¿Cómo se resuelve una guerra?
Los mediadores son agentes esenciales en la resolución de conflictos, que acercan posturas, establecen bases para el diálogo y trabajan en las demandas posteriores. Una profesión en auge que se profesionaliza
Este mundo es un desastre. No lo aseguramos nosotros. Lo cantó la gran Donna Hightower hace ya más de medio siglo, en plena Guerra Fría, ... y su lamento fue un éxito en todo el planeta. Entonces, mientras los jóvenes de la época bailaban aquel hit de R&B, tenía lugar el Domingo Sangriento en Irlanda del Norte, el Ejército norvietnamita invadía el sur del país asiático y concluía la primera contienda civil sudanesa. El planeta se antojaba el camarote de los hermanos Marx, atestado de odios, masacres y grupos armados.
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Pero también había otros agentes empeñados en fomentar la esperanza. Durante aquellos años convulsos, el abogado estadounidense George Mitchell iniciaba una carrera internacional en el ámbito de la intermediación que le llevaría a presidir las negociaciones en Belfast que concluyeron en los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 o, posteriormente, a ser el enviado especial del presidente Barack Obama en el avispero de Oriente Medio.
No se trata de una excepción. Como él, hallamos otros muchos individuos sumamente pacientes y entidades discretas con una gran capacidad para conducir cruciales conversaciones entre acérrimos enemigos. Ellos son los mediadores, actores en la sombra que favorecen la paz y la reconciliación entre facciones que han intentado eliminarse mutuamente.
Cinco décadas después, ellos y promociones posteriores siguen esforzándose por encarrilar la paz en cualquiera de los actuales escenarios bélicos. «Hay centros en los países nórdicos donde se imparten másteres en 'peace research' y 'peace studies' y se forma a los interlocutores para el diálogo», explica Felipe Gómez Iza, profesor de Derecho Internacional Público en la Universidad de Deusto e implicado en el proceso colombiano de paz por su colaboración con el Norwegian Centre for Conflict Resolutión (NOREF), una de estas cualificadas entidades. Según recuerda, se trataba de «un equipo muy profesional con vasta experiencia».
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El principio de la resolución pacífica de las contiendas avala su labor. «Los Estados no pueden recurrir a la fuerza armada para resolver un conflicto», aduce y recuerda que la legislación internacional remite al diálogo para resolver el fondo del problema. Esas vías permanecen incluso cuando arrecian los combates. «En las guerras hay canales de comunicación tanto secretos como oficiales», sostiene y alude al rol ambiguo que juega Donald Trump en el caso de Ucrania y Rusia. «No se le puede considerar como un mediador al uso porque está implicado en el conflicto y, desde ahí, trata de obligar a Putin a sentarse en la mesa con poco éxito, por cierto».
Los interlocutores habituales no suelen ser potencias militares y están implicados en la crisis. «Son vistos como potencias medias sin especial ambición geopolítica», indica Diego Checa, secretario del Instituto de Investigación de la Paz y los Conflictos, perteneciente a la Universidad de Granada. Además de Noruega, menciona la participación de Suecia, Qatar y Suiza, artífice de rondas de conversaciones políticas gracias a su condición neutral y su posición como sede de instituciones globales.
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«Resulta muy difícil poner el punto y final tras haber provocado profundos daños a la sociedad»
Los procesos son largos, complejos e, incluso, contradictorios. «Resulta muy difícil poner el punto y final después de haber provocado profundos daños a la sociedad», aduce. «No es sencillo acabar porque, tras establecer un espacio de negociación para compartir el poder, se debe construir cierta estabilidad para seguir generando confianza».
Los mediadores no sólo acercan posturas y establecen bases para el diálogo, también trabajan en las demandas posteriores. Gómez Iza llevó a cabo informes para afrontar la justicia transicional, aquella que ha de responder a las violaciones de derechos humanos y los traumas del pasado. «El acuerdo de paz de Colombia, firmado en 2016, fue muy bueno porque dio lugar a una comisión de la verdad que presentó un informe en el que se incluyeron los responsables de los crímenes, de las torturas, desapariciones y desplazamientos forzosos», señala. Asimismo, se refiere a la necesidad de analizar los intereses económicos subyacentes. «Se trata de elementos centrales en los conflictos y si no se abordan con realismo nos encontraremos con soluciones a corto plazo condenadas a fracasar».
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Los interlocutores al uso no suelen ser potencias militares y no tienen ambición geopolítica
La mayor parte de los procesos de diálogo implica a gobierno y milicias, un escenario asimétrico en el que confluyen intereses variados. «Son complejos por la diversidad de actores», señala y apunta el caso de México, donde los cárteles del narcotráfico impulsan la violencia, con miles de víctimas, y llegan a controlar vastas zonas y vías de comunicación. ¿Es posible propiciar el diálogo en estas circunstancias? «Hay que hablar hasta con el diablo», afirma.
Sin victoria militar
El fin de la Guerra Fría ha incrementado el número de este tipo de contactos como forma de resolución de contiendas. «Antes, el desenlace habitual era la victoria militar», asegura Jordi Urgell García, investigador de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona. «El incremento demuestra que el diálogo se ha validado como instrumento eficaz para solucionar problemas bélicos».
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Este centro de investigación surgió en 1999 a partir de una cátedra de la Unesco y. entre otras funciones, publica análisis anuales tanto de los conflictos y situaciones de grave tensión sociopolítica como de las negociaciones de paz que se llevan a cabo en el mundo. «En 2024 contabilizamos 52 iniciativas y el 86% estaban facilitadas por una tercera parte», señala y alega que su naturaleza suele ser prácticamente secreta.
El sector se ha profesionalizado. Naciones Unidas y la Unión Europea han creado unidades de apoyo a este tipo de procesos. «Además, cada vez hay más Estados que crean departamentos específicos en sus burocracias», indica, como son los casos de Qatar, Turquía y Malasia, «a veces, vinculados a pretensiones geopolíticas».
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La Administración no monopoliza este tipo de proyectos. Existen centros y ONG implicados y el especialista destaca el Centro para el Diálogo Humanitario Henry Dunant (HD) con sede en Ginebra o la Comunidad de Sant'Egidio, asociación internacional de laicos católicos implicada en el diálogo político en Guatemala, Kosovo o Mozambique. Su proliferación ha impulsado el trabajo en red. Las entidades españolas se agrupan en la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ).
1998 Acuerdos del Viernes Santo
con los que culmina el proceso de paz en Irlanda del Norte. Fueron los primeros frutos de la carrera internacional en el ambito de la intermediación que había iniciado tres años antes el abogado estadounidense George Mitchell. Después fue el enviado especial de la Administración Obama a Oriente Medio.
El perfil de los mediadores es muy diverso, tanto como lo son estos procesos. Puede tratarse de observadores, organizaciones que establecen medidas de confianza o participan en las negociaciones. «Puede variar entre aquellos que facilitan el diálogo y cuentan con la capacidad para aportar ideas y quienes sólo pagan las facturas y levantan acta, con una postura mucho menos proactiva».
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La multiplicación de actores es la tendencia dominante. «Antes se centraba en figuras de referencia como Kofi Annan o Jimmy Carter, y ahora vamos hacia intermediaciones más complejas y corales, con distintos agentes que, de manera coordenada y consensuada, facilitan un proceso de negociación», añade. Y advierte: «El riesgo radica en la competencia por salir en la foto».
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El lento camino hacia la paz
Nuestros tres interlocutores han estado implicados en el asesoramiento o acompañamiento de procesos de paz, algunos aún en curso. Además, forman parte de entidades que promueven la sensibilización, la formación o apoyan políticas locales relacionadas con la paz. La investigación es otro de los marcos de actuación. El profesor Gómez Iza participa en un proyecto de estudio comparativo, auspiciado por la Ohio State University, entre los proyectos de paz de Colombia, Irlanda del Norte y el País Vasco, y destinado a pulsar el ámbito de la convivencia. «Cómo hacer memoria y no olvidar para asumir el futuro con garantías», apunta.
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Hay centros en los países nórdicos que imparten másteres en 'peace research' y 'peace studies'
Este mundo es un desastre, pero, tal vez, sería aún más peligroso sin una serie de individuos empeñados en tender puentes entre posiciones aparentemente irreductibles. Donna Hightower, dotada de una voz prodigiosa y cierta clarividencia, ya lo advertía en su 'hit', aunque, entonces, muy pocos se percataban de sus poderes premonitorios. «Trata de conseguir un favor yendo de puerta a puerta», cantaba y sintetizaba en un verso el esfuerzo titánico de estos hombres empeñados en acercar posturas afanosa y lentamente: «Da un paso adelante, se tarda cien millas», sentenciaba.
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