Auxiliadora Díaz: «Somos bastante tolerantes con los otros rostros de la violencia machista»
«Nos queda muchísimo y mi temor es que retrocedamos», lamenta la magistrada canaria sobre la lucha contra la violencia de género
Auxiliadora Díaz lleva 18 años al frente de un juzgado especializado en violencia sobre la mujer y cree que en la sociedad y, por extensión, en el ámbito judicial «queda muchísimo por hacer» para comprender y actuar contra las múltiples caras invisibilizadas de la violencia machista. Desde la vicaria en toda su dimensión -incluida la sustracción de menores-, a la sexual o la económica. O para ver a la infancia como una víctima directa. «Somos aún muy tolerantes con la violencia al entender que un maltratador puede ser un buen padre», sostiene la magistrada canaria.
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-¿Qué violencias machistas cree que están más invisibilizadas?
-En el ámbito social fundamentalmente, y la Justicia es un reflejo de nuestra sociedad, creo que la que más invisible se encuentra es la violencia vicaria, la que se usa como instrumento para producir el mayor daño que se pueda hacer a la mujer. Creo que solo entendemos esa violencia cuando se produce un homicidio, un asesinato de los hijos e hijas, pero el anteproyecto de la ley vicaria viene a extender ese ámbito de protección. Es verdad que no alcanza a los animales, y yo creo que sería importante, porque el apego que existe con respecto a una mascota creo que es igual de identificable. Y sobre todo entender que determinados delitos son también violencia vicaria, aunque el resultado no sea la muerte, como la sustracción de menores en el ámbito de la violencia de género, porque muchas veces se utilizan a los niños con el único fin de hacer daño a la mujer.
El anteproyecto extiende esta violencia cuando se daña a los ascendientes, a hermanos y a cualquier persona allegada de la mujer, pero repito que no es solo cuando hay una muerte, sino que abarcaría otras situaciones, y que son invisibles.
«Les invitaría a venir a un juzgado para que vean lo que es la violencia de género; aquí se caen todos los mitos y bulos»
- ¿En la Justicia se le da suficiente credibilidad a las víctimas?
-No puedo incidir en eso, cada órgano jurisdiccional tiene su independencia y cada uno valorará conforme a su conciencia. Pero sí puedo decir que todo viene de una conciencia social. Todavía somos bastante tolerantes con los otros rostros de la violencia. Creo que a partir de la Ley Orgánica 1/2004 [de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género] a día de hoy ya todo el mundo entiende y considera que es totalmente reprochable atentar contra la integridad física de la mujer, pero queda por entender, por ejemplo, los delitos contra la libertad sexual, que todavía no nos creemos y somos bastante tolerantes.
También somos todavía muy tolerantes con la violencia al entender que un maltratador puede ser un buen padre a pesar de atentar contra la mujer. Creo que el legislador se ha cansado ya y de ahí la necesidad de aplicar ese artículo 94 del Código Civil, que habla de la suspensión de visitas como regla general y como excepcionalidad las visitas cuando los menores hayan vivido, sufrido o estado en un clima de violencia. Todavía se sigue cuestionando esto y se intenta por parte de los operadores jurídicos, y es una barbaridad, que la regla general sea la excepcionalidad, y que las visitas sean la regla. Porque los niños son víctimas directas de esta violencia. Hay resistencias a entender que los menores cuando no quieren ir con el padre maltratador no es que la madre los esté manipulando, sino que viven en un clima de violencia que no quieren. A los menores se les debe tener mucho más en cuenta.
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- ¿Está de acuerdo con que los juzgados especializados hayan asumido la violencia machista más allá de la del ámbito de la pareja?
-Estoy totalmente de acuerdo en cuanto a la asunción de competencia, es necesario. No es un capricho del legislador, lo que establece el Comité de Estambul fue ratificado por España hace años. Violencia de género es cualquier acto que atente contra la mujer por el hecho de ser mujer. Otra cosa es la cuestión de los medios...
-El TSJC habla de riesgo de colapso por esa falta de medios...
-Está claro que los juzgados, con el número que tenemos a día de hoy, no podemos alcanzar el volumen de trabajo, que se ha incrementado bastante. Pero yo también abogo por la formación de todos los operadores jurídicos. No podemos cambiar juzgados denominándolos de otra manera, tiene que haber una formación, y no de tres días, tiene que ser gente con conocimientos claros. Desde los funcionarios a todos los operadores jurídicos. Es importante que la administración tenga conciencia de esto, porque somos un equipo, desde lo que es el auxilio judicial hasta lo que es el órgano judicial, todos deben tener formación tanto juridica como en el tratamiento de las víctimas. Es evidente que va a haber una congestión mayor, pero lo más importante sería dotarnos de gente que esté realmente formada para poder estar al frente.
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-¿Qué opina de las encuestas que dicen que dos de cada diez jóvenes niegan la violencia machista?
- Es una pena. Yo siempre digo que si quieren venir y ver realmente lo que es la violencia de género, aquí se caerían todos los mitos y bulos, como el que la mujer miente y que viene aquí con esa finalidad. Es mentira, y hay datos estadísticos que hacemos cada tres meses: cuántas órdenes hemos aprobado, cuántas desestimado, cuántas sentencias condenatorias, cuántas absolutorias. Muchas veces se confunde absolución con mentira. Muchas veces no llegamos a la condena porque no hay un hecho delictivo preciso, otras porque la víctima viene aquí con elementos de prueba insuficientes y da lugar a un archivo. Por eso la necesidad de la puesta en marcha de las Oficinas de Atención a la Víctima.
- ¿Qué casos le han impactado más?
-El que más es el de Juana [Ramos], que todavía se encuentra sub judice y que ya se resolverá por parte del órgano que corresponde. Pero hay muchos más. El otro día, por ejemplo, me impresionó cómo en un maltrato habitual la señora se decidió por fin a denunciar y los hijos, ya mayores, se quebraron al recordar su infancia llena de violencia física y verbal mantenida en el tiempo. Te das cuenta que lo van a llevar consigo toda la vida.
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- El peso de la denuncia sigue recayendo en las víctimas. ¿Los entornos testigos del maltrato siguen sin dar el paso?
- Sí, yo lo veo poco. Pero sí veo que la colaboración ciudadana se ha incrementado, que un ciudadano ve un acto de violencia y actúa y gracias a ellos muchas veces vamos a denunciar porque declaran como testigos de la agresión.
-La semana pasada un hombre asesinó de 50 apuñaladas a su mujer y luego se suicidó en Alpedrete. Su alcalde dijo luego que él la quería mucho. ¿Qué siente al escuchar algo así?
- Veo una involución bestial. Cuando surgió la ley se escuchaba este discurso, y escucharlos ahora me llama mucho la atención. Como ciudadana lo llamaría irresponsabilidad y denota no tener conocimiento y contacto con la realidad de la violencia de género. Me produce terror este tipo de comentarios o que haya jóvenes que crean que la violencia de género no existe, cuando es totalmente objetivo.
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- ¿Cuál es el gran reto de la Justicia para combatirla?
- Formación, formación y formación. En perspectiva de género, en perspectiva de infancia. Creo que entender que la aplicación de la norma de forma estricta no lleva a una buena respuesta judicial, sino que tenemos que verlo mediante esa perspectiva de género donde seamos capaces de interpretar, de localizar los estereotipos y de poder realizar una mejor interpretación de la norma con la finalidad siempre de proteger a las víctimas. Y respecto a la infancia, entender que el interés superior del menor es vivir en un clima libre de todo tipo de violencia, no es el derecho del progenitor biológico a tener contacto con su hijo en un ámbito de violencia de género. Los maltratadores no pueden tener contacto con sus hijos.
-Queda mucho por hacer...
- El único punto que hemos alcanzado y que parece que se está desmoronando es el reconocimiento o la reprochabilidad de la violencia de género en el ámbito de la pareja o expareja, pero todo el resto... La violencia económica o la psicológica se escurre y no se ve. El maltrato habitual también se escurre, es decir, vamos al acto concreto y no nos adentramos para ver qué es lo que ocurre después. El tema de la violencia vicaria, por supuestísimo, está invisible. La prostitución, totalmente invisible. Y la pornografía, totalmente tolerable por nuestra sociedad, y entendemos que es una forma de aprender sexo, cuando en realidad lo que estamos aprendiendo es violencia sexual. Nos queda muchísimo y mi temor es que retrocedamos.
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