúscula: «Y qué curioso es que mueran patas arriba, ¿verdad?».

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