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Arturo, vecino de San Cristóbal do Real, en Lugo. SERGIO GARCÍA
El puñetazo en la mesa de la España vaciada

El puñetazo en la mesa de la España vaciada

El abandono que sufre más de la mitad del territorio nacional da alas a una plataforma que une a 160 movimientos ciudadanos de 30 provincias. Estudia si presentarse a las elecciones generales y podría tener la llave de la gobernabilidad del país

Sábado, 20 de noviembre 2021

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La secuencia suele seguir a grandes rasgos el mismo guión. Primero cierra un cajero automático. Luego, el ambulatorio deja de atender los fines de semana. Las tiendas que no son estrictamente de alimentación van echando la persiana, una tras otra. Cuando se quiere dar cuenta, el cuartelillo de la Guardia Civil atiende sólo hasta las doce del mediodía y si urge se tiene que desplazar hasta la capital de la provincia. Más le vale no sufrir un fuego en casa, porque la ayuda puede demorarse hasta 60 minutos que es lo que le separa del parque de Bomberos; o sufrir un accidente en carretera y no poder solicitar asistencia porque el teléfono no tiene cobertura.

¿Ciencia ficción? En absoluto. «Hay hospitales de referencia que tienen una cartera de especialidades tan reducida que ante una urgencia de otorrino el paciente se tiene que desplazar 200 kilómetros, porque no hay un servicio de guardia más cerca». Ocurre en Teruel, denuncia Antonio Saz, pero el relato se puede hacer extensivo a Zamora, Jaén o Palencia; esa España huérfana de oportunidades y donde la despoblación es el único valor al alza. Todo eso en pleno siglo XXI, en un país que es la cuarta economía de la Unión Europea y que han escogido 14.600 empresas extranjeras para establecerse.

Antonio es un informático de 53 años que vive en Alcañiz. También es uno de los portavoces de Revuelta de la España Vaciada, una coordinadora que aglutina a 160 plataformas ciudadanas repartidas por una treintena de provincias, las menos desarrolladas, y con otra cosa en común: el hartazgo ante el abandono proverbial que sufre el medio rural. Ya no aguantan más. «Luchamos contra gigantes, pero no tenemos alternativa. O peleamos por lo que es nuestro o desaparecemos».

El movimiento social del que participa, surgido al calor de la manifestación que en marzo de 2019 reunió a 100.000 personas en Madrid, no es flor de un día. De él se nutren, por ejemplo, Soria ¡Ya! o Teruel Existe, formación esta último que con un diputado y dos senadores dio el salto a la esfera política hace dos años, aunque llevaba más de veinte al pie del cañón. Algunos han querido ver en él una fuerza incontenible que, de traducirse en votos, podría arañar algunas circunscripciones electorales y poner en aprietos a partidos como PSOE y PP, convirtiéndose incluso en la llave de la gobernabilidad.

Dos ancianos chalan en Miranda del Castañar, Salamanca.
Dos ancianos chalan en Miranda del Castañar, Salamanca. SERGIO GARCÍA

Ellos, sin embargo, tienen sus propios tiempos y no persiguen, dicen, transformar en un partido político los movimientos ciudadanos, «un valor a preservar y donde muchos se sienten cómodos sin necesidad de dar ningún salto» . Al menos, no lo persiguen exclusivamente, ya que sus cuadros trabajan desde el pasado septiembre en «una herramienta paralela» que pretenden tener lista para enero. ¿Agrupación electoral? ¿Partido político? La decisión aún no está tomada, «aunque el objetivo es estar donde se toman las decisiones». Saz se defiende de quienes les califican de 'cantonalistas' y hasta de 'independentistas'. «Esto no va -subraya- de una lucha entre el agro y la ciudad, sino de atajar el desequilibrio endémico entre regiones y cohesionar el país. Si todos ganan, ganará también el medio rural».

El paso de diseñar su salto a la política lo han dado después de que el Parlamento anunciase el año pasado un plan de intervención para salvar el medio rural, que debería consolidarse con un Pacto de Estado, pero que a las partes implicadas se les antoja tan lejano como lo ha estado siempre.

Reequilibrio territorial

La consigna es diáfana: luchar contra el despoblamiento -el 53% del suelo está habitado por apenas el 15 % de la población- y su consecuencia directa, el envejecimiento de la población, y lograr el reequilibrio territorial. Las diferencias, recuerdan, son abrumadoras y ahora que se habla tanto de ayudas comunitarias admiten sentir «temor» de que esas partidas se destinen a zonas más industriales, más habitadas, agrandando así la brecha que les separa del resto y desaprovechando una «oportunidad única» para dar un cambio de timón.

Albarracín, en la provincia de Teruel.
Albarracín, en la provincia de Teruel. SERGIO GARCÍA

«Fíjese en Alemania -resume Saz-. Cuando se produjo la reunificación eran dos países totalmente desequilibrados, uno avanzado y el otro anclado 50 años atrás. Hicieron una apuesta decidida y lo han conseguido. El resultado es un único país equilibrado, cohesionado, más fuerte. La solución no puede pasar por volcar todos los recursos en las ciudades grandes y abandonar el resto a su suerte; un error que nos debilita, que nos impide aspirar a la fortaleza que es deseable».

Y las carencias son numerosas. Un estudio de la consultora Eurona señalaba hace unos días que el 21,7% de los habitantes de municipios de menos de 5.000 habitantes carecen aún de acceso a internet, y que mientras la fibra óptica es la herramienta más habitual (66%) para conseguirlo, en el medio rural ese porcentaje es sólo del 33%. Sergio del Molino, autor de 'La España vacía', ese apelativo bendecido por el éxito, antepone incluso la dificultad para hallar vivienda, más allá del chalé con jardín para pasar el fin de semana, y que en el confinamiento permitió especular con «la idea de una vuelta al medio rural que tiene más de deseo que de realidad, lastrada por la falta de servicios y la consiguiente dificultad para iniciar un proyecto vital».

A 435 kilómetros de Antonio Saz, en Olombrada (Segovia), Rosa Arranz habla sin despegar la vista de la granja, donde por la mañana acaban de parir dos de las 60 cerdas que son la base de su negocio de cochinillos con marca de garantía. Preside la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas, otra de las plataformas que integran Revuelta de la España Vaciada, y se confiesa más interesada en su vertiente social que en alimentar aspiraciones políticas. Olombrada es otro ejemplo de supervivencia: un colegio con 16 niños de este y otros cinco pueblos y un centro de salud atendido por un médico tres días a la semana, «siempre y cuando no salga de una guardia o caiga en festivo. Hay semanas que no le vemos el pelo».

¿Igualdad de oportunidades?

Cuando le hablan de la igualdad de oportunidades recogida en la Constitución, Arranz niega rotunda. «Legislan desde la ciudad quienes desconocen la realidad del campo. Si en los pueblos hubiéramos percibido más justicia social y una mejor distribución de los recursos, el descenso demográfico no hubiera sido tan acusado, porque la gente lo que en definitiva busca para materializar su proyecto vital es buenas carreteras o acceso a internet, asistencia médica a no más de 30 minutos, colegio para tus hijos... todas esas cosas que hacen que la vida sea menos difícil».

Al detalle

  • El sector lácteo pierde 1.800 ganaderos en un año, lo que se ha traducido en más del 8% de la cabaña. La razón está en la constante caída de precios frente al encarecimiento de cuanto supone el cuidado del ganado.

  • Conectividad. El 21,7% de los vecinos de municipios de menos de 5.000 habitantes carecía de internet antes de la pandemia.

  • Sobreexplotación. En Segovia, la contaminación por nitratos de los manantiales ha dejado a medio centenar de pueblos sin abastecimiento de agua potable.

  • 60% de los municipios españoles tienen menos de 1.000 vecinos, el 3,1% de la población. 26 provincias pierden población (Zamora, Ávila y León son los casos extremos).

  • 8,6 son los habitantes por km2 de la provincia de Soria, mientras que en Teruel esa ratio es de 9,01. La media española se eleva hasta los 94.

La realidad, sin embargo, sigue su propia lógica. Esta semana se ha sabido que el año de la pandemia desaparecieron 1.800 ganaderos de lácteo, 400 de explotaciones ovinas, casi 600 de caprino... «El sector primario es el motor del medio rural», rumia Rosa. Si ellos se van, la tierra queda abandonada a su suerte, igual que ocurre con tantos montes comunales. Una deriva que empezó con la mecanización del campo, «con nuestros padres y abuelos, viendo lo duro que era esto, transmitiendo a sus hijos la idea de 'estudia y búscate una vida fuera', de manera que el que se quedaba en el pueblo era porque no servía para otra cosa». Una imagen de fracaso que cuesta sacudirse aunque no responda a la realidad, «porque si hoy llevas una granja tienes que saber de matemáticas, de veterinaria, de mecánica y hasta de química», reivindica.

«La guerra de precios está asfixiando al campo». Piensos, cuidados veterinarios, productos químicos, luz para calentar los meses de invierno... «Las cuotas lácteas, la amenaza de China (España es su tercer mayor exportador de porcino) de producir el 95% de su consumo interior en 2029... Vender por debajo del precio cada vez es más habitual y eso está llevando a la ruina a mucha gente, que no puede competir con las macrogranjas, a menudo en manos de gente que ni siquiera vive aquí y que invierte en ganadería como lo hace en la construcción». Arranz demanda «un crecimiento controlado, sostenible y proporcionado a la población de nuestros pueblos», porque «hay cosas que, aunque sean legales, «prescinden de toda ética».

«La política agraria común, tal y como está diseñada ahora -apostilla Sergio Del Molino-, premia modelos a gran escala, que en el plano familiar no son viables. Para invertir esa tendencia necesitaríamos políticas más proteccionistas que las que tenemos». En este contexto, el escritor advierte contra los peligros de unas ayudas que están muy lejos de ser un maná. «Ya sabemos cómo funcionan. Eso sí, cuanto más tarden en llegar y concretarse en qué se invertirán, peor será. Me conformo con que no se dilapiden en más aeropuertos sin aviones, soluciones que no funcionan y que sólo ahondan la desigualdad».

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