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Retrato de los 62 asesinos machistas de este último año
25N

Retrato de los 62 asesinos machistas de este último año

Con una media de entre 40 y 50 años, la mayoría tiene hijos, trabajo y propiedades y planificaron cometer el crimen en el domicilio de la víctima

Doménico Chiappe (texto), Lidia Carvajal y Reyes Domecq (gráficos)

Madrid

Jueves, 23 de noviembre 2023

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Quiénes son los 62 hombres que asesinaron a sus parejas o ex entre un 25N y otro. Cuando ocurre un asesinato por violencia de género se suele hablar de la víctima, como homenaje o recuerdo, pero esta vez el foco está puesto en quien comete el crimen. Un hombre del que no trasciende el nombre de forma oficial o se recoge como un pie de página.

Los detenidos por matar a mujeres con las que tuvieron una relación sentimental, todos reconocidos por el Gobierno como asesinos machistas, tienen una media de edad entre los 40 y los 50.

En los extremos está el veinteañero German, que usó una pistola casera en febrero…

...y un nonagenario que golpeó a su esposa de 91 años. La mayoría de los asesinos tienen hijos, trabajo, propiedades y sólo dos padecían enfermedades mentales en algún grado, no suficiente para exonerarlos.

Un momento de alto riesgo ocurre cuando la mujer se acerca a su ex, obligada por un régimen de visita o de custodia compartida. A la hora de la entrega de los hijos se produjeron varias de las agresiones mortales de este año, como emboscó a su pareja Ángel en Pontevedra o Miguel en Zaragoza.

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La lectura de estos casos certifica que otro de los momentos más peligrosos para las mujeres sucede cuando ratifican su deseo de separarse o divorciarse, sin posibilidad de arrepentimiento, como pasó en uno de cada cuatro casos y con otra décima parte cuando se acababan de separar.

En la quinta parte de los casos ellas tenían más tiempo de ruptura en la relación con el que sería su verdugo. Esa valiente decisión la pagan con sus vidas. Cuando hombres como Bartolomé en Valencia, Christopher en Sevilla o Marco en Málaga comprueban que no hay vuelta atrás y tiene que abandonar el domicilio, más temprano que tarde, se suele producir el desenlace fatídico.

Los asesinos usaron armas blancas, como el cuchillo de cocina, en la mitad de los casos, y objetos para golpear con contundencia (18%), armas de fuego (18%) y manos o cuerdas para estrangular (14%). La recortada de Alberto en Guipúzcoa, el cuchillo de cocina de Ángel en Madrid o el coche con el que Marcos asesinó a Sandra en Toledo son algunos de los instrumentos de los homicidas.

También se comprueba que el lugar donde más espera la muerte a las mujeres en manos de sus parejas o ex es el que debería brindarles más seguridad: su hogar. En el 80% de los casos, según los datos disponibles recogidos por este periódico, los asesinatos sucedieron donde ella residía. La casa, en ocasiones, la siguen compartiendo con la expareja o no se han separado aún, pero ya la relación es agria. Las demás murieron en lugares como un hotel, un trastero o espacios públicos como la calle, un parque o la playa. En un par de casos, los hombres eran turistas que eligieron los días de vacaciones para el crimen.

Pesadilla real

Ninguna imaginación es capaz de construir lo que puede sentir un niño cuando ve cómo su padre asesina a su madre. A veces también tienen que observar cómo se suicida. O cómo huye. Uno incluso le utilizó como escudo frente a los policías. Es posible pensar en litros de sangre en una habitación y mutilar un cuerpo.

Escenarios terroríficos que, sin embargo, no igualan el sentir y lo que pervivirá en la conciencia del testigo. Tendrá que vivir con este dolor la hija de Maialen que estuvo doce horas junto al cadáver de su madre, después de ver cómo la mataba su padre; el hijo de Ilham, que presenció cómo su padre Vicente la apuñalaba y después se degollaba, o los tres hijos de Zhour, que estaban en la cocina una tarde cuando el padre cortó el cuello a su madre.

En la mayoría de los casos se constata que el crimen había sido planificado con más o menos detalles, y no producto de la ira irracional en un momento de arrebato. No pocos intentaron despistar la investigación con una coartada (20%) o tenían una ruta de escape (14%). Otros confiesan (15%) a la autoridades, como Antonio en Zaragoza y Leonel en Marbella. O a los amigos, como el asesino de Suzan en Alicante.

Menores que pierden a su madre y a su padre, sea cual sea el desenlace de él: la muerte o la cárcel. Una de ellas murió junto a su madre, Paloma. Las asesinó David con un arma blanca en Valladolid. A dos de los asesinos no les importó que sus exparejas estuvieran embarazadas.

Este año, en todos los casos clasificados como asesinato machista fueron detenidos e imputados. Una decena (17%) se suicidó después, como Paco en Málaga y Víctor en Pontevedra, ambos de un tiro; Alexander en Fuerteventura, que se asfixió con una bolsa, o el asesino de Sandra en Granada, que se lanzó al vacío.

Entre todas las notificaciones de este año sólo en un caso la mujer se había suicidado como decía el inculpado. Fue Alina, que murió en Jerez de la Frontera el 27 abril. Se ahorcó con los cordones de su zapato. Aunque Igualdad había confirmado que se trataba de un asesinato de género, su pareja fue liberado. Con el caso 62, sucedido en Madrid, ya van 1.237 mujeres asesinadas por violencia de género desde 2003, según el recuento oficial.

Fuentes:

En este trabajo se recogen los datos oficiales, comunicados por el Gobierno, aunque los datos de los hombres, muertos o detenidos, han sido recogidos por la prensa local y el listado se ha cotejado con otros elaborados por ONG. Cuando no se registra el nombre del hombre, se le identifica con una referencia a la mujer asesinada. Cuando no hay datos de él ni de ella, sólo se coloca «sin identificar». Todos los casos son reconocidos como asesinatos machistas por los organismos oficiales y han sido comunicados por el Ministerio de Igualdad. Sin embargo, hasta que haya sentencia firme el señalamiento es «supuesto», aunque los jueces hayan decidido mantener al acusado, muchas veces confeso y en prisión preventiva, lo que ocurre en la gran mayoría de los casos. En este reportaje ha colaborado Sara I. Belled.

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