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La madre de la joven ha construido un altar en una zona de su casa. C7
Un último vuelo hasta Paraguay
Violencia machista

Un último vuelo hasta Paraguay

La familia de Romina Celeste desespera por un asunto más que le permita llorar la pérdida: llevarse sus restos, un trozo de pulmón, a casa

Ingrid Ortiz y Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 6 de junio 2023

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La pérdida de su hija es algo que Miriam Rodríguez, la madre de Romina, difícilmente podrá superar. Pedía justicia, y tras cuatro años extenuantes tanto física como emocionalmente, ese capítulo parece haber llegado a su fin tras el veredicto de culpabilidad dictado este martes por el Tribunal del Jurado para Raúl Díaz, homicida confeso de la joven. Sin embargo, esta tragedia tiene un epílogo aún a medio escribir que mantiene a la familia en vilo: la recuperación de sus restos.

«Esta paraguaya no se irá sin ellos», expresó tras la última sesión del juicio. Lo «poco» que se ha podido recuperar de la joven –que corresponde al trozo de pulmón encontrado en Lanzarote– se encuentra aún en la delegación de Canarias del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses con sede en Tenerife, pese a la petición realizada desde el pasado viernes para que los trasladaran hasta Gran Canaria.

Lo que marca el procedimiento es que, una vez en la isla, este organismo podrá poner a disposición de la familia una especie de urna honorífica a la que dar sepelio, ya que a día de hoy su cuerpo no ha sido hallado.

Además, el hecho de no tener a su disposición los restos complica al Consulado de Paraguay el pedir un salvoconducto mortuorio; un paso estrictamente necesario para viajar con ellos de regreso al país sudamericano.

La intención de Miriam Rodríguez es que los restos descansen en un pequeño altar que le han construido en su casa, en la ciudad de Ñemby. «Necesitaba un sitio donde llorarle... No la tengo en vida, pero al menos esto», señala mostrando varias fotografías de la reforma que hicieron hace unos años en la pared.

«No tendré a mi hija en vida pero al menos quiero tener un sitio donde llorarle», se lamentó la madre de la joven

En ella reposa la fotografía que ha dado la vuelta al mundo, la que siempre lleva consigo y de la que tampoco se despegó ayer en los informes finales del juicio. La guarda con la figura de una virgen –a quien tenía mucho cariño y terminó regalándole en uno de sus viajes– y muchas flores. «Cuando regrese las cambiaré todas. A veces las flores también me desesperan», reconoce.

Y es que, asegura, en ese pequeño rincón las emociones afloran como una intuición. «Cada vez que la he sentido, llegaba una notificación del juzgado, siempre», dice con asombro.

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Le pasaría a cualquier madre, aseguran algunos allegados, pero es algo que al padre de Romina le cuesta digerir. «Él se ha enfermado mucho con todo –explica–. Dice que no le importa cuántos años esté (Raúl Díaz) en la cárcel, nosotros aceptaremos la pena, pero nunca se escapará ni de Dios ni del remordimiento que esté en su cabeza».

Quienes no podrán borrar la imagen de su memoria son los dos hijos que han quedado huérfanos. El mayor, que en noviembre cumplirá 15 años, entra de costado a casa de sus abuelos para evitar ver el altar, asegura la madre de la joven. Una distancia que le cuesta marcar al más pequeño, de nueve años, que vive en Ecuador con su padre.

Pero, además, la muerte de Romina ha atravesado las vidas de todos los implicados en la causa. A la madre de la joven le faltan las palabras para agradecer la dedicación del sargento de la Guardia Civil Suárez, que no solo fue el responsable de esclarecer con su equipo los hechos, sino que también ha sido «su paño de lágrimas».

La confianza que le transmitió en su primer encuentro, hace ya cuatro años y cinco meses, no se ha quebrado ni una sola vez. «Cada vez que encontraban un hueso lo llamaba, incluso con el cambio de horario, y siempre me respondía. Sé que ha hecho todo lo que ha podido con lo que teníamos».

Ese mismo cariño le profesa a la cónsul Amelia Martín, quien la ha acompañado en todo el procedimiento, y a la letrada que representa a la familia, Emilia Zaballos, que ha pasado a ser un miembro más de ella. Tanto así, que en su alegato final mostró la nota más personal de la causa y se mostró visiblemente afectada tras el veredicto.

Los tres velan ahora por agilizar el traslado de los restos, que al cierre de la edición de este periódico no se había efectuado. Si bien Miriam Rodríguez esperaba regresar el día 16, fecha en la que esperaba que concluyese el juicio, finalmente prefirió adelantar el vuelo a este miércoles. Son diez días que la confesión del asesino pudo ahorrarle, pero aún deberá esperar un poco más a su hija en Madrid. Viajarán juntas, no tiene dudas, pero el duelo es algo que ya no tiene plazos.

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