Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Imagen de Ruth Díaz Ali que denuncia el rechazo que vive para entrar a los gimnasios por su discapacidad visual. Cober

«Solo quiero ir al gimnasio como los demás»: la lucha de Ruth por entrenar en igualdad

La joven grancanaria lleva desde 2022 buscando un lugar donde hacer ejercicio, pero denuncia que la rechazan por ser ciega

Helena Falcón

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 31 de mayo 2025

Ruth Díaz denuncia «la exclusión» que vive al intentar hacer algo tan básico como hacer deporte sin que se le impongan condiciones por su discapacidad. Aunque ninguna ley lo prohíbe, la joven grancanaria no puede ir sola al gimnasio. Relata que le exigen ir acompañada y pagar por un entrenador personal. Eso o «asumir que entrenar en igualdad no es para mi», afirma.

La falta de accesibilidad sensorial y la escasa formación del personal convierten un derecho básico en una odisea cotidiana para muchas personas ciegas en Canarias, denuncia la joven de 33 años con discapacidad visual del 84% desde el 2012.

Su queja la lanzó en su cuenta de Facebook fruto de su desesperación. «No busco privilegios. Solo quiero lo mismo que los demás: poder hacer ejercicio en un gimnasio sin condiciones ni recargos por su discapacidad visual», explica. «Estoy desesperada, quiero tener las mismas oportunidades que los demás, es ya hasta una cuestión de salud física y mental», añade.

Pero ese deseo se le ha negado en más de diez centros deportivos de Gran Canaria, tanto públicos como privados. En unos, le han exigido ir con acompañante. En otros, le han dejado entrar para luego no darle la asistencia necesaria, porque le reclaman el previo pago de un entrenador personal. Y en algunos, asegura, hasta le han dicho que «se reservan el derecho de admisión».

«Lo de Ruth no es un caso aislado»

Miguel Ángel Déniz, presidente de la ONCE en Canarias, conoce bien este tipo de historias. «Lo de Ruth no es un caso aislado. Nos pasa a muchas personas ciegas totales o con algún tipo de porcentaje de discapacidad visual. Y no hay una normativa que lo impida. Existen lugares que denominamos hostiles como el cine, la playa y los propios gimnasios, que no están adaptados para las personas ciegas en ningún aspecto y se convierten en imposibles para ir como cualquier otra persona. Lo que para otros es algo cotidiano para nosotros es una yincana», relata.

Ruth ha comunicado esta situación de denuncia a su entorno y a la propia ONCE en Canarias. Su técnica de rehabilitación fue personalmente a los gimnasios a preguntar el por qué de esa «discriminación». «Todos los gimnasios le decían lo mismo, nos reservamos el derecho de admisión no nos podemos hacer responsable de una persona dependiente y cualquier cosa que le pase será a cargo de ella», cuenta Ruth como resumen de las visitas de su rehabilitadora de la ONCE.

Con una discapacidad del 84% reconocida, la joven memoriza espacios en un gimnasio, se guía por el tacto, pide ayuda puntual si la necesita, ya que ella conoce el funcionamiento de las máquinas, asegura. Pero no acepta, ni entiende, que le exijan pagar por un acompañante que supervise sus movimientos e «infantilice» su persona. «¿A alguien más le piden eso?», se pregunta.

Desde 2022 en busca de un gimnasio

«Llevo desde 2022 en búsqueda de gimnasios que me permitan entrenar. Para mí es una cuestión de salud no de ocio. Ya no hablo solo de lo físico sino de las repercusiones que esto tiene en mi salud mental, es agotador sentir que el mundo no me acepta en cosas tan básicas, es una lucha permanente», relata.

Sí tuvo la posibilidad durante unos meses del año 2023 de entrenar en un gimnasio sin tener que pagar por entrenadores y sin acompañante. Uno de los monitores de sala le ayudaba a desplazarse de una máquina a otra. Sin embargo, por cuestiones laborales tuvo que dejar de ir y cuando se ha vio buscando un centro deportivo nuevamente comienza su odisea: «Desde 2022 he preguntado por plaza en más de diez gimnasios, a veces pierdo hasta la cuenta, todos me dan los mismos argumentos e incluso algunos monitores me han dicho textualmente que no pueden perder el tiempo en adaptarme las clases a mi discapacidad».

Una exclusión que no figura en la ley

El presidente de la ONCE en Canarias señala que aunque los gimnasios cumplen con las normas mínimas de accesibilidad física –rampas y baños adaptados– no están obligados a ser accesibles sensorialmente. «No hay señalética táctil, el personal no recibe formación y reina la desinformación. Eso también es una barrera que hace que no se pueda llevar una vida 'normal' y que el cansancio emocional sea mayor. Aunque la gente no lo crea, todas estas barreras merman en la salud mental», afirma Déniz.

«Cuando llego a un gimnasio no me niegan la matrícula desde el comienzo a pesar de que ven que soy ciega, pero en el momento que me niego a que me acompañe alguien de mi entorno o pagar un entrenador personal, que no me puedo permitir, me dicen que se reservan el derecho de admisión», comenta Ruth con frustración.

«La consecuencia de esta situación es que muchos centros, por miedo a asumir responsabilidades, prefieren decir que no, o hacer sentir que mejor no vengas», explica el máximo dirigente de la ONCE en el archipiélago.

No existe ninguna ley que impida a una persona con discapacidad visual ir sola al gimnasio. «Pero tampoco hay una regulación que obligue a adaptar el entorno para que pueda hacerlo con autonomía», añade Miguel Déniz. Ese vacío normativo abre la puerta a interpretaciones, y muchas veces a exclusiones disfrazadas de precaución bajo la frase de 'nos reservamos el derecho de admisión'.

Lo que para cualquier otra persona es una opción —ir sola, moverse libremente— para Ruth se convierte en una condición impuesta. «Y eso, aunque no sea ilegal, es profundamente injusto, pero legalmente no podemos denominarlo como discriminación», matiza Déniz.

«No quiero que se encarguen de mi, ni que se responsabilicen de lo que no necesitan controlar. Quiero que me dejen entrenar sin infantilizarme, soy una persona totalmente independiente en mi día a día, mi discapacidad no es una barrera para mí, porqué lo es para la sociedad», reivindica la joven.

«Porque la verdadera accesibilidad no empieza en la arquitectura, sino en la actitud», asegura el presidente territorial de la ONCE en Canarias. «Falta empatía. Falta voluntad y costes que no todos los empresarios están dispuesto a asumir. Todavía queda mucho por hacer», sentencia.

«Hacer deporte es salud, excluir a alguien del gimnasio es negarle bienestar. Y si no se ve, es aún más urgente mirarlo de frente», resume Ruth.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 «Solo quiero ir al gimnasio como los demás»: la lucha de Ruth por entrenar en igualdad