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Ramón Alonso a los mandos de su Sukhoi 31, el avión con el que hace acrobacias. R.C.
Ramón Alonso, el 'Top Gun' de Boadilla

Ramón Alonso, el 'Top Gun' de Boadilla

Piloto de pruebas con aviones solares que emulan a los satélites, este jubilado de Iberia no renuncia a los vuelos acrobáticos con que se proclamó campeón mundial: «No conozco a nadie con una oficina que tenga mejores vistas»

Sábado, 7 de enero 2023, 23:46

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Cualquier día vamos a tener que redefinir el concepto 'jubilación'. Ramón Alonso, 65 años, cuatro hijos y un currículum en Iberia que se extiende a lo largo de cuatro décadas. 26.500 horas de vuelo en setenta tipos distintos de aeronave, comerciales y acrobáticas. «Sí, pero eso pertenece al pasado», dirán. Craso error. Al día siguiente de la entrevista, Alonso irá a Albacete a ensayar con el modelo de avión solar de Skydweller, para convertir este aparato en drones, mejor dicho, en satélites a baja altura. Campeón de vuelo acrobático del mundo. De Europa. Y veinte veces de España (en 21 citas). También de ala delta, de paracaidismo... Y su mujer le raciona el pan en las comidas. Para que no engorde, dice. Este tipo es 'Top gun', ya quisiera Tom Cruise. Y encima le da tiempo para llevar al chaval a la universidad. Un crack.

Lunes

8:00 horas. Cada día es distinto, dependiendo de que tenga un vuelo acrobático, trabajar en Albacete o disfrutar con mi mujer. Hoy estoy de suerte, mira. Me levanto, me doy una ducha y llevo a mi hijo Pablo en coche hasta la estación de Príncipe Pío, para que tome el metro que le lleva a la universidad. Estudia un grado de LEINN: diseño, administración de empresas, Derecho... Muy completo. Tienen que formar una empresa por grupos, cumplir los requisitos legales, pagar sus impuestos... No para. Yo aprovecho para tomarme un café y una tostada con aceite.

10:00 horas. Después del desayuno, ya sea en Madrid o en Boadilla donde vivo, aprovecho para dar una vuelta con una perrita que tengo, una Jack Russell que se llama Tesa. De vuelta en casa... pues lo que diga Teresa, mi mujer, que es auxiliar de vuelo y a la que conocí en un viaje a Chicago.

12.00 horas. Bueno, ya ha decidido. Lo primero hemos ido a hacer unas cosas con su familia y luego nos hemos dado una vuelta por un comercio de Boadilla para hacer las últimas compras navideñas. Tenemos un árbol grande y el Belén, pero no dejamos de incorporar cosas mientras duran las fiestas.

Martes

11:30 horas. Hice mi primera exhibición acrobática en 1984 y dos años más tarde ya representaba a España en campeonatos. En noviembre piloté para la Fundación Infante de Orleáns, en Cuatro Vientos, y en octubre dos veces en Portugal. El vuelo acrobático tiene una parte de prestidigitación y otra de geometría y precisión. De entrada, llamo la atención con algo impactante: entro con 24 toneles rápidos bajando a la vertical, con humo, con música. Y luego bailar con el avión fuera de la envolvente, en posiciones que desafían la física, donde en teoría un avión no puede estar.

14:30 horas. Hago la compra y cocino. Hoy preparo unas alcachofas, muy sencillo. Las limpias con un poco de limón para que no se pongan negras, las cueces 20 minutos con agua y sal, las escurres y, una vez abiertas como una flor, a la sartén con un chorrito de aceite. Un solomillo a la plancha y ya está. Luego nos echaremos media hora de siesta en el sofá mientras vemos la tele, a ver lo que tarda la perra en ponerse encima.

18:45 horas. Mi mujer se ha ido al gimnasio, pero yo con pasear a Tesa ya tengo bastante. Y más ahora que tengo el gimnasio de casa lleno de trastos. Así que aprovecho para repasar los procedimientos del Solar Impulse 2, el avión en el que trabajo en Albacete. Dio la vuelta al mundo y Skydweller compró el aparato y los derechos intelectuales para el desarrollo que tenemos ahora entre manos.

Miércoles

6:00 horas. No hay un día fijo para ir a Albacete, depende de la previsión del tiempo, de los test que tengamos en el simulador. Salgo de casa temprano y conduzco hasta el aeródromo, donde la compañía con la que trabajo, Skydweller, tiene un hangar gigantesco. Tres horas me lleva. Estamos ensayando con un modelo de avión solar. Hacemos vuelos de prueba para el desarrollo del piloto automático y el sistema de control de mandos de Fly-by-wire para convertir este avión en drones, es decir satélites a baja altura, muy baratos de operar. Las aplicaciones son diversas: meteorología, aduanas, vigilancia de incendios, comunicaciones...

14:45 horas. Unas veces vengo con el bocadillo de casa y otras como el menú del día en Galgueros, un restaurante próximo al aeródromo. Para quien no lo sepa, en Albacete no te dan de comer, te echan de comer. Cocinan muy rico y en cantidad, sobre todo cosas a la brasa y las patatas con huevos, aquí mi plato preferido.

20:30 horas. De regreso a casa me da por echar la vista atrás. Sumo 26.500 horas de vuelo, 22.000 de ellas en aviación comercial, donde nunca he sufrido ningún sobresalto: el mantenimiento es maravilloso y los aparatos no son como los acrobáticos, que debes exprimir al máximo. Con estos ya es otro cantar. Tuve una parada de motor en unos campeonatos en Turquía y tuve que aterrizar en una autopista sorteando una central eléctrica en el descenso. El carburador empezó a arder y no te imaginas lo que me costó encontrar entre los conductores a alguien con un extintor en condiciones.

20:31 horas ... El segundo incidente fue en Madrid, cerca de Ocaña, donde mi avión tiene su base. Había una tormenta muy fuerte y tuve que dar vueltas para hacer tiempo. El caso es que me quedé sin combustible, aterrice en una carretera y vino en mi auxilio un conductor con su hijo de 6 años. El chaval me miraba, vestido con el buzo de vuelo y el casco, como si viniera de Marte. «Esto lo cuentas en el cole y no se lo creen», le decía. Tuvo que venir la Guardia Civil a custodiar toda la noche el aparato que yo había dejado pegado al arcén. Al día siguiente, todas las familias de los agentes fueron allí a despedirme cuando despegué.

«Tuve una parada de motor en un campeonato en Turquía y aterricé en una autopista sorteando una central eléctrica»

Jueves

13:45 horas. No conozco a nadie que tenga una oficina con mejores vistas. Antes me encantaba sobrevolar Groenlandia, el Polo Norte, el desierto del Sahara o aterrizar en Anchorage (Alaska). Y eso que cuando tienes mala previsión meteorológica en destino, pasas diez o catorce horas chequeando todo, preparando procedimientos alternativos, ganando altitud para consumir menos combustible... La pandemia fue una prueba de fuego, pero tuve suerte porque Iberia es una gran compañía: entre todos nos redujimos el sueldo y no echaron a nadie (está afiliado al Sepla).

21:00 horas. Hago la cena, sobre todo pensando en los chavales, porque mi mujer y yo somos más de picar un poco o arramblamos con un picantón o las sobras de la comida. Una tortilla de jamón para mi mujer, una de queso para mí... Cenas frugales que a mí me cuestan más que a mi mujer. Sobre todo quitarme el pan.

23:00 horas. No soy de series, me ponen nervioso al segundo o tercer capítulo. Prefiero las películas. Hoy toca.... Mira, 'El coleccionista de amantes', con Morgan Freeman. Dos horitas y al sobre.

Viernes

15:00 horas. Antes hacía exhibiciones en China cada año. Tenía que desmontar mi avión, un Sukhoi 31, meterlo en un contenedor y mandarlo por barco. Cinco meses de preparativos para diez días. Siempre con mi sobrino, porque vuelo con él en formación hasta que la rompemos y cada uno hace su coreografía con música y todo. A ver si pasa la pandemia y volvemos a la carga, en abril sería perfecto.

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