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Las trabajadoras sociales Judith Monzón y Beatriz López explican a los representantes institucionales su función en el centro de crisis. Acfi Press

Centros de atención a la violencia sexual: «En cuatro días, llevamos dos casos»

Los dispositivos, abiertos a lo largo del mes de mayo en cinco islas, están listos para ofrecer apoyo a las víctimas de delitos sexuales las 24 horas

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 1 de junio 2025, 02:00

Canarias ya cuenta con cinco centros de asistencia integral, abiertos 24 horas, para víctimas de violencia sexual en cinco islas. Los de Fuerteventura y Tenerife funcionan desde principios de mayo, y esta semana se sumaron los de Gran Canaria, Lanzarote y La Palma.

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Pese a su escaso rodaje, estos centros —creados al amparo de la Ley Orgánica 10/2022, conocida como la 'ley del solo sí es sí'— ya demuestran su utilidad. El centro de Tenerife ha atendido a unas 13 mujeres; el de Fuerteventura, a seis; y el de Gran Canaria, en solo cuatro días y antes incluso de abrir oficialmente, ha intervenido en dos casos. Son las primeras, pero no serán las únicas. Las cifras oficiales apenas reflejan la magnitud de un delito mucho más extendido.

EL DATO

  • 1.272 agresiones sexuales fueron denunciadas en Canarias durante 2023, un 16% más que el año previo. En todo caso, estas cifras apenas reflejan la realidad. Se estima que solo el 10% de estos actos violentos se denuncia

Según datos del Ministerio del Interior, en Canarias se denunciaron 1.272 agresiones sexuales el año pasado, lo que equivale a siete casos cada dos días. Pero estas cifras son solo la punta del iceberg.

«Solo se denuncian entre un 10 y un 11% de las agresiones, y además hay muy pocas estadísticas. Apenas se contempla la violencia digital, la sextorsión o el grooming, que afecta sobre todo a las más jóvenes», explica Araceli Sánchez Gutiérrez, coordinadora de los Centros de Atención Integral 24 horas para víctimas de violencia sexual en Canarias. «En Tenerife ya nos han activado varias veces de urgencia, incluso de noche», apunta.

Los centros operan todo el año, día y noche, y ofrecen apoyo psicológico, social y jurídico tanto a víctimas de violencia reciente como a quienes arrastran secuelas de agresiones pasadas. También atienden a personas del entorno que se han visto afectadas.

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El equipo base en cada centro incluye una abogada, cuatro psicólogas, cuatro trabajadoras sociales, una jurista y una administrativa.

Primer objetivo

Ahora, la primera tarea que tienen es informar de la existencia del recurso a quienes prestan la primera atención a las mujeres víctimas de agresiones sexuales: policías, centros de salud y otros recursos dedicados a la atención de la violencia de género.

Los centros están abiertos permanentemente, pero ¿cómo se accede a ellos? «Las puertas de entrada son varias: la primera es el 112. Cuando estamos hablando de una situación de urgencia, las profesionales del servicio se desplazan a donde está la víctima, normalmente al hospital, y hacemos el acompañamiento». Además de este servicio de urgencia, activado por el propio centro coordinador de emergencias, las mujeres pueden acceder al centro de crisis llamando ellas mismas al 112, si se trata de una urgencia, o pedir una cita a través del 012.

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«La atención que realizamos es presencial, pero también puede ser telefónica. El apoyo es especializado e integral, nos centramos en la víctima y respetamos sus tiempos. El centro es ella», señala Sánchez, que aclara que las mujeres pueden recurrir al recurso de crisis sin estar obligadas a denunciar la agresión a la policía. «Denunciar es voluntario, pero si quieren hacerlo, cuentan con asesoramiento jurídico», apunta la psicóloga.

Múltiples perfiles y afecciones

Sánchez asegura que las víctimas no responden a un perfil concreto y que todos los casos son complicados. «No es lo mismo que corra peligro tu vida en un caso de urgencia que una violencia pasada donde la huella del trauma es amplia», señala. Unas y otras presentan una sintomatología similar.

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«Tienen problemas de ansiedad, depresión, estrés postraumático, trastornos de alimentación, de sueño... Esto se refleja en el ámbito social: pierden el trabajo, su nivel económico baja, se aíslan, se separan... Pues muchas sienten miedo, vergüenza. De hecho, muchas no denuncian porque no creen en la justicia: piensan que no las van a creer», añade Sánchez.

«Buscamos que se sientan apoyadas, en estado de shock no se puede ni pensar»

El efecto de una agresión sexual puede ser devastador. La sintomatología postraumática en las víctimas incluye ansiedad, depresión, fobia social, aislamiento, trastornos del sueño y de la conducta alimentaria, o dificultades en las funciones ejecutivas, la memoria y la atención. El impacto de la violencia sexual no solo requiere un abordaje terapéutico posterior, sino también de un acompañamiento inmediato a la víctima tras la agresión, explica la psicóloga Dolores Voltes, que trabaja en uno de los centros de crisis para la atención a la violencia sexual. Por ello, el personal de estos centros está listo para acudir de urgencia al encuentro de la víctima, hacerla sentir respaldada, orientarla y acompañarla para realizarse pruebas médicas o cualquier gestión de tipo legal.

«En el momento en el que el 112 nos deriva un caso, vamos allí donde esté la víctima: un hospital, una comisaría, algún lugar en la calle o un domicilio, para hacerle esa acogida», explica Beatriz López, una de las trabajadoras sociales. Ellas se encargan de hacer una valoración inicial de las circunstancias de la víctima para activar los recursos que precise. «Buscamos que se sienta arropada y que sepa que vamos a ayudarla, a relajarla, porque en ese estado de shock, hay quien no puede ni pensar», comenta Judith Monzón, también trabajadora social.

El tipo de intervención en esos momentos depende de las condiciones de la víctima. «No es lo mismo sufrir una agresión por parte de un desconocido en la vía pública que dentro de la familia, donde hay que buscar una alternativa alojativa de urgencia al encontrarse en situación de peligro en su propia casa», señala la trabajadora social Raquel González.

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