Con paso firme hacia una Canarias más sólida y moderna
Los grandes cambios, en política, rara vez llegan envueltos en estridencias. Más bien se construyen con constancia, visión y una forma de gobernar que aporte ... estabilidad cuando más falta hace. Ese ha sido el estilo que he utilizado en estos primeros años como vicepresidente de Canarias y consejero de Economía, Industria, Comercio y Autónomos. El objetivo es ejercer una política serena, pero transformadora, que deje huella en una comunidad autónoma marcada, durante décadas, por la incertidumbre económica, los desequilibrios sociales y la excesiva dependencia de pocos sectores.
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Canarias, hoy por hoy, no es un territorio alejado de los desafíos. Al contrario, los sufre todos a la vez. De la falta de vivienda a la necesidad de gestionar la presión turística, de la búsqueda de la diversificación a la defensa de nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF), pasando por los desafíos del comercio local y la vulnerabilidad que acecha a muchas familias.
Sin embargo, el valor que aporta este Gobierno estable nos permite marcar un rumbo claro y mantenerlo pese a los vaivenes. Y si algo ha caracterizado este mandato ha sido la capacidad para convertir esa estabilidad en políticas concretas y tangibles.
La economía de Canarias debe diversificarse. No podemos renunciar al turismo, porque sería absurdo, pero sí reforzar los cimientos que lo acompañan y abrir nuevas vías de crecimiento que generen empleos más estables y mejor remunerados. Esta agenda, largamente reivindicada, va encarrilándose mes tras mes.
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Hemos apostado, de igual forma, por las industrias emergentes, por promover la innovación y la digitalización, por impulsar la modernización de nuestro tejido productivo y por reclamar mayor productividad para que los salarios puedan subir de forma sostenible.
Nada de esto suena especialmente revolucionario, pero lo ha sido porque vivimos en una tierra que durante años se conformó con sobrevivir gracias al mismo modelo.
Lo relevante no han sido nuestras anuncios, sino lo que ya se ve. Un ecosistema más atento a sectores como las energías renovables, la industria audiovisual, la tecnología o los videojuegos. Y esto no es casualidad. Es planificación.
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Puede sonar a tópico repetir, una y otra vez, que los autónomos son la economía de la base canaria. Pero lo cierto es que, con más de 146.000 trabajadores por cuenta propia, esa frase es un retrato exacto del archipiélago. La diferencia está en si se actúa en consecuencia o no.
Nosotros lo hemos hecho. Con iniciativas tangibles, no solo con palabras: cuota cero para nuevos autónomos, incentivos para contratar a mayores de 52 años, ayudas para la conciliación, medidas de apoyo para quienes cuidan hijos o personas dependientes e incentivos para inversiones productivas a través de la bonificación de créditos. Y, sobre todo, una lectura política que rara vez se lleva a cabo. Si se quiere que Canarias avance, hay que facilitar la vida a los que generan empleo desde la base. No entorpecerlos, sino acompañarlos.
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En las últimas décadas, por otra parte, el comercio local ha vivido entre el lamento y la resistencia. La entrada de grandes superficies, la digitalización acelerada y los cambios de hábito de consumo golpearon especialmente a las islas. Por eso es significativo que este gobierno haya planteado un plan de modernización, no de nostalgia, que aborde frentes críticos como el relevo generacional, la digitalización y la dinamización de nuestros mercados tradicionales.
Es una mirada realista. Si el pequeño comercio quiere vivir, debe evolucionar. Y si la administración quiere que sobreviva, debe invertir en ello. Esa es la filosofía que se empieza a ver en iniciativas como el Observatorio del Comercio o la apuesta por convertir algunas zonas en destinos inteligentes. Canarias no puede competir con grandes plataformas globales, pero sí puede fortalecer aquellas cosas que aún la hacen única y genuina.
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Quiero detenerme también en el drama de la vivienda en Canarias. Un problema que no tiene soluciones mágicas porque, quien prometa un milagro, miente. La apuesta pasa por introducir inversión privada mediante incentivos fiscales, especialmente aprovechando las oportunidades que nos brinda el REF. Es una vía poco explorada en el archipiélago y que puede desbloquear la construcción de vivienda para alquiler a medio plazo, sin depender exclusivamente de la obra pública que aquí avanza, como todos sabemos, con lentitud crónica.
La vivienda es un frente abierto para cualquier gobierno. Pero lo importante es que este sí ha decidido enfrentarlo con propuestas concretas y realistas.
En una España acostumbrada a los sobresaltos, la estabilidad empieza a ser una virtud revolucionaria. Y en Canarias, donde los equilibrios institucionales suelen ser delicados y los retos siguen siendo enormes, mantener un gobierno cohesionado es un activo incalculable.
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La creación del Consejo Canario de Defensa de la Competencia, la defensa firme del REF, la coordinación con cabildos y ayuntamientos o las reformas económicas que se han desplegado en este mandato son posibles porque existe una base política sólida. Sin estabilidad no hay reformas y sin reformas tampoco hay futuro. Este equilibrio es un logro tan silencioso como determinante.
Hay políticos que viven instalados en el ruido y la furia. Otros, en la gestión sin relato. Personalmente, creo en la reivindicación, en la defensa, en la propuesta y, sobre todo, en el trabajo incansable. Porque es tan coherente un crecimiento sostenible como defender el turismo. Porque Canarias debe avanzar sin destruir todo aquello que la sostiene.
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Ese equilibrio, entre ambición económica y sensibilidad social, no es fácil. Pero se nota cuando existe la voluntad de aunarlo. Los desafíos están ahí. No se pueden maquillar. Pero, dos años después del inicio de esta legislatura, Canarias transmite una imagen distinta. Es un territorio más estable, más orientado a la diversificación, más consciente de la importancia de sus autónomos, más decidido a modernizar su comercio y más claro en su diagnóstico sobre la vivienda, entre otros desafíos.
Como les contaba al principio, no creo en la estridencia sino en la firmeza. Y, en tiempos de incertidumbre y descrédito de la clase política, el trabajo y los hechos valen más que cualquier eslogan.
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