Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
En algún momento de la evolución de los animales vertebrados de cuatro extremidades, como el hombre, un mismo factor genético asumió una doble función, la de crear las patas y los genitales en el embrión. Millones de años después, unos científicos del Instituto de Ciencias Gulbenkian, en Portugal, lograron revertir lo que sucedió en ese momento crucial para la evolución de la especie y hacer que tomara otro camino.
Con la inhibición de una proteína que afecta a las «estructuras primordiales» (lo que hay antes de la formación de los órganos), la secuencia se alteró para crear otro par de patas, en vez del exterior de los genitales de un ratón de laboratorio. El resultado fue un animal de seis patas, sin pene ni clítoris (según el género).
El hallazgo se hizo por casualidad, confiesan los investigadores a la revista 'Nature', donde publicaron sus resultados. Seguían una línea de investigación para inhibir la metástasis del cáncer, y probaban con la desactivación de una proteína, llamada Tgfbr1, para alterar la estructura del ADN y analizar su posible utilización para aumentar la función inmune del organismo.
En su investigación de bioingeniería, inhibieron esa proteína en un embrión a la mitad de su desarrollo, para observar cómo afectaba aquello a su médula espinal. Cuando creció el feto, vieron una consecuencia de esa mutación que viró el objetivo del proyecto, y que podría «contribuir al control de otros procesos fisiológicos o patológicos», indican.
Aunque se conocía que tanto los genitales como las patas traseras se crean a partir de un mismo «primordio», no se había documentado cómo podían cambiar sus objetivos algunos genes por la ausencia de la proteína. «A pesar de la gran distancia evolutiva de la condición ancestral, el primordio temprano de los genitales externos del ratón conservó la capacidad de asumir el destino de las extremidades posteriores», explican los científicos, encabezados por Anastasiia Lozovska, en el artículo titulado ‘El Tgfbr1 controla la plasticidad del desarrollo entre las extremidades posteriores y los genitales externos mediante la remodelación de su panorama regulatorio’. El individuo de experimentación no parece tener ninguna alteración en otros órganos, como el riñón, el ovario, el útero, la vagina o la uretra. excepto una «conexión entre la vejiga y el intestino».
En las imágenes compartidas en el documento se muestra un feto de control, con sus cuatro patas y sus genitales, tal como lo ordenó la evolución, junto al ejemplar «mutante», que duplica sus extremidades posteriores luego de un proceso de «osificación».
En la naturaleza no existe un caso como el del ratón mutante del laboratorio de Portugal, pero sí uno contrario, según documentan los autores, que examinan si la proteína Tgfbr1 interviene en el desarrollo del pene doble de las serpientes (hemipene), que se forma a partir de órganos primordiales en lugar de piernas.
¿Ya estás registrado/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
M. Hortelano y Gorka Navaz
Borja Crespo, Leticia Aróstegui, Sara I. Belled, Borja Crespo, Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Isaac Asenjo | Madrid y Álex Sánchez (Gráficos)
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.