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Hubo un tiempo en el que buena parte de la humanidad no era reconocida como tal. De la servidumbre se pasó a la esclavitud porque el otro no era de los nuestros. Hoy tenemos formas más sofisticadas de dominar, actitud que también se extiende al resto de los animales hasta que la expresión «seres sintientes» se ha hecho hueco en la agenda política.
Es el estatus que tiene el pulpo. Un ser «sintiente» al que la ciencia reconoce «inteligencia y emociones». Al tiempo, es una delicia gastronómica, un «producto» cada vez más caro y demandado que se hace hueco en nuevos mercados como Estados Unidos. Esa ingente demanda, que incluye Asia y Europa, ha puesto a estos cefalópodos en el punto de mira de la industria alimentaria que vio una oportunidad en un gran hito científico: lograr la reproducción de estos animales en cautividad. Pero ¿es ético?
El hito lo logró el Instituto Español de Oceanografía en Vigo y Tenerife, avance en el que también participó la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) a través del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua). «Cerraron el ciclo en la fase de la larva, donde todas las investigaciones fracasaban. Todo un éxito de la ciencia española que hizo un enfoque distinto», destaca Roberto Romero, director general de Acuicultura del Grupo Nueva Pescanova. La empresa vio en el descubrimiento una oportunidad de negocio y se hizo con la patente.
Su plan es construir la primera granja de pulpos del mundo en el Puerto de La Luz, en Gran Canaria. «A pleno rendimiento» producirá 3.000 toneladas al año. Ya tiene el visto bueno del Ayuntamiento capitalino, y espera por el del Gobierno canario. Y mientras, desarrolla investigaciones sobre cómo alimentarlos, cómo mantener el entorno de cría y cómo sacrificarlos para la comercialización.
Contra esta planta se han manifestado distintos colectivos internacionales animalistas. La polémica es mundial. También el reconocido filósofo australiano Peter Singer, que apoya sin fisuras las campañas en contra de la granja del Partido Animalista (Pacma). Singer denuncia que la humanidad ya explota «a demasiadas especies» por lo que no se debería comenzar «un nueva». «Los pulpos son criaturas creativas, pensantes, muy buenos escapistas», dice.
Roberto Romero
Director de Acuicultura de Nueva Pescanova
La conocida etóloga Jane Goodall, cuyo instituto inició una campaña de recogida de firmas en contra en Change.org y ya lleva 150.000 rúbricas, es otro de los rostros prestigiosos que se opone a la granja. «Los pulpos son animales fascinantes, dotados de un complejo sistema nervioso y paquete neuronal que les hace extremadamente inteligentes. Son capaces de usar herramientas y de aprender, de resolver acertijos y problemas fáciles, así como de cooperar con otras especies para cazar», resalta la petición. Sienten «dolor y sufrimiento, y para su desarrollo necesitan espacio y estímulos cognitivos, que no se les facilitaría» en una granja, donde vivirían desde su nacimiento hasta el sacrificio.
«La cría del pulpo intensiva es un mal uso de la ciencia. Que se estudie al animal, su comportamiento, que se quiera cerrar el ciclo de cómo se reproduce, qué necesidades tiene, es normal. Los pulpos también son muy estudiados en biomedicina y a eso no nos oponemos», afirma la bióloga marina Elena Lara, Research Manager-Fish de la organización Compassion In World Farming (CIWF). La experta señala que todas esas investigaciones están sujetas a «comités éticos muy estrictos. Se protege al animal, cómo se debe sacrificar para que no sufra, se analiza qué uso o experimento se va a hacer. Está todo muy controlado».
Sin embargo, para las granjas no hay «comité ético para saber cómo los van a sacrificar, si implica dolor». A ello añade que «todas las leyes que protegen a los animales de granja solo engloban a los animales vertebrados, el pulpo es un invertebrado, por lo que no entra en la legislación», apunta Lara. «Hasta ahora no se cultivaban invertebrados, el pulpo es el primero». Ese «vacío legal» preocupa a las organizaciones animalistas que han llevado la granja canaria hasta Europa. Lara dice que «con los datos científicos en la mano, los pulpos no son adaptables a las condiciones intensivas. Son solitarios, necesitan estímulos del entorno, son muy inteligentes». En una granja «las densidades son altas, estarán en estanques estériles. Les afectará».
Para Nueva Pescanova, sin embargo, «el hito de reproducir estos animales en cautividad ha permitido desarrollar pruebas y experimentos que antes no se podían hacer». Por eso, «cualquier conocimiento, opinión o artículo anterior a ese hito no tiene validez. Todo se publicó en base a animales salvajes y el comportamientoen cautividad es completamente distinto. Nace ya en un entorno con condiciones óptimas de luz,no conocen depredador y come todo los días», afirma Roberto Romero.
Hasta ahora las investigaciones con el octopus vulgaris (pulpo común), el que se criará en la granja, se han llevado a cabo con animales salvajes, abunda. «Te dicen que se escapan de los tanques, pero no se escapan. El animal está cómodo en su entorno. Se mueven tranquilos, con la cabeza erguida y los tentáculos apoyados. Va 'caminando', que es lo normal cuando está seguro. En la naturaleza tiene que escaparse por la mala calidad del agua, por el exceso de luz, por un depredador… y entonces estira las patas y se mueve rápido para escapar. En nuestras granjas solo se mueven con las patas. También dicen que son territoriales y en las piscinas, previendo eso, les pusimos como una especie de guaridas, pero hemos observado que ni se metían. Interaccionan entre ellos. Vas a la piscina de 40 metros cuadrados y están todos juntos y el resto vacío», afirma Romero.
La polémica alcanzó el cómo sería alimentados y sacrificados. Sobre la primera, -son animales carnívoros–, los animalistas critican que se usen peces o pienso de peces. La empresa, sin embargo, investiga alternativas como las microalgas. Y preocupa, y mucho, el cómo se sacrificarán. Se dijo que los aturdirían con frío y que sufrirían. Nueva Pescanova indica que aún no saben cómo se hará. «Se está desarrollando un método específico para evitar el sufrimiento animal en el momento del sacrificio, cumpliendo estrictamente la normativa de la UE relativa a la protección de los animales, así como la española, la AENOR UNE 173300:2016, como guía de buenas prácticas. Además, añaden, «conscientes de que queremos avanzar para garantizar el bienestar y evitar el sufrimiento animal en todo momento, en Nueva Pescanova estamos desarrollando en estos momentos, junto con investigadores de la ULPGC, con la autorización de la Dirección General de Ganadería del Gobierno de Canarias, y bajo la supervisión del Comité Ético de Experimentación Animal de la ULPGC, un protocolo de Buenas Prácticas para el Sacrificio según Requisitos de Bienestar Animal».La granja será autosuficiente y no se utilizarán pulpos salvajes.
Con todo, siguen siendo animales sintientes. Es el argumento que prima para Yolanda Morales, una de las portavoces de Pacma en Canarias. «Sabemos que la población no se va a hacer vegana. Pero esta será la primera granja de pulpos legal del mundo y se está abriendo la veda a una nueva forma de explotación de una nueva especie que según la ciencia es muy inteligente. Intentamos concienciar porque de momento, a nivel legal, no hay nada que hacer, pero si dejamos sentar este precedente... Son animales marinos y la protección que tienen es nula. Con un pulpo la gente no empatiza, los ve en un plato a la gallega», lamenta.
Es la línea que mantiene Singer. La humanidad ya explota a numerosas especies para el consumo. Y ese, la necesidad de producir alimentos para la humanidad, es uno de los argumentos que esgrime la empresa para abrir la granja. «La industria busca alimentar a la población mundial demandante de proteína y en especial proteína marina, que se ha demostrado que es de las mejores para la salud. La acuicultura ya representa más del 50% del consumo. Europa solo produce el 30% de lo que consume», añade Romero.
Elena Lara
Research Manager-Fish de de CIWF
Para Lara la granja de pulpos «no es la manera más sostenible de producir proteína. La cría de pulpos tiene un interés económico. Hay mucha demanda. Siempre se ha comido aquí, pero ahora hay una demanda fuera, aumenta en Japón, en Estados Unidos. Esta no es la respuesta a producir proteína de forma sostenible», insiste.
Según la FAO de Naciones Unidas en 2018 se pescaron en el mundo más de 377.000 toneladas de pulpo salvaje. Y se prevé que el mercado global del pulpo crezca un 21.5% en 2028 con respecto a 2022. La acuicultura, dicen en Nova Pescanova, es «la solución para garantizar el rendimiento sostenible de un alimento de extraordinarias propiedades saludables y nutricionales.
El rector de la ULPGC, Lluís Serra, comparte esta visión. «Hay un gran problema con el comercio del pulpo a nivel mundial. Estamos esquilmando las reservas», especialmente en las costas africanas, señala. «Es un recurso del que va a haber demanda y, ante esa circunstancia, la tendencia es fomentar la acuicultura. Por ello yo estoy a favor, entendiendo que la parte de bienestar animal debe estar bien resuelta. Porque, o dejamos de consumir pulpo o lo producimos en acuicultura sostenible. Por otro lado, el hecho de que haya un proyecto que se ha desarrollado en nuestros institutos, en Ecoacua, y que el proyecto es importante para el desarrollo económico en Gran Canaria. Es muy significativo. Lo que está claro es que o lo que dejamos hacer aquí o se hará en otra parte, y es una forma de contribuir a la diversificación de la economía».
La política y el mercado, sin embargo, deben «hincar la rodilla» ante la ética. O al menos así lo defendía el filósofo Inmanuel Kant. Y es lo que reclamará Pacma en un segundo acto internacional contra la granja de pulpos el próximo 23 de abril. La iniciativa, apoyada por un centenar de entidades internacionales, se desarrollará en Letonia, México, Ecuador, Reino Unido, Croacia, Canadá, Estados Unidos y España, incluida Canarias.
Criar pulpos en cautividad es un gran hito científico. Pero ¿es ético cultivarlos?
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Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
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